CONVERSACIONES A LA CONTRA

Yasmina Khadra: “Tengo lectores hasta en Júpiter”

El autor argelino que usa un seudónimo de mujer vive parte del año en España: “Es el único país donde me siento feliz”

Yasmina Khadra (Mohammed Moulessehoul), el pasado día 14 en Valencia.Mònica Torres

Yasmina Khadra no es solo uno de los autores más apreciados del mundo, sino además miembro del escaso club de hombres que adoptaron seudónimo de mujer. Mientras enormes escritoras se sintieron obligadas a esconderse bajo nombres masculinos como George Sand, George Eliot o ...

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Yasmina Khadra no es solo uno de los autores más apreciados del mundo, sino además miembro del escaso club de hombres que adoptaron seudónimo de mujer. Mientras enormes escritoras se sintieron obligadas a esconderse bajo nombres masculinos como George Sand, George Eliot o Fernán Caballero para poder publicar y verse aceptadas, el militar argelino Mohammed Moulessehoul hizo el proceso inverso: eligió el nombre de su esposa para escribir en libertad. A sus 66 años, el autor exiliado en Francia publica en España La sal de todos los olvidos (Alianza), una de las estrellas del reciente festival Valencia Negra, donde nos encontramos.

Pregunta. Usted buscó un seudónimo para escribir en libertad. ¿Por qué un nombre de mujer?

Respuesta. En el Ejército empecé escribiendo con mi verdadero nombre, pero el mando militar quería controlar mis textos y decidí pasar a la clandestinidad. Estuve 11 años escribiendo en la clandestinidad. ¿Por qué mi mujer? Hicimos un trato: yo escribo la novela y ella cobra. Con ello reconozco además todo lo que ha hecho por mí. Sin ella, yo no habría conseguido nada en la vida. Es una forma de rendirle homenaje de forma constante.

P. ¿Y qué ha hecho?

R. Todo. Me apoyó durante la guerra terrorista [contra el islamismo, en los noventa]. Ha sido mi razón para sobrevivir a esta guerra. Se desplazó por todas partes conmigo, a cualquier pueblo perdido del Sahara, ha sido nómada conmigo y ha recorrido toda Argelia conmigo. Me ha dado tres hijos maravillosos y me ha amado tanto como yo la amo. Incluso ha aceptado exiliarse conmigo. Podría escribir una novela sobre el valor que ha mostrado mi mujer.

P. ¿Se considera un exiliado, entonces?

R. Todos los escritores lo somos al crear un mundo que solo nos pertenece a nosotros. La única patria en que nos sentimos en casa, a gusto, es en las palabras, los textos. Para mí escribir es una manera de vengarme de todo lo que la realidad me tira a la cara.

P. Entró en el Ejército con nueve años. ¿Por qué?

R. Mi padre, que era oficial del Ejército, me metió interno en una institución militar, una escuela de cadetes. Jamás lo elegí, pero acepté mi destino porque soy un hombre del Sahara y desde niños nos han enseñado que nunca sabremos lo que nos deparará el futuro. He seguido mi destino. Al principio fue un tanto extraño, pero gracias a los problemas, a los daños e inconvenientes que he sufrido en la vida me he convertido en el hombre que soy hoy.

P. ¿Y sus padres han sabido que abandonó el Ejército?

R. Sí, pero ya había terminado mi carrera militar y solo tenía una elección: o me hacía general o escritor. Tenía claro que quería ser escritor. Ni mi padre ni mi madre estaban de acuerdo con que dejara el Ejército porque no creían en la literatura. Mi madre no sabía lo que significaba y para mi padre era una pérdida de tiempo. Pero bueno, cuando vio el éxito que he tenido en todo el mundo ya pensó que tal vez estaba equivocado.

A mi madre la torturaron y perdió un pecho por las descargas eléctricas, pero no odia a nadie”

P. He leído que su madre era analfabeta y a la vez una maga de las palabras.

R. No aprendes poesía en la universidad. La poesía está en el espíritu o en el corazón. Y no saber escribir o leer no significa no saber hablar. Yo he encontrado muchos más poetas entre analfabetos que entre universitarios.

P. ¿Qué le enseñó su madre?

R. Me enseñó a insuflar alma a cualquier cosa. Sabía decir cosas con una gran sensibilidad y para ella todo era música. Es una mujer que ha sufrido atrozmente, primero, porque su marido hizo la guerra de la independencia y ella fue perseguida por ello durante años. La torturaron y perdió un pecho por culpa de las descargas eléctricas y, a pesar de todo, nunca ha experimentado odio hacia nadie. Sabía que el odio no servía para nada, porque te destruye a ti antes que a los demás.

España es el único país del mundo donde me siento feliz

P. ¿Guarda rencor a Francia?

R. Eso es historia y no porque Francia haya colonizado Argelia voy a odiar a los franceses. Vivo en París con mi mujer y mis tres hijos y mis lectores más numerosos están en Francia, son cinco millones.

P. Pero en ocasiones ha criticado que no se le haya reconocido en Francia.

R. No quiero hablar de eso. Tengo un problema con ciertos medios literarios que no me han aceptado, no aceptan que el escritor en francés más traducido del mundo sea Yasmina Khadra. Pero tengo amigos por todas partes, en España, en Portugal, en la luna y tengo lectores hasta en Júpiter. Me leen allí, tsiu tsiu tsiu ¡he visto a los marcianitos de Júpiter! (ríe).

P. Vive parte del año en España. ¿Cuál es su relación sentimental con este país?

R. Es el único país del mundo donde me siento feliz. Ni siquiera en Argelia me siento tan feliz. No sé por qué es, pero hay algo… quizás el andaluz que todavía está ahí. Y no es el clima, que es el mismo que en Argelia. Tal vez es que la gente está menos estresada que en otras partes del mundo, son más espontáneos, no te juzgan, si no quieren hablar contigo no lo hacen, pero no por desprecio. La madurez española es muy evidente.

Se fue de Argelia “porque quería ser un escritor libre”, dice. Pero su nuevo libro es un regreso a Argelia. Exiliado en Francia, con un pie en España y otro en su país, se puede decir que ha conseguido la libertad.


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