Noémie Merlant, la actriz de moda del cine francés: “Mis años como modelo me traumatizaron”
La intérprete estrena en España ‘París, distrito 13′, de Jacques Audiard, tras debutar como directora y presentar en la Berlinale ‘Un año, una noche’, de Isaki Lacuesta, sobre el atentado terrorista en la sala Bataclan
A los 18 años se hartó. No encontraba ninguna motivación para seguir con su carrera como modelo —“No escuchaba mi voz”, confiesa— y Noémie Merlant (París, 33 años) empezó a estudiar interpretación, empujada por su padre. “Vivíamos entonces en Nantes, mientras yo viajaba por todo el mundo, y él leyó algo sobre la escuela Cours Florent”, explica sentada en una librería de cine en Madrid, ante un café. “Aquellos dos años como modelo me traumatizaron. Me sentía un cacho de carne. Reconozco que me permitió ganar dinero y aún tengo am...
A los 18 años se hartó. No encontraba ninguna motivación para seguir con su carrera como modelo —“No escuchaba mi voz”, confiesa— y Noémie Merlant (París, 33 años) empezó a estudiar interpretación, empujada por su padre. “Vivíamos entonces en Nantes, mientras yo viajaba por todo el mundo, y él leyó algo sobre la escuela Cours Florent”, explica sentada en una librería de cine en Madrid, ante un café. “Aquellos dos años como modelo me traumatizaron. Me sentía un cacho de carne. Reconozco que me permitió ganar dinero y aún tengo amigas de entonces”, recordaba la semana pasada.
Así que Merlant, de 2007 a 2011, se preparó para su nueva carrera: “Me permitió compartir energías, ideas, palabras, me liberó”. Y no le ha ido mal: es la actriz francesa del momento. Desde que Curiosa (2019) confirmó su talento como actriz y Céline Sciamma confió en ella para Retrato de una mujer en llamas (2019), que le supuso su segunda candidatura al César, cada paso de Merlant ha sido mucho más medido. Y eso le ha llevado a protagonizar el último filme de Jacques Audiard (París, distrito 13), que se estrena este viernes en España; actuar en Un año, una noche, la inmersión de Isaki Lacuesta en el atentado en la parisiense sala Bataclan; dirigir su primer largo (Mi iubita, mon amour); rematar el montaje de un documental sobre su familia, y trabajar junto a Cate Blanchett en TÁR, actualmente en posproducción.
Aún quedan gran cantidad de experiencias que no son representadas en el cine, y eso es un problema enorme”
A pesar de que el director de París, distrito 13 sea Jacques Audiard, maestro en dramas poderosos y thrillers rotundos, en este guion resuenan voces femeninas porque ha sido coescrito por Céline Sciamma y Léa Mysius. Sciamma contó a EL PAÍS en septiembre: “Es un filme generacional, y ha sido bonito ver cómo Jacques, preocupado por realizar un cine contemporáneo, ha buscado nuevas soluciones para reflejar con distintos ecos a la gente joven actual”. Lo mismo opina la actriz: “Jacques es curioso, escucha, siente empatía por las personas. Obviamente, no estuve en la escritura, no sé quién escribió qué. Pero es cierto: hay un tono femenino, se entiende la mirada de la mujer. A Jacques le interesaba hablar sobre los nuevos códigos amorosos y sexuales”.
Para su director, París, distrito 13 (por el barrio en que se desarrolla, Les Olympiades) ilustra cómo “la generación joven flota más que vive, desilusionados por las promesas incumplidas de la sociedad”. Merlant suspira: “Uf, entiendo lo que Jacques quiere decir, pero hoy hay más posibilidades de romper las normas sociales del patriarcado; se configuran las parejas de múltiples maneras, y en ello ha influido positivamente internet... Eso es positivo, aunque a cambio seguimos atrapados por algunas reglas. Siento que mi generación debe conectar aún más con nuestras aspiraciones y deseos, y creo que ahí está esa sensación de flotar. En la sociedad han aumentado las prisas y las preguntas, lo que no supone que sea una mala etapa. Se aceptan los cambios”.
En París, distrito 13 se encuentra, además, una mirada tangencial contra la masculinidad tóxica, y el estreno llega después de un ejemplo de ese comportamiento, el bofetón de Will Smith a Chris Rock en la gala de los Oscar. Merlant se echa a reír cuando escucha la referencia a Smith, y reflexiona sobre el posible final de esas imposiciones machistas. “Me lo pregunto mucho. Hay días en que pienso que avanzamos por el buen camino, y otros en que me asustan los pasos hacia atrás. En todo caso, hay que permanecer supervigilantes. Céline recuperó a esas artistas borradas de la historia del arte en Retrato de una mujer en llamas. En otros momentos, y el ejemplo lo vimos en los Oscar, vemos reacciones de hombres y mujeres que no aceptan estos nuevos caminos. En mi caso, como actriz, siento que empieza a haber un diálogo sincero que apuesta por la inclusión general. Me entusiasma porque el relato cambia, nacen nuevas dramaturgias alejadas del conflicto per se. Dialoguemos, pero no, como pasó en los Oscar, construyamos más conflictos”. Y remata su discurso: “Aún quedan gran cantidad de experiencias que no son representadas en el cine, y eso es un problema enorme”.
Como actriz, siento que empieza a haber un diálogo sincero que apuesta por la inclusión general”
Mi iubita, mon amour, que dirige y protagoniza, nace de su amistad con el coguionista y coprotagonista, Gimi Covaci. “Ambos amamos el cine y el teatro. Cuando dirigí mi corto Shakira, conocí a una amplia comunidad gitana, seguimos en contacto, y un día decidimos que haríamos una película sobre nuestro encuentro. Así nació Mi iubita, mon amour, y la rodamos en Rumania por mantener el alma gitana”, explica. Acabó muy feliz con el filme, que se estrenó en el pasado festival de Cannes, y que le permitió “usar el guion como campo para la improvisación”.
En cuanto al documental sobre su familia, sus compromisos laborales han parado temporalmente el montaje. “A finales de abril lo retomaré y en dos semanas habré acabado, no me queda mucho”, explica. Tanto su padre como su hermana son discapacitados físicos por distintas causas, y su madre se dedica a cuidarles. “Quería enseñar su relación, no porque sean mi familia, sino porque me parece que en pantalla sorprenderá su conjunción”, asegura. Y en verano puede que dirija un thriller. “Desde luego, tengo que calmarme un poco”, concede entre carcajadas.
[Para superar la masculinidad tóxica] dialoguemos, pero no, como pasó en los Oscar, construyamos más conflictos”
Y en otoño promocionará el estreno comercial de Un año, una noche, de Lacuesta, que se proyectó por primera vez en la pasada Berlinale. ¿No le preocupó participar en una película española que habla de un reciente atentado en París? “Sé que Isaki sí se lo planteó. Yo no, hubo víctimas de muy distintas nacionalidades. Al contrario, no podemos circunscribirnos solo a temas locales. Todo el mundo tiene derecho a hablar de diferentes historias. En lo que sí pensé era en si teníamos la legitimidad moral de rodar esa película. Estaba en París esos días, recuerdo muy bien mis sentimientos. Después de leer el guion, conmovedor, y el libro de Ramón González en el que se basa, comprendí que sí, que debe existir un cine así. Hay gente como Ramón que necesita una reconstrucción más allá de lo contado en los medios para seguir viviendo. Mi personaje, su novia, es lo opuesto. Y mostrado así en pantalla, todos los espectadores se verán reflejados, entenderán ese viaje dramático”.
Aún le quedan más películas de las que hablar. De todos esos trabajos pendientes de estreno, destaca TÁR, la vuelta del dierctor estadounidense Todd Field, 16 años después de Juegos secretos, con una película sobre los días previos de una reputada directora de orquesta a punto de realizar una grabación clave en su carrera. “Por fin he podido trabajar con Cate Blanchett, un sueño hecho realidad”, ríe. “Pero poco puedo contar por contrato, y todavía no he visto el resultado. Aunque lo de Cate... Me sentí como una niña espiándola, quedándome casi paralizada”. ¿No provocará Merlant ese miedo en las nuevas generaciones? “Noooo... ¿no?”, y se sonroja.