‘CODA’, la película sobre una familia de sordos, directa a los Oscar
La comedia de la directora Sian Heder ha logrado tres candidaturas a los premios de Hollywood tras arrasar en el festival de Sundance. “Mi línea roja fue que los personajes de sordos los interpretarían actores también sordos”, cuenta la cineasta
Cuando a Sian Heder (Cambridge, Massachusetts, 44 años) la llamaron para ofrecerle un proyecto, rápidamente se dio cuenta de que la oferta contenía una trampa. A Heder, conocida mucho más por su labor televisiva (formó parte del equipo de guionistas de Orange Is The New Black y es una de las responsables de Little America) que por su primer largometraje, ...
Cuando a Sian Heder (Cambridge, Massachusetts, 44 años) la llamaron para ofrecerle un proyecto, rápidamente se dio cuenta de que la oferta contenía una trampa. A Heder, conocida mucho más por su labor televisiva (formó parte del equipo de guionistas de Orange Is The New Black y es una de las responsables de Little America) que por su primer largometraje, Tallulah (con Elliot Page y Tammy Blanchard), estrenado en 2016, le brindaron la posibilidad de adaptar la tragicomedia francesa La familia Bélier (2014), la historia de una adolescente con inmensas aptitudes para el canto que crece en una familia de sordos, que depende de ella para relacionarse en numerosas ocasiones con el resto del mundo. Los franceses eligieron para sus protagonistas a actores de prestigio, como Karin Viard y François Damiens, sin plantearse las suspicacias que levantaría esa decisión. Heder, en cambio, lo tuvo claro: “Fue mi línea roja. Los personajes de sordos los interpretarían actores sordos”, cuenta por teléfono la cineasta. “Si no, me despedía”.
Y no parece haberle ido mal. CODA, que en España se ha subtitulado Los sonidos del silencio, ha logrado tres candidaturas a los Oscar —mejor película, guion adaptado y actor secundario— tras ganar en el festival de Sundance 2021 los premios a mejor película de ficción, dirección, reparto y el del público (lo nunca logrado antes). “No tengo quejas. Lo de los Oscar es increíble, fantástico, ¿no? Un poco locura. Amo la película con todo mi corazón. Pero es tan pequeña para los Oscar...”, explica entre risas.
Hay un paralelismo exacto entre la vida de los hijos de sordos, que viven distintas realidades dentro y fuera de casa, y la de los descendientes de primera generación de inmigrantes, como es mi caso” (Sian Heder)
En su mismo nombre, CODA, la película de Heder muestra sus bazas: son las siglas de Child of Deaf Adults (traducible como hijo de padres sordos), y a la vez define un epílogo al final de un movimiento musical. “Originalmente, los derechos eran de un gran estudio. Pero no lo vieron claro, se los quedó el productor, me llamó, y comprendí que yo podría contar a través de ellos una historia muy personal”, recuerda Heder. En su guion —pidió control sobre él, libertad de escritura— los Bélier son ahora los Rossi, dedicados a la pesca, lo que por ley obliga a Ruby, la chica protagonista, a salir con ellos a faenar por si hay avisos sonoros de otros botes. “Los trasladé a la costa de mi Estado, Massachusetts, que conozco muy bien, y recordé los orígenes de mis progenitores”, dice. El padre de Heder es húngaro, y escapó de crío de su país durante la Segunda Guerra Mundial sin nada. Su madre es galesa. “Crecí dentro de una comunidad, aunque de alguna manera no pertenecía al 100% a ella”, un sentimiento que comparte con sus personajes. “Hay un paralelismo exacto entre la vida de los hijos de sordos, que viven distintas realidades dentro y fuera de casa, y la de los descendientes de primera generación de inmigrantes”, recuerda. “Mi padre no entendía algunas costumbres estadounidenses y desde luego no se parecía en nada a los padres de mis amigos”.
Para lograr que el reparto se adecuara a su petición, contrataron a Marlee Matlin como madre —la actriz ganó el Oscar por Hijos de un dios menor―, a Troy Kotsur (candidato ahora a la estatuilla de Hollywood a mejor secundario, tras años haciendo teatro y televisión) como padre, y a Daniel Durant (Cambiadas al nacer) como el hermano. Los tres son sordos. De protagonista, la británica Emilia Jones (High-Rise, Ghostland), que estuvo seis meses aprendiendo el lenguaje de los signos. “Al ser una producción pequeña, ellos tuvieron que implicarse mucho”, insiste. “Entendieron que era una oportunidad increíble, y yo utilicé la comunicación entre sus personajes para a su vez explorar algo que me interesaba mucho: el uso del lenguaje, los choques entre gente que no se entiende. Eso hay que contarlo con humor, que el público normalice en su interior la situación, para que cuando salga de la sala vea a la comunidad sorda de otra manera”.
El triunfo en Sundance llevó a que Apple TV comprara CODA por casi 25 millones de euros (en España sí ha tenido un estreno en salas) y que la plataforma le dejara elegir libremente su siguiente proyecto: Heder está escribiendo un guion sobre la activista Judy Heumann, uno de los personajes más fascinantes que aparecían en el documental Campamento extraordinario (Crip Camp), candidato al Oscar el año pasado. “Heumann ha luchado por los derechos de los discapacitados desde tiempos en que ni siquiera se reconocían las minusvalías”, subraya. “Ha sido hasta asesora del presidente Obama”. ¿Será una película pensada para el gran público? “Como todo lo que hago”. ¿Le molesta la etiqueta de feel good movie o de filme hecho para complacer a la audiencia? “En absoluto. No hay nada mejor que enganchar a los espectadores con algo que nació de una forma tan personal”.
Tanto en Tallulah como en CODA o incluso en sus trabajos televisivos, Heder retorna siempre a una idea central: ¿qué te hace ser familia? ¿Cómo se construyen los lazos afectivos? “Me he dado cuenta de ello con el tiempo. Me van las familias disfuncionales, por ponerles una etiqueta. El ser humano siempre necesita cerca a otro ser humano. Nuestro espíritu nos impulsa a conformar comunidades”. Y eso la lleva incluso a Mother, corto con el que concursó en Cannes en 2006, y que inspiró Tallulah. “En televisión me pasa igual. Escribo personajes solitarios que buscan afecto”.