Y después de 562 días centellea de nuevo la Gran Vía: regresan los musicales
El Broadway madrileño se reactiva en septiembre con la vuelta de las producciones de gran formato después del largo parón por la pandemia
Ricardo Nikosi se sentía incapaz de describir sus sensaciones el miércoles pasado mientras le ayudaban a enfundarse el espectacular traje que luce su personaje en El rey león. Mufasa, señor de la selva, asesinado por su envidioso hermano Scar para arrebatarle el trono. Nikosi lo ha interpretado centenares de veces desde que se incorporó en 2016 al elenco de la producción de la Gran Vía madrileña, epicentro de los musicales en España, pero lo vivía como si fuera la primera vez. “Después de tanto tiempo sin ac...
Ricardo Nikosi se sentía incapaz de describir sus sensaciones el miércoles pasado mientras le ayudaban a enfundarse el espectacular traje que luce su personaje en El rey león. Mufasa, señor de la selva, asesinado por su envidioso hermano Scar para arrebatarle el trono. Nikosi lo ha interpretado centenares de veces desde que se incorporó en 2016 al elenco de la producción de la Gran Vía madrileña, epicentro de los musicales en España, pero lo vivía como si fuera la primera vez. “Después de tanto tiempo sin actuar, pensaba que se me habrían olvidado muchas cosas. Pero en cuanto me he puesto el traje, todo ha vuelto. Se me han puesto los pelos de punta”, explicaba.
Era el tercer día de ensayos y pruebas de vestuario para preparar el gran regreso de El rey león, el musical más longevo de todos cuantos se han visto en España hasta la fecha, estrenado en 2010. Volverá al escenario del teatro Lope de Vega el 23 de septiembre después de 18 meses de parón por la pandemia. Yolanda Pérez Abejón, directora general de Stage Entertainment España, productora del montaje, recuerda todavía con angustia el 10 de marzo del año pasado: “El Ministerio de Sanidad ordenó la cancelación a partir del 11 de marzo de todos los actos que congregaran a más de 1.000 personas, lo que afectaba tanto al Lope de Vega como al Coliseum, los dos espacios que gestionamos en la Gran Vía. Decidimos suspender ese mismo día, no tenía sentido alargar la agonía. Tuvimos que activar de inmediato un ERTE, mandar a casa a más de 300 personas y empezar a tramitar la devolución de más de 40.000 entradas que teníamos vendidas para El rey León y Anastasia”.
En otoño se retomó la actividad escénica en España y los teatros han permanecido abiertos desde entonces, lo que hizo de este país un caso insólito, pues los telones han permanecido bajados en prácticamente todo el mundo hasta este verano. Pero los grandes musicales no volvieron. Son producciones muy caras, con presupuestos de tres a 10 millones de euros, sin subvenciones públicas y que no pueden sostenerse con las restricciones de aforos impuestas por la pandemia. Pero no solo por eso, explica Pérez Abejón: “Los equipos artísticos son grandes y era difícil controlar los contagios con tanta gente en el escenario sin mascarilla. Pero es que además nosotros necesitamos que haya turismo. El rey león lleva diez años en cartel y lo han visto ya la mayoría de los madrileños, por lo que el 80% de los espectadores que tiene esta producción viene de otras ciudades. Con las restricciones de movilidad que ha habido este último año, no podíamos abrir. Por otro lado, si nosotros no abrimos, hay menos turismo. Es una pescadilla que se muerde la cola”.
Basta darse un paseo por la Gran Vía de Madrid para visualizar la pescadilla. Desde la plaza del Callao, que divide la calle en dos, se observan dos ambientes totalmente distintos. Paseando por el lado que desemboca en la calle de Alcalá, todo son tiendas de cadenas comerciales de ropa. En esa parte solo dejó de haber bullicio durante los meses de confinamiento total el año pasado. La otra mitad, la que termina en la plaza de España, no ha recuperado la actividad que tenía antes de la pandemia. Bares cerrados, hoteles semivacíos, luces apagadas. Es la milla de oro de los musicales españoles, donde se concentran cuatro de los grandes teatros españoles dedicados al género: el Lope de Vega, el Coliseum, el Rialto y el EDP. Esa franja aún no ha logrado despertar y eso se debe, básicamente, al parón de los musicales.
En 2018, los operadores de teatro de Madrid públicos y privados consiguieron una facturación de más de 160 millones de euros, de los cuales 110 entraron por la vía de los musicales: más que los 103,8 millones que recaudaron las salas de cine en todo el territorio nacional. Una cifra inimaginable hace dos décadas, cuando el género se veía en España como un exotismo anglosajón, algo para ver en Broadway durante unas vacaciones en Nueva York. No había tradición, más allá de éxitos puntuales como Jesucristo Superestar (recuerden, con Camilo Sesto, Teddy Bautista y Ángela Carrasco) en los setenta, Los miserables a principios de los noventa (producido por Plácido Domingo, José Tamayo y Cameron Mackintosh) o El hombre de La Mancha en 1997 (con José Sacristán y Paloma San Basilio). Tampoco era fácil encontrar creativos especializados o actores preparados para cantar, bailar y actuar a la vez.
Pero si el público disfrutaba de este tipo de espectáculos cuando iba a Broadway, ¿por qué no traer Broadway a España? Con esa idea en mente, en 1999, la productora mexicana CIE desembarcó en España prometiendo réplicas exactas de los musicales de Broadway. Sus primeros montajes, Rent, La Bella y la Bestia y My Fair Lady, fueron exitazos. A partir de ahí, todo fue en ascenso. En 2003, la holandesa Stage Entertainment absorbió CIE y siguió en la misma línea, con títulos como Cabaret, Mamma Mia!, Chicago y El rey león. El negocio funcionaba y empezaron a producirse musicales genuinamente españoles, como Hoy no me puedo levantar, basado en canciones del grupo Mecano. En 2009 nació LetsGo y en 2011 Som Produce, ambas de capital nacional, las otras dos grandes locomotoras del género en Madrid junto a Stage.
“Podríamos decir que hemos criado a nuestro público. Eso se nota en la media de edad de nuestros espectadores, que es más baja que en los países anglosajones o nórdicos, con más tradición. Muchos jóvenes que hoy tienen 20 años han crecido ya viendo musicales en España y son verdaderos entendidos”, explica Pérez Abejón. En paralelo, ha crecido también una nueva generación de artistas especializados en el género. “Hace 10 años todavía era difícil formar los elencos. Hoy montas un casting y te vienen decenas de actores preparadísimos”, comenta Marcos Cámara, uno de los fundadores de Som, que el año pasado inauguró una academia en Madrid para seguir contribuyendo a la formación de esa cantera.
El parón por la pandemia ha dejado tocado al sector. Millones de pérdidas, artistas en paro, incertidumbre. Pasará tiempo hasta que las productoras se recuperen. No esperan beneficios en muchos meses, sobre todo si se mantienen las restricciones de aforo en los teatros. “Pero no hay otra opción que abrir. Si seguimos desaparecidos durante más tiempo, el público nos va a olvidar y todo el trabajo de los últimos 20 años se irá por la borda”, dice Cámara.
Las luces ya empiezan a encenderse. El luminoso del teatro Lope de Vega, que desde marzo pasado se mantiene con el mensaje “¡Volveremos pronto!”, anuncia ya la vuelta de El rey león con este lema: “El sol vuelve a brillar”. Será el primero de los grandes en volver a la Gran Vía, después de exactamente 562 días. En el Coliseum, donde se representaba Anastasia cuando estalló la pandemia, cuelga el cartel de Tina, la nueva producción de Stage, que se estrenará el 1 de octubre. En el Rialto, gestionado por Som, se presentará The Full Monty el 22 de octubre. Al EDP regresará el 29 de septiembre Ghost, de LetsGo, que estaba en cartel cuando se decretó el cierre en marzo del año pasado. No lejos pero fuera ya de la Gran Vía, en el Nuevo Teatro Alcalá, llegará la nueva apuesta de Som, Grease, cuya apertura está prevista para el 2 de octubre. Y en el Calderón, a partir del 8 de octubre se verá A Chorus Line, la producción con la que Antonio Banderas inauguró su teatro de Málaga en noviembre de 2019.
A pocas calles del Coliseum, en las instalaciones de una escuela de baile, empezaron a principios de agosto los ensayos de Tina, un musical que recorre la vida y la carrera de la cantante Tina Turner, estrenado en 2018 en Londres y un año después en Broadway. Stage tenía previsto replicarlo en Madrid en 2020, pero el estreno se ha tenido que retrasar un año. Antes de entrar a las salas de ensayos hay que pasar por recepción, donde varios miembros del equipo de producción custodian decenas de cajas de test de antígenos: cualquier persona que quiera pasar adentro debe hacerse la prueba. A diario. Es la nueva rutina que impone la pandemia.
Los ensayos están en marcha. Cerca de 60 intérpretes atendían el miércoles las indicaciones de Katherine Hera, directora de la producción de Tina en España. Después de un par de escenas habladas, de pronto el pianista empezó a tocar la melodía de The Best, uno de los grandes éxitos de Tina Turner. La intérprete barcelonesa Kery Sankoh desplegó su poderosa voz y el elenco entero se vino arriba. Un subidón de adrenalina después de meses sin cantar, sin bailar, sin público, sin aplausos, sin trabajo. Una canción que parece emerger de los recuerdos felices de antes de la pandemia.
Se respiraba emoción en la sala. “Después de un año y medio de parón, casi no nos lo creemos. Antes de la pandemia yo había encadenado varias producciones seguidas sin parar, El rey león, El guardaespaldas y Forever King of Pop. Y de pronto, la nada. Al cuerpo le costó entenderlo. Y ahora lo mismo: el cuerpo y la voz se tienen que poner en forma otra vez. Estamos felices”, comentaba Sankoh con una sonrisa de oreja a oreja.
Zenón Recalde, director residente de El rey león, lo explica así: “La exigencia física y vocal que requiere este tipo de espectáculos obliga a un entrenamiento constante y ahora hay que ponerse en forma. Yo mismo, que llevo diez años trabajando en esta producción y me sé la obra de memoria, de repente me encuentro en algún momento preguntándome por dónde debe entrar un actor en una escena determinada. Después de tener una rutina tan arraigada, nos encontramos con que hay que estudiarla de nuevo”.
Durante todo el verano ha estado ensayando también el equipo creativo de Grease. El director artístico de la producción es David Serrano, responsable de uno de los grandes éxitos de las últimas temporadas en Madrid, Billy Elliot, que recalará en el teatro Victoria de Barcelona el 9 de octubre. Serrano está seguro de que el público va a responder con entusiasmo ante la vuelta de los musicales: “La gente tiene muchas ganas de ver espectáculos en directo. Y creemos que Grease es ideal para este momento. Es divertido, tiene mucho humor y es un canto a la alegría, que es lo que estamos pidiendo todos después de un año tan duro”.
En Barcelona, el otro gran foco de producción de musicales en España, aunque mucho menos ligado al turismo, se preparan también estrenos. Además de la llegada de Billy Elliot, uno de los más esperados es Cantando bajo la lluvia, que se presentará el 15 de septiembre en el Tívoli. Dirigido por Àngel Llàcer y Manu Guix, responsables de éxitos pasados como La jaula de las locas y La tienda de los horrores. Como Serrano, Llàcer cree que la vuelta del género a los escenarios será como una inyección de alegría tanto para los artistas como para el público: “Cantando bajo la lluvia, por ejemplo, es una oportunidad para trasladarnos a nuestra niñez y revivir la normalidad de antes de la pandemia”.
Mientras tanto, en Nueva York se vislumbra también el regreso de los musicales en septiembre. La semana pasada se estrenó en la ciudad el documental On Broadway, dirigido por Oren Jacoby, que narra cómo el sector teatral neoyorquino se reinventó en los años setenta tras una crisis que estuvo a punto de llevar a la bancarrota a las principales productoras escénicas, después de disfrutar de una edad dorada en los cuarenta y cincuenta. Lo narran grandes figuras como Helen Mirren, Alec Baldwin, Viola Davis, Hugh Jackman o Ian McKellen. Es un posible modelo para la recuperación después de la pandemia.
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