El festival Sonorama Ribera arranca con medidas estrictas y un aforo seis veces menor

La organización del evento en Aranda de Duero apuesta, desde esta tarde, por dividir a los 5.000 asistentes en cinco grupos sentados y con mascarillas

Varias personas esperan cola para recoger sus entradas en el festival Sonorama Ribera, que regresa este fin de semana a Aranda de Duero (Burgos) tras la cancelación del año pasado.Paco Santamaría (EFE)

El festival Sonorama Ribera vuelve a inundar Aranda de Duero (Burgos) con música, pero con unas medidas estrictas y el público sentado y con mascarilla. El año pasado se canceló, pero este verano los organizadores han apostado por mantenerlo pese a las duras restricciones sanitarias impuestas por las autoridades de Castilla y León. Si normalmente acudían unos 30.000 asistentes, esta vez será unas 5.000 personas, una sexta parte, las que se acerquen a disfrutar de alguno de sus conciertos desde esta tarde del jueves hasta el sábado. Se están repartiendo en cinco agrupaciones de 1.000 para escuc...

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El festival Sonorama Ribera vuelve a inundar Aranda de Duero (Burgos) con música, pero con unas medidas estrictas y el público sentado y con mascarilla. El año pasado se canceló, pero este verano los organizadores han apostado por mantenerlo pese a las duras restricciones sanitarias impuestas por las autoridades de Castilla y León. Si normalmente acudían unos 30.000 asistentes, esta vez será unas 5.000 personas, una sexta parte, las que se acerquen a disfrutar de alguno de sus conciertos desde esta tarde del jueves hasta el sábado. Se están repartiendo en cinco agrupaciones de 1.000 para escuchar bandas como Vetusta Morla, Amaral, Sidonie, León Benavente, Viva Suecia, Delaporte, Nach o El Kanka. El director, Javier Ajenjo, comenta en una llamada de teléfono que su intención es concienciar de que se pueden hacer las cosas bien: “Es muy necesario, queremos que la España vaciada salga en los medios por cosas buenas, que se conozca nuestra tierra, nuestro vino... Y no hay mejor forma de hacerlo que con conciertos”.

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Cada uno de esos espacios cuenta con accesos y salidas independientes y una zona paralela de otros mil asientos por cada grupo para comer. En un primer momento iban a poder estar de pie, pero hace dos semanas la Junta de Castilla y León cambió las medidas y tuvieron que reorganizarse. Ajenjo lo atribuye a la incidencia y, aunque intentaron hacer una excepción para el festival, no fue posible. No vincula la decisión a la noticia de que los festivales de música en Cataluña aumentaron la transmisión de la covid y que 2.279 asistentes se infectaron. De hecho, critica las formas de divulgar esa información: “Partían de que habría 1.500 afectados y parece que fueron dos millones. Nadie vio los miles de eventos que se han realizado sin problema, fueron valientes y el foco de la noticia fue desmesurado”. Ellos tienen una misión: que las mascarillas se mantengan sobre las bocas. “Podemos cantar, se pueden mantener las distancias, hacer las cosas bien y vamos a demostrarlo”, asegura Ajenjo, quien añade que gracias al código que llevan en las pulseras podrán saber en qué zona está cada persona.

Amor Castro (Colomera, Granada, 27 años) ha llegado esta mañana con unos amigos porque tenían muchas ganas de disfrutar de un festival después de dos años de sequía. Hoy percibe el pueblo “poco festivalero”: solo están abiertos los bares con terrazas, no hay escenarios por la ciudad. “Antes había seis, muchísima fiesta, buen rollo, con la gente bailando y con pistolas de agua”, recuerda sobre las otras ediciones a las que acudió, en 2017 y 2019.

El escenario y las sillas del festival Sonorama Ribera, este jueves en Aranda de Duero (Burgos).Paco Santamaría (EFE)

El impacto económico en la zona suele ser de unos ocho millones de euros, aunque este año se espera que sea solo de dos. Castro percibe un ambiente muy tranquilo, pero espera que los próximos días haya más gente, que esté instalándose. ”Esa es otra, este año no hay camping. Cuando sacaron las entradas, quedaban dos pisos para alquilar por Airbnb en el pueblo que eran zulos, horribles. Nos hemos tenido que ir a un hotel a 12 minutos en coche”, critica. El presupuesto de esta edición ha pasado de 3,5 millones a un millón, según señala el director. “El impacto mediático suele ser de 10 millones y no queremos que baje porque está siendo más impactante que nunca. Es bueno no poner solo el foco de atención en los problemas. Esto es la vida y hemos tomado una decisión valiente y responsable”.

El personal del festival Sonorama Ribera se somete a una prueba PCR, este jueves en Aranda de Duero, Burgos. Paco Santamaría (EFE)

El grupo de amigos de Castro se siente acogido en la ciudad. “La gente que trabaja en los bares y en los supermercados nos está tratando muy bien y se nota cierto enfado con la Junta por tantas restricciones”, comenta. Para la organización fue complicado mantener en pie el evento, pero pensaron, entre otras cosas, en esos 1.200 puestos de trabajo. “A ningún músico o trabajador de la industria le regalan la comida. Este sector no dista de los demás. Es necesario proteger el sitio de estas personas. Nosotros este año hemos contratado a 500, más los puestos que se crearán de manera indirecta”, explica.

A la apuesta de celebrar los conciertos, se le suma la necesidad de hacerlos accesibles. Junto con la Fundación Music for All, encargados de la inclusión de personas con discapacidad y capacidades diversas en el ámbito musical y cultural, han creado una web accesible, colocarán balizas de guiado, subtitulado en directo o mochilas vibratorias para las personas con discapacidad auditiva, entre otros. “Con todo, era complicado hacer esta edición, pero nuestro compromiso era grande y ha sido una decisión bien tomada, más allá de los errores que puede haber”, resume el director.

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