La distopía cubana

Han ido a por Hamlet Lavastida para que los cubanos que estamos fuera no nos atrevamos a volver si tenemos la intención de manifestarnos contra la violencia política

Un grupo de manifestantes protestan contra la represión del Gobierno cubano en apoyo al Movimiento San Isidro en Miami, en diciembre de 2020.Giorgio Viera (EFE)

Hamlet Lavastida, un excelente artista cubano y amigo, se encuentra encarcelado en el cuartel general de la Seguridad del Estado en La Habana (conocido como Villa Marista) por pensar distinto a la ideología que impone el gobierno de Cuba, el cual insiste en llamarse “revolucionario” sin serlo.

Han ido a por Hamlet porque regresó hace apenas una semana de Alemania, tras permanecer un año en una residencia artística en el Kunstlerhaus Bethanien ...

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Hamlet Lavastida, un excelente artista cubano y amigo, se encuentra encarcelado en el cuartel general de la Seguridad del Estado en La Habana (conocido como Villa Marista) por pensar distinto a la ideología que impone el gobierno de Cuba, el cual insiste en llamarse “revolucionario” sin serlo.

Han ido a por Hamlet porque regresó hace apenas una semana de Alemania, tras permanecer un año en una residencia artística en el Kunstlerhaus Bethanien Berlín, y con el objetivo de que los cubanos que estamos fuera no nos atrevamos a volver a la isla si traemos intenciones de manifestarnos contra la violencia política que hoy consume al país.

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Comparto un fragmento de una conversación en un chat privado entre colegas artistas, activistas y profesionales del mundo del arte que da una idea de la violencia a la que estamos sometidos. Los nombres han sido modificados por seguridad:

—Sonia: Amigos, necesito la versión final [una carta de apoyo y solidaridad a Lavastida] lo antes posible para corregir la traducción.

—Leonardo: Emilia la tiene.

—Costa: ¿Con las nuevas firmas?

—Emilia (en Cuba): Hay un tremendo operativo armado debajo de mi casa. He contado 15 personas.

—Leonardo: ¿Quién va a poner la carta en Change.com? Emilia tiene a la policía en el edificio, no responde, seguro que le cortaron los datos móviles.

—Emilia: Borro todas mis apps para que no las filtren si me agarran.

—Pablo: Hay un operativo grande en los bajos de casa de Emilia y a Sofía se la llevaron.

—Fuentes: Hijos de perra.

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La escalada represiva del régimen cubano desde 2018 se ha radicalizado y ya acumula 138 presos políticos. En este contexto, han surgido grupos de activismo cívico organizados a través de las redes y se han unido muchos talentos interdisciplinares para darle cuerpo y forma a un malestar nacional: el de la extrema pobreza, la opresión, el racismo institucional, la homofobia, las causas ambientales o la demanda de liberalizar la economía del país. El Movimiento San Isidro y el 27N son los ejemplos más conocidos.

Mientras Hamlet permanece encarcelado, la Seguridad del Estado intenta construir un caso falso en su contra por el supuesto de crimen de “incitación a delinquir”, y cuya única prueba es una línea extraída de un chat privado entre amigos filtrada ilegalmente en televisión nacional. Hamlet proponía marcar billetes de pesos cubanos con las insignias del 27N y el Movimiento San Isidro, una acción que no viola ninguna ley nacional, y que nunca se llegó a realizar; lo que le da un sabor distópico a todo el caso, inspirado por la historia de ciencia ficción de Philip K. Dick que luego se convirtió en Minority Report. ¿Cómo condenar a una persona por un supuesto delito que debería haber cometido en el futuro? Marcar un billete no pasa de una acción poética inofensiva.

Hace solo dos semanas, estaba en Berlín organizando mi próxima exposición para KOW Gallery y, por supuesto, me encontré con Hamlet, con quien tengo una profunda amistad desde hace años. Le dije: “Hermano, como están las cosas en Cuba es muy peligroso que viajes ahora”. Me contestó que tenía que regresar porque se vencía su periodo de estar en el extranjero sin perder la residencia. No importa que hayas nacido en Cuba, si te pasas más de dos años fuera pierdes tu residencia y los derechos asociados a ella, como, por ejemplo, propiedades.

Detrás de su regreso también hay una historia de amor. Hamlet me confesó que quería regresar con su amiga poeta y activista Katherine Bisquet. Cuando tomó el vuelo no sabía que sus opciones eran tan limitadas: la cárcel en Cuba o vivir en el destierro y la determinación de encontrarse con su amiga era un imposible que al final lo condujo al encierro.

Y esta es la imagen que me persigue en estos días: Hamlet no pudo regresar libre a La Habana a su encuentro con Katherine solo por sus ideas y por el arte que hace.

Marco A. Castillo es un artista cubano, exmiembro del colectivo Los Carpinteros.

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