Lorenzo Silva: “Falta conexión con la herencia cultural de Castilla”

El escritor se aleja del género negro con ‘Castellano’, en el que emprende un viaje por el pasado y el presente de las ciudades que se alzaron contra Carlos V hace 500 años

El escritor Lorenzo Silva, en Toledo, este jueves.Carlos Ruiz (EL PAÍS)

En la toledana plaza de Zocodover, sombrero de Panamá en mano, ha arrancado este jueves el recorrido Lorenzo Silva con una veintena de periodistas por algunos de los escenarios de la revuelta de los Comuneros, el episodio histórico central en su nueva novela, Castellano (Destino). El alzamiento, que hace cinco siglos hizo temblar el trono del joven emperador Carlos V, la ejecución de Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco ...

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En la toledana plaza de Zocodover, sombrero de Panamá en mano, ha arrancado este jueves el recorrido Lorenzo Silva con una veintena de periodistas por algunos de los escenarios de la revuelta de los Comuneros, el episodio histórico central en su nueva novela, Castellano (Destino). El alzamiento, que hace cinco siglos hizo temblar el trono del joven emperador Carlos V, la ejecución de Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado en 1521 y la fiera resistencia de María Pacheco hasta el año siguiente son el nudo central de un libro en el que Silva mezcla pasado y presente.

El narrador de la nueva novela recorre las tierras castellanas durante la actual pandemia y echa la vista atrás para tratar de reflexionar sobre la identidad castellana y el legado de la historia. Una versión más acotada de eso mismo fue el paseo con el autor por el centro histórico de Toledo, donde apenas se divisaban media docena de turistas. “Los comuneros fue una revuelta contra los impuestos, pero también una reivindicación de la libertad”, defendió el escritor, que sigue la línea de José María Maravall, Joseph Pérez o Manuel Azaña, quienes vieron en este hecho la primera revolución moderna. “Libertad fue el grito de Padilla, contrario a los impuestos abusivos con los que Carlos V quería financiar sus campañas militares de gran emperador de Europa. Es una revolución que invoca leyes y que defiende que el reino tiene que regirse”.

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Entre las lecciones contemporáneas de esta historia castellana, Silva —que señala que el problema con el término libertad hoy es que “es una palabra demasiado amplia que se emplea para defender la propia idiosincrasia”— se refiere a “la contraposición entre poder y población, y cómo provoca movimientos sísmicos”. Defiende que las leyes aprobadas por los comuneros hace 500 años vienen a demostrar que “no hay libertad fuera de las leyes; no la hay en caudillos, ni en movimientos que la piden de manera emocional”. No eludió un balance de los resultados electorales en Madrid, donde “Libertad” fue el lema de campaña de Isabel Díaz Ayuso. “Se cumplen 10 años del 15M, una explosión de descontento, y ahora se produce el colapso con la desaparición de Ciudadanos y el líder de Podemos vencido y derrotado. El nuevo viraje también es contra el poder”.

Con este libro, el creador de la saga de novelas negras protagonizadas por Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, se ha tomado un respiro del género policiaco y reclama una herencia olvidada. “El carácter transversal de la revuelta aleja este episodio de una simple algarada medieval. Se revuelve todo el reino y hay una asamblea solidaria de todas las ciudades entre sí, y leyes para regular”, explicó el novelista, que se ha apoyado en los documentos originales reunidos en los volúmenes de Historia crítica documentada de las comunidades de Castilla, de Manuel Danvila. “No va contra nadie este libro, solo reivindico una Castilla que he visto que ha sido menospreciada, pero que nos ha dejado la lengua y una historia de resistencia a ser vasallos”.

En Zocodover se presentó entonces el obispo de Zamora, Acuña, tras la ejecución del capitán Padilla, pero su viuda, María Pacheco, resistió como gobernadora rebelde la ciudad. El recorrido de Silva avanzó cuesta arriba entre andamios de obras, pasando por delante de las dependencias de la Agencia Tributaria y con algunas esquelas en las puertas de los bares que hacían referencia a la situación crítica por la ausencia de turismo y cierre de la hostelería en tiempos de pandemia.

El autor se detuvo en el monumento a Garcilaso de la Vega, que a pesar de ser leal al emperador sufrió el castigo real por asistir a la boda de una sobrina hija de un comunero, y habló de la dura represión del rey. En la plaza donde se levantaba la casa de Padilla y donde desde 2015 al fin hay una estatua dedicada al héroe rebelde, el escritor habló con admiración de María Pacheco y el cañón que sacó cuando le pidieron que entregara las armas. Ella no tiene monumento ni calle en la ciudad, denuncia el escritor. Culta y valiente, acabó escapando de la ciudad y exiliada en Oporto, ciudad que alcanza Silva en su libro y que está bañada por el Duero, como Tordesillas, donde estaba la reina Juana igualmente recluida.

Apasionado de la historia, el escritor se mueve en Castellano desde el siglo XVI al XXI, con menciones al Cid, a Fernán González, al Quijote. “Es una historia sobre la identidad castellana del narrador que la cuenta y de los comuneros y que es muy distinta de la que veo invocada a mi alrededor. La identidad se presenta como parámetro colectivo, pero yo creo que es una aventura individual, un viaje personal y libre”, añadió. “La sobriedad y el estilo cabal pueden ser también rigidez, porque todas las virtudes tienen un reverso”. La identidad que se propuso explorar en este libro le llevó a pueblos despoblados y a ver cómo Castilla fue decayendo. “Falta conexión con la herencia cultural”, concluyó el autor.

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