‘Monster Hunter’, un universo de dragones y modorras

Paul W. S. Anderson lleva casi tres décadas haciendo cine de acción y aventuras conscientemente banal.

Milla Jovovich, en ‘Monster Hunter’. En el vídeo, tráiler de la película.

Paul W. S. Anderson lleva casi tres décadas haciendo cine de acción y aventuras conscientemente banal. No va de nada en una época de pomposa impostura y de barata grandilocuencia, y ese sentido efervescente de la cinematografía le honra. Lo que no evita que sus trabajos, quizá con la excepción de la interesante y bastante más compleja Horizonte final (1997), que además no dejaba de ser entretenida, queden muy por debajo de lo que en su día hicieron los artesanos de serie B del Hollywood de otra época. Profesio...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Paul W. S. Anderson lleva casi tres décadas haciendo cine de acción y aventuras conscientemente banal. No va de nada en una época de pomposa impostura y de barata grandilocuencia, y ese sentido efervescente de la cinematografía le honra. Lo que no evita que sus trabajos, quizá con la excepción de la interesante y bastante más compleja Horizonte final (1997), que además no dejaba de ser entretenida, queden muy por debajo de lo que en su día hicieron los artesanos de serie B del Hollywood de otra época. Profesionales que, como Anderson en su nueva película, Monster Hunter, apelaron a la superficialidad, al exotismo y a la peripecia en otros mundos, con héroes de una pieza, dragones y mazmorras, para armar encantadores productos de tarde de domingo con palomitas.

De todos modos, la principal diferencia entre los relativamente baratos taquillazos de Anderson y la labor de aquellos artesanos —gente como Don Chaffey o Cy Enfield, que tuvieron la suerte de trabajar con las maquetas y los efectos del mago Ray Harryhausen— es que él también escribe sus historias y además las suele producir. ¿Un autor entonces? Difícilmente. Anderson supera cualquier categoría, aunque no se sabe bien si por arriba o por abajo. El director de péplums digitales como Pompeya, de ciencia ficción y terror de saldo como Alien vs. Predator, de delirios clásicos como Los tres mosqueteros, y de numerosas adaptaciones de videojuegos, con la serie Resident Evil como bandera, ha compuesto en Monster Hunter, inspirada también en un famoso videojuego de acción y lucha, un refrito entre el cine bélico, el de acción, el de artes marciales y el de aventura, con mucho trueno, alguna imagen potente y poca chicha, sobre todo por la modorra del segundo acto, reiterativo, vacío y sin carisma.

Al guionista Anderson no le interesan demasiado las explicaciones, de modo que los contactos entre nuestro mundo y el de la fantasía surgen simplemente porque sí: un grupo de soldados estadounidenses en un desierto de Oriente Próximo cae, como en una especie de triángulo de las Bermudas de arena, en una dimensión alternativa con monstruos e indígenas. No es más que la excusa para la acción, pero únicamente aguanta el primer acto, el más cercano al bélico. Al resto le falta justo lo que deben tener estas películas: imaginación.

MONSTER HUNTER

Dirección: Paul W. S. Anderson.

Intérpretes: Milla Jovovich, Toni Jaa, Ron Perlman, Diego Boneta.

Género: fantasía. EE UU, 2020.

Duración: 99 minutos.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Sobre la firma

Más información

Archivado En