El sistema está podrido
La revolución feminista ha llegado para quedarse y buena prueba de ello son los dos rápidos productos audiovisuales sobre las maquinaciones de Roger Ailes
“Lo chocante es que haya resistido tantos años y ahora se venga abajo tan de repente”, dijo el periodista Gabriel Sherman tras la dimisión pactada de Roger Ailes como ideólogo ejecutivo de la cadena Fox News, a causa de las acusaciones de varias presentadoras por acoso sexual. Sherman, que comenzó con un reportaje de investigación para la revista New York y acabó escribiendo un libro, The Loudest Voice in the Room: How the Brilliant, Bombastic Roger Ailes Built Fox News and Divided the Country, resume a la perfección con la frase inicial la deriva de los nuevos tiempos. Se ha...
“Lo chocante es que haya resistido tantos años y ahora se venga abajo tan de repente”, dijo el periodista Gabriel Sherman tras la dimisión pactada de Roger Ailes como ideólogo ejecutivo de la cadena Fox News, a causa de las acusaciones de varias presentadoras por acoso sexual. Sherman, que comenzó con un reportaje de investigación para la revista New York y acabó escribiendo un libro, The Loudest Voice in the Room: How the Brilliant, Bombastic Roger Ailes Built Fox News and Divided the Country, resume a la perfección con la frase inicial la deriva de los nuevos tiempos. Se ha acabado la bula. La revolución feminista ha llegado para quedarse y buena prueba de ello son los dos rápidos productos audiovisuales sobre las maquinaciones de Ailes: La voz más alta, excelente serie de televisión de Showtime (que en España emite Movistar), basada en el libro de Sherman, y la notable película El escándalo, dirigida por Jay Roach, que hoy se estrena en cines, y que cambia el foco desde el ejecutivo acosador hasta las mujeres acorraladas, interpretadas por las formidables Charlize Theron, Nicole Kidman y Margot Robbie, aquí protagonistas de un drama social de ambiciones, perversiones y manipulaciones.
EL ESCÁNDALO
Dirección: Jay Roach.
Intérpretes: Charlize Theron, Nicole Kidman, Margot Robbie, John Lithgow.
Género: drama. EE UU, 2019.
Duración: 109 minutos.
A diferencia de la serie protagonizada por Russell Crowe, que recoge dos décadas de trabajo y depravación en la figura de Ailes, la película de Roach desplaza el punto de vista, y no solo hacia las acosadas sino también hacia sus compañeros de trabajo. Así, lo mejor de El escándalo es su subtexto final: lo que está podrido, tanto o más que Ailes, es el sistema. El amparado por el miedo, la desigualdad y el dinero. El marcado por los compadreos entre jefes, la falta de apoyo y el perfil bajo, los compañeros de mirada oblicua y los que denigran, el terror a perder un puesto de trabajo, a no prosperar y, sobre todo, el de quedar marcada para siempre. La letra escarlata del siglo XXI.
Y en ese sistema, como también ocurría con una figura que no se nombra pero que pulula por toda la historia, la de Harvey Weinstein, la denuncia abarca a los cómplices, que son muchos: manos derechas y manos izquierdas; hombres, sobre todo, trepas machistas, delincuentes de camisa impoluta y demás ralea; pero también mujeres, alcahuetas, esposas sumisas. “Piensa en algo que dé miedo a tu abuela y que cabree a tu abuelo. Eso es materia de Fox News”. El eslogan oculto de Ailes funcionaba como paradigma del machismo y de la mentira. Y por esa bifurcación también aparece el presidente Donald Trump, a quien el ejecutivo llegó a asesorar.
Tiene El escándalo algunos problemas de narración. Comienza con las mujeres mirando a cámara y la fórmula se olvida pronto. Y opta la mayoría de las veces por la falta de representación y por el carácter elíptico del envilecimiento sexual, a diferencia de la serie de Showtime, que sin ser siempre explícita se apoyaba en la continuidad de una imagen terrible: una de las mujeres acosadas lavándose la boca en el lavabo tras las felaciones. Pero, a cambio, es (aún) más certera en sus disparos hacia todos los culpables, incluido Rupert Murdoch, el magnate que sostuvo a Ailes y que luego lo dejó caer, machacado con una frase final puesta en su propia boca: “Roger, tu versión ya no tiene la audiencia suficiente”.