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Jugando a los dados mientras esperas la muerte

La excavación del castillo gerundense de Montsoriu devuelve a la luz los juegos de mesa y las monedas de los soldados que lo defendían del rey de Aragón en el siglo XIV

Vista aérea del castillo gerundense de Montsoriu.
Vista aérea del castillo gerundense de Montsoriu.Ricard Vaqué

En 1367, las tropas del rey aragonés Pedro IV —unos 1.200 hombres— pusieron cerco al castillo de Montsoriu (Arbúcies-Sant Feliu de Buixalleu, Girona). Pero la fortaleza, en manos del vizcondado de Cabrera, resistió la embestida militar y eso que el número de defensores era notablemente inferior. Un sistema de murallas concéntricas, la dificultad de acceso al cerro sobre el que se levanta y su excelente sistema de aprovisionamiento...

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En 1367, las tropas del rey aragonés Pedro IV —unos 1.200 hombres— pusieron cerco al castillo de Montsoriu (Arbúcies-Sant Feliu de Buixalleu, Girona). Pero la fortaleza, en manos del vizcondado de Cabrera, resistió la embestida militar y eso que el número de defensores era notablemente inferior. Un sistema de murallas concéntricas, la dificultad de acceso al cerro sobre el que se levanta y su excelente sistema de aprovisionamiento de agua —contaba con, al menos, cuatro grandes cisternas— lo hacían inexpugnable. Ahora, las excavaciones arqueológicas que lleva a cabo el Museo Etnológico del Montseny han sacado a la luz 33 monedas acuñadas entre 1291 y la primera mitad del siglo XIV —reinados de Jaime II, Alfonso IV y Pedro IV de Aragón— además de armas y fichas de juegos de mesa, incluidos dados. El material coincide en el tiempo con el fallido ataque.

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“El conjunto de piezas lo hemos hallado”, explica Joaquim Mateu, arqueólogo del museo gerundense, “en las excavaciones de la torre que se han llevado a cabo en las últimas semanas. Las monedas no estaban todas agrupadas, sino distribuidas por el suelo, junto con las armas o los juegos”. Para Jordi Tura, director del museo etnológico, se trata, por tanto, de una “gran sorpresa” que evidencia el equipamiento del que disponía la guarnición del castillo.

Los trabajos de la docena de arqueólogos que han intervenido en la última campaña —en la que ha cooperado también el Museo de Arqueología de Cataluña, el Ayuntamiento de Arbúcies y el Patronato del Castillo de Montsoriu— se han centrado tanto en la citada torre rectangular como en el foso perimetral de cuatro metros de ancho que la rodea.

“Posiblemente sea el arsenal de la guarnición. Hay objetos extraordinarios, como los ganchos para tensar las ballestas, la nuez [un hueso labrado que forma parte del mecanismo y hace de propulsor], más de 40 proyectiles, tres empuñaduras de daga, puntas de lanza, cuchillos, luces de aceite, dedales, dados, fichas de juego, recipientes cerámicos…”, enumera Tura. Las monedas encontradas proceden todas de cecas catalanas, valencianas y aragonesas y fueron fabricadas en plata y cobre.

Cuatro de las monedas y un dado hallados en el castillo de Montsoriu.Museu Etnològic del Montseny

El cronista Bernat Desclot escribió a finales del siglo XIII que el castillo de doble muralla de Montsoriu era uno de los “más bellos y nobles del mundo”. Sin embargo, un terremoto a mediados del XV y numerosos conflictos bélicos lo fueron degradando. Fue protagonista en las guerras civiles catalanas (1462-1472), ocupado por los tercios en 1653, por las tropas napoleónicas en 1808 y por las carlistas en 1833. “Digamos que estaba en primera línea antes de Barcelona”, explica Mateu.

Su degradación —se convirtió en un lugar de reunión de los excursionistas y curiosos de la comarca a finales del XIX— llegó hasta 1993, cuando comenzó su definitiva restauración —ahora es visitable— y comenzaron las sorpresas arqueológicas.

En 2007, se hallaron 400 piezas que formaban parte de un ajuar del siglo XVI, que incluía objetos de lujo, como copas de vidrio, cuentas de coral, jarras, platos, escudillas y hasta dos flautas dulces muy populares en el Renacimiento. Y ahora se han exhumado las monedas y los dados de los soldados del vizcondado, que se entretenían mientras esperaba el siguiente ataque del rey de Aragón.

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