Nalini Malani da voz a los silenciados en la Fundación Joan Miró de Barcelona

La artista india presenta su primera exposición en España en la que recorre 50 años de trabajos

'Todo lo que imaginamos como luz' una de las obras de Nalini Malani que puede verse en la Fundación Joan Miró. / DAVID CAMPOS

La artista Nalini Malani (Karachi, en el actual Pakistán, 74 años) ultimaba el 13 de marzo el montaje de su primera muestra en España pintando con grafito unos enormes murales en una de las salas de la Fundación Miró de Barcelona. Tenía tiempo, porque la muestra No me oyes, que recoge 50 años de sus trabajos, no se iba a inaugurar hasta unos días después. Pero el avance del coronavirus hizo que tuviera que subirse a toda prisa a un avión y regresar ...

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La artista Nalini Malani (Karachi, en el actual Pakistán, 74 años) ultimaba el 13 de marzo el montaje de su primera muestra en España pintando con grafito unos enormes murales en una de las salas de la Fundación Miró de Barcelona. Tenía tiempo, porque la muestra No me oyes, que recoge 50 años de sus trabajos, no se iba a inaugurar hasta unos días después. Pero el avance del coronavirus hizo que tuviera que subirse a toda prisa a un avión y regresar a Ámsterdam camino de su país natal, antes del cierre de fronteras.

Ella se marchó y la fundación, como todos los equipamientos culturales, cerró durante tres meses. Sus obras quedaron en silencio. Hasta este sábado, cuando podrán ver por fin la luz esas piezas inmersivas que navegan entre la mitología griega e india y que ella emplea para hablar del pasado, con mensajes de denuncia de la violencia, la guerra, el fundamentalismo, la opresión de la mujer, la globalización y el medio ambiente. Malani obtuvo en 2019 el VII Premio Joan Miró, dotado con 70.000 euros y que implica protagonizar una muestra.

Una de las obras de la exposición de Nalini Malani que se puede ver en la Fundación Miró.

“El silencio de una exposición es un momento maravilloso, dentro de la tragedia, porque a menudo montas una exposición y no tienes tiempo de digerirla”, explica Martina Millà, jefa de exposiciones de la Miró y comisaria de la muestra, que asegura que es la misma que estaba prevista inaugurar hace tres meses en la que Malani ya hizo alguna reflexión sobre la pandemia. “Por eso alguna de las figuras que se proyectan aparecen con mascarilla que impide contagiarte, pero también hablar”, puntualiza.

Todo comienza con Casandra, hija de los reyes de Troya que tenía el don de la profecía, pero a la que Apolo castigó, tras ser rechazado, con la maldición de que nadie la creería. Malani sí la cree, y de la mano de Martina Millà, la utiliza de hilo conductor para mostrar algunas de sus creaciones en las que trata sus temas a través de sombras chinas, teatro, cine, coloridas pinturas realizadas en acetatos, metacrilatos y cortos de animación que publica en su cuenta de Instagram (#malaninotebooks) proyectadas en las paredes de la fundación que ha perdido su virginal color blanco para teñir las paredes de colores de tonos oscuros. “Casandra simboliza aún hoy los conocimientos profundos e intuitivos de los individuos, a los que no se presta atención porque la humanidad se aleja cada vez más de los modelos de sociedad progresistas y no violentos; así como la manera de pensar y sentir de las mujeres, a menudo silenciada y menospreciada”, explicó Malani desde Ámsterdam, donde está confinada y retenida tras caducar su visado. No puede volar a India ni a Barcelona, donde la muestra estará abierta hasta el 29 de noviembre.

Nalini Malani dibujando una de las paredes de la Miró el mes de marzo pasado.Tanit Plana

Una pared de 30 metros

Casandra aparece en uno de los dibujos que ha hecho Malani en la pared, que desaparecerán durante una performance que se realizará por sorpresa, y en las 42 pinturas de Escuchar las sombras, que ocupan 30 metros de pared como si fueran un storyboard con aviones de combate que salen de la cabeza de la princesa troyana. Sus profecías son visibles en las salas en las que ha instalado paneles retroiluminados, como Todo lo que imaginamos como luz, una especie de vidriera laica en la que no hay santos sino hombres; en este caso indios y paquistaníes, que pelean por Cachemira, un territorio que consideran suyo desde la independencia británica y su separación en 1947, un año después de nacer Malani.

Con esta exposición, la Miró da un paso más en su vuelta a la normalidad tras reabrir el 12 de junio, por ahora de viernes a domingo. El cierre, como al resto de museos, ha pasado factura a este centro, que ha visto cómo los turistas (el 75% de sus visitantes) dejaban de venir y ponían en peligro su fuente de ingresos, ya que financian el 80% del centro. “Estamos pendientes de una reunión con el ministerio, la Generalitat y el Ayuntamiento para que tengan claro que esta colección es fruto de un acto de generosidad de Miró con Barcelona en 1975”, dijo el director, Marko Daniel, contento por poder inaugurar la muestra y esperanzado con superar esta crisis que ha llevado a hacer un ERTE para toda la plantilla durante la pandemia. “Dejaremos de ingresar 2,2 millones de euros de marzo y diciembre, que podrían ser 3,4 si no hubiéramos aplicado medidas de ahorro que suman 1,2 millones. No podemos esperar hasta final de año para solucionarlo, hay que hacerlo ya”, exhortó.

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