La sed por el “turismo oscuro”

Los 'tours' por lugares donde se cometieron cruentos crímenes generan cada vez más ingresos, pero también críticas

Un visitante toma una fotografía de máscaras antigás en una antigua base del ejército soviético, cerca de la Central Nuclear de Chernóbil.VALENTYN OGIRENKO (REUTERS)
Madrid -

Aquel hombre malherido decía la verdad. Y no solo. Cuando la policía accedió al apartamento de Jeffrey Dahmer, comprobó que se había quedado corto. Al fin, en julio de 1991, una de las víctimas había escapado de las garras de El Carnicero de Milwaukee, avisó a los agentes y puso fin a su horror. Durante años, el joven había violado, descuartizado y comido a 17 hombres. Su relato detallado durante el juicio, en el que se le condenó a más de nueve siglos de cárcel, provocó repulsión en Estados Unidos. Y sin em...

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Aquel hombre malherido decía la verdad. Y no solo. Cuando la policía accedió al apartamento de Jeffrey Dahmer, comprobó que se había quedado corto. Al fin, en julio de 1991, una de las víctimas había escapado de las garras de El Carnicero de Milwaukee, avisó a los agentes y puso fin a su horror. Durante años, el joven había violado, descuartizado y comido a 17 hombres. Su relato detallado durante el juicio, en el que se le condenó a más de nueve siglos de cárcel, provocó repulsión en Estados Unidos. Y sin embargo, hoy en día, Dahmer también despierta pasión: la agencia HangMan Tours ofrece hasta tres veces al día, cada sábado y domingo, un recorrido turístico por 30 dólares (27 euros) tras su estela de sangre.

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He aquí quizás el ejemplo más extremo del tanatoturismo, o turismo oscuro, un fenómeno cada vez más en boga, que genera millones de ingresos, pero también de críticas. En lugar de playas y montañas, estos viajeros tienen sed de tragedias, muerte, mística y magnetismo. Pero, ¿puede haber negocio y afición donde hubo —o sigue habiendo— drama y sufrimiento?

El lago más venenoso de Tanzania, la antigua cárcel de Alcatraz, los campos de exterminio nazis o la australiana Piscina del Demonio: hay decenas de lugares inquietantes para el turista oscuro, según lo que busque cada cual. Tanto que Míriam del Río ha recopilado estos, y muchos más, en el libro Turismo Dark (Luciérnaga), donde intenta explicar el origen de la tendencia: “Surgió de la percepción de que todo aquello que posee un aura oscura o guarda una historia sombría detrás genera un interés y una atracción difíciles de evitar”.

El caso más reciente es Chernobyl: el éxito de la serie de HBO ha multiplicado las agencias que proponen recorridos por los escenarios del drama nuclear de la antigua Unión Soviética. Meses antes, Netflix había estrenado la producción Dark Tourist. Pero el concepto viene de lejos: se considera que los profesores John Lennon y Malcolm Foley lo acuñaron en 1996.

Con su auge, crecen también los dilemas y problemas. Tanto los responsables de Auschwitz como el creador de Chernobyl, Craig Mazin, han pedido a los visitantes que respeten los lugares que pisan. Porque hay algo que une todos los turismos: ni los muertos detienen las ganas de selfis.

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