Apropiación de referentes

El argumento y el conflicto inicial de esta comedia pueden parecer originales, a no ser que se haya visto la obra maestra 'Pasaporte para Pimlico'

Imagen de 'La pequeña Suiza'.

Tras el derrumbamiento de una parte del suelo de su iglesia, los habitantes de un pequeño pueblo castellano lindante con el País Vasco, que siempre se ha debatido entre pertenecer a una u otra tierra, descubren un curioso hallazgo: una tumba y unos documentos que les podrían llegar a convertir en suizos y a formar parte de la confederación helvética.

El argumento y el conflicto inicial de La pequeña Suiza pueden parecer originales, a no ser que se haya visto Pasaporte para Pimlico (Henry Cornelius, 1949), que además no es una película cualquiera sino un mito de las com...

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Tras el derrumbamiento de una parte del suelo de su iglesia, los habitantes de un pequeño pueblo castellano lindante con el País Vasco, que siempre se ha debatido entre pertenecer a una u otra tierra, descubren un curioso hallazgo: una tumba y unos documentos que les podrían llegar a convertir en suizos y a formar parte de la confederación helvética.

LA PEQUEÑA SUIZA

Dirección: Kepa Sojo.

Intérpretes: Maggie Civantos, Jon Plazaola, Ingrid García Johnsson, Secun de la Rosa.

Género: comedia. España, 2019.

Duración: 88 minutos.

El argumento y el conflicto inicial de La pequeña Suiza pueden parecer originales, a no ser que se haya visto Pasaporte para Pimlico (Henry Cornelius, 1949), que además no es una película cualquiera sino un mito de las comedias británicas de la productora Ealing y una obra maestra. En ella, a causa de una bomba sin explotar de la Segunda Guerra Mundial y el desmoronamiento del suelo de una calle del barrio londinense de Pimlico, salen a la luz unos documentos que permiten a sus habitantes dejar de ser territorio británico para formar parte de la Borgoña francesa. ¿Apropiación cultural, referencia, homenaje o simple saqueo?

Lo bueno de la película dirigida y coescrita por Kepa Sojo es que, salvo su carácter coral y el personaje secundario que interpreta Karra Elejalde, clarísimo trasunto en testimonios, tono y objetivos narrativos del de Margaret Rutherford en Pasaporte para Pimlico, circula por distintos derroteros y apenas recoge más diálogos ni situaciones. Lo malo es que el nivel de esos nuevos caminos, asentados en los arquetipos castellano, vasco y suizo, y en los ejes de las comedias románticas con triángulo amoroso, es incomparable con la grandeza de la comedia de Cornelius, escrita por el genio de T. E. B. Clarke, y aún hoy de plena vigencia por sus paralelismos políticos con situaciones contemporáneas relacionadas con Cataluña, el Brexit, Gibraltar e incluso los territorios palestinos. Y aunque pueda parecer injusto el balance entre una y otra obras, al utilizar tan claramente el argumento inicial el cotejo es poco menos que imprescindible.

Sojo, historiador del cine y más habitual del cortometraje (Loco con ballesta, de 2013, era una estupenda muestra) que del largo (este es su segundo, tras El síndrome de Svensson, de 2006), apela al costumbrismo y a esa confrontación de modelos territoriales y de clase que triunfa en media Europa, y que en España tiene su más claro modelo en 8 apellidos vascos. Pero, salvo un par de meritorios chistes sobre ETA y el terrorismo (“Yo ahora voy de tranqui”) y el buen trabajo de los intérpretes con unos textos con dudoso fuste cómico, nada la eleva por encima de la medianía de la comedia regionalista española de los últimos años.

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