Coleccionar arte para combatir el hastío del trabajo

El abogado Luiz Teixeira de Freiras presenta 300 obras en la ciudad financiera del Santander

La instalación Miracolo italiano, de 2005, Damián Ortega.Damián Ortega and kurimanzutto

No es habitual encontrarse con un coleccionista de arte que hable con la franqueza del brasileño Luiz Augusto Teixeira de Freitas. Si empezó a comprar obras hace 20 años fue porque su exitosa vida como abogado no era muy interesante y quería algo más. "El arte me ha enseñado a tener una vida mejor. Tenía una vida muy aburrida como abogado y el arte me ha dado una interpretación distinta de la vida, de la muerte, de la existencia”, explicó él mismo en la presentación el pasado viernes de la exposición No habrá nunca una puerta. Estás adentro. Obras de la Coleçao Teixeira de Freitas, qu...

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No es habitual encontrarse con un coleccionista de arte que hable con la franqueza del brasileño Luiz Augusto Teixeira de Freitas. Si empezó a comprar obras hace 20 años fue porque su exitosa vida como abogado no era muy interesante y quería algo más. "El arte me ha enseñado a tener una vida mejor. Tenía una vida muy aburrida como abogado y el arte me ha dado una interpretación distinta de la vida, de la muerte, de la existencia”, explicó él mismo en la presentación el pasado viernes de la exposición No habrá nunca una puerta. Estás adentro. Obras de la Coleçao Teixeira de Freitas, que se abre al público este martes en la Ciudad Grupo Santander, en la madrileña localidad de Boadilla del Monte.

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“El coleccionista es secundario. Los artistas son lo más importante”, añadió, en compañía de su hija, Luiza, quien ejerce de comisaria de las más de 300 obras que componen la muestra. El abogado consideró que los artistas, en puridad, no deberían vivir de su arte, para no ver condicionado su proceso creativo de manera inmediata. Del mismo modo, expresó una doble contradicción por su propio protagonismo como coleccionista, cuando las exposiciones deben “hablar solo de los artistas” y por su propósito inicial de no mostrar sus obras. “Pero la vida está llena de contradicciones”, apostilló, mientras se encogía de hombros, el coleccionista residente en Lisboa y patrono de la Fundación Museo Reina Sofía.

De hecho, Teixeira de Freitas mostró la exposición a Manuel Borja-Villel, director de este museo, al que ha donado una instalación de Damián Ortega sobre la costumbre de acumular ladrillos para seguir construyendo una humilde casa en el futuro y evitar la subida de precios, mientras su hija hacía lo propio con los periodistas. Este artista mexicano es uno de los más representados en una colección que apostó en sus orígenes, sobre todo, por los artistas jóvenes con predominio de los latinoamericanos, por creadores consolidados de los años sesenta y setenta y también por los procedentes de países del Oriente Próximo.

La cotización de algunos de esos artistas se ha elevado notablemente durante los años en que ha ido atesorando la colección. Es el caso del venezolano Juan Araujo, del brasileño Jonathas de Andrade o del propio Ortega, del que se exhibe en el vestíbulo de la sala su espectacular Miracolo italiano, tres vespas colgadas del techo deconstruidas a modo de una aérea cadena de montaje. Sin embargo, Teixeira de Freitas rechazó de plano que concibiese su colección como una inversión para obtener un beneficio económico.

Luiz Augusto Teixeira, con algunas de sus obras, en una imagen cedida por la Fundación Santander.

El título de la exposición No habrá nunca una puerta. Estás adentro procede del primer verso del poema de Borges Laberinto: "Y el alcázar abarca el universo/ Y no tiene ni anverso ni reverso/ Ni externo muro ni secreto centro [...]". Explica el recorrido de la exposición que se inicia, precisamente, con una agobiante instalación de la artista visual polaca Mónica Sosnowska, en la que los pasillos se van estrechando conforme el visitante se va adentrando en un laberinto. Y, además, pone de relieve los nuevos caminos literarios, que incluyen los libros de artistas, por los que transita la colección, en un principio más enfocada a obras de inspiración arquitectónica.

Esta estructura laberíntica da una gran libertad para exponer las obras, buena parte de ellas conceptuales, de la colección que contiene también nombres como Cildo Meireles, Dahn Vo, Mona Hatoum, Gordon Matta-Clark, Jonathan Monk, Jorge Macchi, Julião Sarmento, Luisa Lambri, Nina Canell, Robert Kinmont, Sanja Ivekovic, Sofia Hultén, Tamar Guimarães o Walid Raad, La exposición, organizada por la Fundación Santander, se puede visitar tanto de manera individual como a través de grupos concertados hasta el 9 de junio en la ciudad financiera del Grupo Santander, en la que trabajan unas 6.000 personas, en un entorno rodeado de olivos y campos.

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