Muere Arthur Mitchell, la primera estrella negra del ballet, a los 84 años

El bailarín, coreógrafo, maestro y director, fallecido en Nueva York, rompió las barreras raciales y alcanzó el estatus de divo entre los cincuenta y los sesenta

Arthur Mitchell, el 21 de octubre de 2004, en Nueva York. Bebeto Matthews (AP)

El exbailarín, coreógrafo, maestro y director Arthur Mitchell murió ayer día 19 de septiembre en un hospital de Manhattan por complicaciones cardíacas, a los 84 años. Había nacido el 27 de marzo de 1934 también en Nueva York. En épocas recientes, una espuria historiografía oportunista ha intoxicado la historia de la danza intentado arrebatar a Mitchell su muy gloriosa primacía; varios bailarines de raza negra han intentado arrogarse el haber sido pioneros en la especialidad ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El exbailarín, coreógrafo, maestro y director Arthur Mitchell murió ayer día 19 de septiembre en un hospital de Manhattan por complicaciones cardíacas, a los 84 años. Había nacido el 27 de marzo de 1934 también en Nueva York. En épocas recientes, una espuria historiografía oportunista ha intoxicado la historia de la danza intentado arrebatar a Mitchell su muy gloriosa primacía; varios bailarines de raza negra han intentado arrogarse el haber sido pioneros en la especialidad del ballet clásico, pero este es un laurel único que en realidad pertenece a Arthur Mitchell, y en segundo lugar, a otro héroe también estadounidense, John Jones (Filadelfia, 1937) con quien coincidió en algunas plazas de su etapa formativa y en las compañías New York City Ballet [NYCB] y Dance Theatre of Harlem.

Más información

Mitchell fue el primer bailarín negro en conseguir la consideración de estrella del ballet, y permaneció en el NYCB bajo las órdenes de George Balanchine desde 1956 a 1968, que creó para él papeles trascendentes como en Sueño de una noche de verano (1962); Agon (1967); Metastaseis & Pithoprakta (1968), compleja obra basada en dos piezas orquestales de Iannis Xenakis donde compartía el protagonismo con Suzanne Farrell, entre otros. También tuvo roles en las creaciones de Ebony Concerto (1960) de John Taras y The Uniconrn, the Gorgon and the Manticore (1963) de John Butler. Los papeles del pas de deux de Agon junto a Diana Adams y el Puck de Sueño... fueron marcados para siempre por su genio interpretativo. El último ballet que Mitchell bailó en el NYCB fue la versión de Balanchine de Requiem Canticles (Stravinski) en 1968 poco después del asesinato del líder negro y creada en su honor. En 1963 fue invitado de honor del Stuttgart Ballet para encarnar el Mercutio en el Romeo y Julieta de John Cranko.

Arthur Mitchell estudió primero claqué y en la High School of Performing Arts de Manhattan, donde se inició en la danza moderna y sus maestros fueron Shirley Broughton y Donald McKayle (un discípulo de Graham y Cunningham). En 1952 apareció ya como bailarín profesional antes de graduarse en la reposición parisiense de Four Saints in Three Acts (la famosa e irreverente ópera con música de Virgil Thomson, libreto de Gertrude Stein y coreografía original de Frederick Ashton) donde artistas negros representan a santos como Ignacio de Loyola y Teresa de Ávila; Mitchell hacía el papel del Ángel. Tras esta aventura vanguardista, recibe una beca del Bennington College de Vermont y a la vez una invitación de Lincoln Kirstein para perfeccionarse en la School of American Ballet, y el joven bailarín negro se decide por la segunda opción a la vez que seguía bailando en varias compañías modernas. En 1954 hace su debú en Broadway en el musical House of Flowers y John Butler se lo lleva con su compañía a girar por Europa como figura solista. A su regreso a los Estados Unidos entra en el NYCB y debuta en la obra Western Symphony en una inesperada y repentina sustitución de la estrella Jacques D’Amboise que debía rodar un filme, comenzando una imparable carrera de éxitos de crítica y público; críticos como Walter Terry ya le mencionan y ponen el foco en su talento.

Mitchell siempre estuvo pluriempleado. No estaba quieto nunca, creando e inventando nuevas propuestas. En 1966 crea una compañía de poca vida: la American Negro Dance Company; después, con ayuda del gobierno norteamericano, marcha a Brasil para fundar el Ballet Nacional, con claros propósitos de integración racial que se reflejaron después en la composición de las compañías de Sao Paulo y Río de Janeiro, dejando creaciones también en la Compañía Brasileira de Ballet. En 1968, golpeado y conmocionado por el asesinato de Martin Luther King, responde con la creación de un ballet clásico negro con su escuela adjunta (que acoge hoy, más de 60 años después, a 300 alumnos), e invita a Shook (casi 15 años mayor que él y a quien consideraba su mentor principal) para que le asista en la ingente labor de estructurar de la nada una empresa así. La principal ayuda privada vino de la Fundación Ford.

Debe destacarse que Arthur Mitchell bailó con el New York City Ballet en Rusia en 1962 (Teatro Bolshoi de Moscú, Ópera de Tbilisi y Teatro Kirov de Leningrado) y tres años después en la Ópera de París en la que era la cuarta gira francesa del conjunto neoyorquino y la primera vez que bailaban sobre las tablas del Garnier. No huelga señalar que era la primera vez que un primer bailarín negro pisaba esos escenarios.

Después de su fructífera etapa en el NYCB, Mitchell fue el fundador y primer director artístico del Dance Theatre of Harlem, la primera compañía en el mundo compuesta por bailarines de raza negra y dedicada al ballet académico creada junto a Karel Shook en 1968; tras varias representaciones promocionales en museos e intentos de debú oficial, este se produjo en 1971; ese mismo año en el verano, Gian Carlo Menotti invita a Mitchell al festival de Dos Mundos de Spoleto, donde actúa exitosamente con una plantilla de 20 bailarines, ya antes, en 1960 y 1961 Mitchell había bailado en esa ciudad italiana. En el Dance Theatre of Harlem produjo un título hoy histórico, la Giselle creole (con el concurso coréutico de Frederick Franklin), y en 1988 hace su histórica gira por la Unión Soviética; en 1990 van a Egipto con representaciones en El Cairo y otras ciudades, llevando el conjunto a Sudáfrica, donde volvieron en 1992, aportando un modelo que luego seguiría el Ballet de Johannesburgo. Cuando en 1996 el presidente Bill Clinton le impuso la Medalla Nacional de las Artes se cerraba un ciclo importante, era el momento de la recapitulación: en 1981 el Dance Theatre of Harlem había actuado en el Covent Garden de Londres y en 1982 hizo su primera temporada en el Metropolitan Opera Lincoln Center de Nueva York. Entre las coreografías de Mitchell destacan Ode to Otis (1969, sobre canciones de Otis Redding); Biosfera (Marlos Nobre); Timperturbably Blue (Duke Ellington, 1970); Holberg Suite (Evgard Grieg, 1970) y las dos versiones de Tones (Tania León); también Fête noire (Shostakovich, 1971); Manifestations (1975); El mar (Benson, 1977); South Africa Suite (1999, Soweto Quartet); y Ribbon in the sky (2002, Stevie Wonder), revisó el Sherezade de Mijail Fokin y Un tranvía llamado deseo de Valerie Bettis. Su archivo fue adquirido en 2015 por la Universidad de Columbia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En