El ritmo de ‘Totem’

La música carga de emoción las acrobacias del espectáculo del Cirque du Soleil

Un bailarín amerindio. Totem

La música es capaz de manipular las emociones. Una película de terror no sería lo mismo sin sonido, al igual que el encuentro entre dos amantes mitigaría su pasión si no sonase una melodía. De la misma manera Totem, del Cirque du Soleil, no se entendería sin su música. Ale Romero, sevillano y “de formación autodidacta”, es el director musical del espectáculo, una tarea en la que “no hay tiempo para dudar”: “No somos nadie el uno sin el otro; los acróbatas, malabaristas o contorsionistas necesitan la música para hacer su acto y los músicos l...

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La música es capaz de manipular las emociones. Una película de terror no sería lo mismo sin sonido, al igual que el encuentro entre dos amantes mitigaría su pasión si no sonase una melodía. De la misma manera Totem, del Cirque du Soleil, no se entendería sin su música. Ale Romero, sevillano y “de formación autodidacta”, es el director musical del espectáculo, una tarea en la que “no hay tiempo para dudar”: “No somos nadie el uno sin el otro; los acróbatas, malabaristas o contorsionistas necesitan la música para hacer su acto y los músicos los necesitamos a ellos para tocar, si tocas la música de 'Totem' y no hay nadie el escenario te falta algo. Todo está pensado para que vayan de la mano”. 

Romero tiene la función de sincronizar la música a las acrobacias que se producen sobre el escenario. “Además de tocar teclados y acordeón tengo un micro con el que me comunico con mis siete compañeros y con el 'manager' de escena. No hay tiempo para dudar, hay que intentar ser lo más eficaz posible y tomar decisiones sobre la marcha porque cada show es diferente al anterior”, explica.

La voz de África

Las voces de Totem añaden emoción y veracidad al argumento que conecta los actos. Esi Acquaah-Harrison es una de ellas. Se crió en Ghana, pero se ha asentado en Reino Unido. En este espectáculo ha ahondado en sus raíces para volcar su cultura sobre el escenario, añadiendo la "autenticidad del sonido africano", como ella dice, al relato de la humanidad que el espectáculo quiere transmitir.

El personaje de Acquaah-Harrison es la primera voz que suena sobre el escenario y también la última. "Todo un honor", comenta. Disfruta de cierta libertad sobre el escenario y juega con ella, arropada por un atuendo espectacular. Asegura que cada día es diferente e intenta dar lo mejor de sí misma, viviendo el personaje como si se tratara de su propio ser. Incluso en los peores momentos, ejemplifica, como cuando su padre falleció en Ghana mientras ella giraba con la compañía. "Solo intento compartir mi propia experiencia y pensar que hay alguien que nunca ha visto 'Totem' y tiene que quedar cautivado", apunta.

Los creadores del Cirque du Soleil han confeccionado también su propio idioma para algunos de los actos, que Acquaah-Harrison llama “lenguaje Totem”. “Como nunca nadie me dio un significado para la letra, decidí sacarle sentido a lo que sentía que la música me estaba diciendo. Interpreté los diferentes estados de ánimo y emociones que sentí y continúo sintiendo incluso hoy y superpuse estas sensaciones en las letras”, explica. Su conocimientos de tres lenguas ghanesas, así como de la propia cultura, “se ha agregado al sabor”, añade.

Totem narra la evolución de la humanidad y el encuentro entre culturas, así que la presencia de sonidos y voces étnicos es indispensable. Un ejemplo son los dos actos que realizan con bailarines indígenas. “Yo nunca trabajé con esta cultura antes y al principio tenía miedo de hacer algo que les faltara el respeto”, confiesa el músico, que señala que por suerte Christian Laveau, cantante de la tribu canadiense de los Wendake, se encarga de verificar y explicarle “cómo ellos ven la música y cómo hacer que suene verdadero”.

La música de Totem está compuesta por los canadienses Bob&Bill y Romero ha colaborado con ellos aportando algunas ideas. No obstante la música muda como el mismo espectáculo y recientemente el director ha tenido que crear una nueva parte para uno de los actos. Cuando compone para el Cirque du Soleil especifica que “hay que tener muy en cuenta lo que la gente está viendo”, asistir a los ensayos para “tratar luego de encontrar la música adecuada al movimiento del artista y estar siempre dentro del concepto del show”. 

No es el primer espectáculo de la compañía en el que participa. Anteriormente trabajó en Saltimbanco y Varekai. Su llegada al circo no fue casual. Lo descubrió en 2004 cuando compró un par de entradas para el espectáculo. “Desde que aquello empezó me quedé con la boca abierta, todo me asombró, pero principalmente la música, en directo y totalmente sincronizada con lo que ocurría en el escenario”, recuerda. Apenas empezaba con su carrera como músico profesional y no se sintió preparado para intentar trabajar con ellos. Años más tarde les envió un vídeo y unos meses después se estrenaba con Saltimbanco. “Sí, fue un sueño hecho realidad”, confirma.

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