La asfixia de la naturaleza

La acumulación de recursos, el sonido ambiente, la narración y la música acaban solapándose y uno por lo que clama es porque la película respire

En determinadas películas los desperfectos se empiezan a notar en menos de un minuto. Comienza Cantábrico, cuarto largometraje documental de Joaquín Gutiérrez Acha, todos ellos de naturaleza, centrado en la fauna y la flora de la cordillera, y se ven unas gotas de agua cayendo de las estalactitas de una gruta. Y se escucha su sonido. Pero a los poquísimos segundos, no más de cinco, comienza una voz en off que dice algo así como: "Esta es la banda sonora de un paraje...". Y ya no para en (casi) toda la película. Tampoco la música, que se adhiere pronto al conjunto. Y más no si...

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CANTÁBRICO

Dirección: Joaquín Gutiérrez Acha.

Género: documental de naturaleza. España, 2017.

Duración: 101 minutos.

En determinadas películas los desperfectos se empiezan a notar en menos de un minuto. Comienza Cantábrico, cuarto largometraje documental de Joaquín Gutiérrez Acha, todos ellos de naturaleza, centrado en la fauna y la flora de la cordillera, y se ven unas gotas de agua cayendo de las estalactitas de una gruta. Y se escucha su sonido. Pero a los poquísimos segundos, no más de cinco, comienza una voz en off que dice algo así como: "Esta es la banda sonora de un paraje...". Y ya no para en (casi) toda la película. Tampoco la música, que se adhiere pronto al conjunto. Y más no siempre es más; a veces, más es menos. La acumulación de recursos, el sonido ambiente, la narración y la música acaban solapándose y uno por lo que clama es porque la película, como la naturaleza, respire. Porque se está ahogando. Y en realidad apenas se escucha el sonido de esa banda sonora de inclemencias del tiempo y corrientes naturales, de zumbidos y gruñidos animales.

Parte del texto en off, casi perpetuo, es informativo. Y otra parte, a veces conjuntamente, es literario. Pero sólo en puntuales ocasiones aporta aspectos imprescindibles o rezuma lirismo verdadero. La fórmula narrativa de Gutiérrez Acha ya fue utilizada en su anterior película, Guadalquivir, locutada además con el tono algo pomposo de Estrella Morente. Aquí se ha preferido un narrador más neutro, y rebajar la poesía en favor de la ironía. Los resultados son algo mejores en el texto en sí, pero peores en su constante presencia.

Y es una pena porque detrás de esa imágenes debe haber un trabajo paciente, de mucho mérito; y las hay bellísimas, impresionantes. Como esa larga persecución del ciervo por una manada de lobos. Pero nadie quiere que se la expliquen, que se redunde en la imagen con el texto. Solo quiere verla.

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