Análisis

Un aire berlinés y suizo en Usera

La sala Kubik ha paliado el vacío de infraestructuras culturales de un distrito tan poblado como Toledo y Cuenca juntas

Madrid, ciudad simétrica, pero profundamente desigual. Si la dividimos trazando un eje imaginario de este a oeste a través de la Puerta del Sol, obtendremos dos mitades de 1.600.000 habitantes cada una: en la mitad norte, donde mayor es la renta per cápita, se han construido 160 estaciones de Metro, y en la mitad sur, de raigambre obrera, solo 80. Usera, distrito dos kilómetros y medio al sur de la Puerta del Sol, parece estar mucho más lejos, porque apenas seis estaciones de Metro dan servicio a sus 132.000 habitantes, por las 28 que Chamberí tiene para una población similar. En este contexto...

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Madrid, ciudad simétrica, pero profundamente desigual. Si la dividimos trazando un eje imaginario de este a oeste a través de la Puerta del Sol, obtendremos dos mitades de 1.600.000 habitantes cada una: en la mitad norte, donde mayor es la renta per cápita, se han construido 160 estaciones de Metro, y en la mitad sur, de raigambre obrera, solo 80. Usera, distrito dos kilómetros y medio al sur de la Puerta del Sol, parece estar mucho más lejos, porque apenas seis estaciones de Metro dan servicio a sus 132.000 habitantes, por las 28 que Chamberí tiene para una población similar. En este contexto carencial, la apertura de un teatro alternativo en Usera es un acto de reequilibrio social comparable al que supuso para Vallecas la apertura de El Gayo Vallecano, en los albores de la democracia.

Aquella sala, dirigida por Juan Margallo y Petra Martínez, parecía el primer eslabón de una descentralización teatral a la parisina, que nunca llegó, porque los gobiernos municipales sucesivos se volcaron en sus escaparates del Teatro Español, el Fernán-Gómez y el Matadero, mientras relegaban a tercer plano a los teatros de los centros culturales de barrio, infradotados, infrautilizados y programados de aquella manera, en su mayoría.

Desde la iniciativa privada, la Kubik ha hecho una programación equiparable en calidad a la de las salas pequeñas de los tres teatros municipales mencionados y ha paliado el vacío de infraestructuras culturales de un distrito tan poblado como Toledo y Cuenca juntas. Vamos a echar de menos el paseo hasta esta sala de aire berlinés, entre inmigrantes y parroquianos de toda la vida, que de vivir Arniches serían cantera del lenguaje de sus comedias. En la Kubik han estrenado directores de futuro, como José Padilla, Carlos Tuñón y Marc Caellas, quien en su luminoso El paseo de Robert Walser nos invitó a descubrir el barrio a través de la palabra del escritor suizo, en una demostración de que nada hay más universal que lo local.

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