CRÍTICA | RESUCITADO

Jesucristo, de soslayo

'Resucitado' es interesante en su primera mitad y decepcionante en la segunda

Joseph Fiennes, en un fotograma de 'Resucitado'.

El subgénero del péplum bíblico, de romanos y cristianos, de ímpetu en la conquista de la tierra y fe en la conquista del alma, es un clásico en principio pasado de moda que en los años 50 y 60 legó un puñado de magníficas películas más centradas en el espectáculo que en el espíritu, en lo épico que en lo íntimo, comandadas por directores de primera clase que se acercaron a la inabarcable figura de Jesucristo a través de personajes o tramas colaterales. Una sistemática a la que regresa la película estadounidense rodada en España Resucitado, interesante en su primera mitad, de...

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El subgénero del péplum bíblico, de romanos y cristianos, de ímpetu en la conquista de la tierra y fe en la conquista del alma, es un clásico en principio pasado de moda que en los años 50 y 60 legó un puñado de magníficas películas más centradas en el espectáculo que en el espíritu, en lo épico que en lo íntimo, comandadas por directores de primera clase que se acercaron a la inabarcable figura de Jesucristo a través de personajes o tramas colaterales. Una sistemática a la que regresa la película estadounidense rodada en España Resucitado, interesante en su primera mitad, decepcionante en la segunda, dirigida por un Kevin Reynolds casi tan redivivo como el Mesías tras 20 años enterrado bajo las aguas del fiasco de Waterworld.

RESUCITADO

Dirección: Kevin Reynolds.

Intérpretes: Joseph Fiennes, Tom Felton, Peter Firth, Cliff Curtis, María Botto.

Género: bíblico. EE UU, 2016.

Duración: 107 minutos.

Como en Ben-Hur, La túnica sagrada y Demetrius y los gladiadores, y sobre todo como en la estupenda Barrabás (Richard Fleischer, 1961), Reynolds y sus guionistas alcanzan el mito de Jesús a través de una apasionante figura adyacente: el tribuno al que Poncio Pilatos encarga que supervise la crucifixión y ponga orden en la tierra ocupada, en la que diversas facciones que mezclaban lo político, lo social y lo religioso amenazaban con destruir la tranquilidad del conquistador romano. Así, las conversaciones triangulares entre el prefecto Pilatos, el Sumo Sacerdote Caifás y el tribuno que interpreta con sorprendente variedad de matices Joseph Fiennes, con Jesús y su banda de revolucionarios como telón de fondo, trascienden aquel momento para acabar abrazando una situación que, casi 2.000 años después, sigue enquistada por diversos motivos, pero con la religión en el centro de operaciones. Política de ayer, de hoy y de siempre.

"No te preocupes, seguiréis teniendo el monopolio de la piedad", llega a decir Pilatos a Caifás en una primera parte del relato que destaca también por su impactante realismo (la bajada del cadáver de Cristo de la cruz), y sin tener que llegar al sadismo del Mel Gibson de La pasión de Cristo (2004). Sin embargo, en cuanto la película pasa de centrarse en las criaturas colaterales (los encargados del martirio o de vigilar la tumba), deja a Jesús de soslayo y, con la resurrección del título, éste pasa a coprotagonizar el relato, todo se convierte en más visto. Y el punto de vista estrictamente bíblico acaba devaluando una obra en la que lo más interesante era hablar del impacto de Jesús manteniendo su figura elíptica o fuera de campo.

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