CRÍTICA | ¿te acuerdas de mí?

Ladronzuelo y olvidadiza

La segunda película como director del veterano actor italiano Rolando Ravello es ñoña, meliflua y de moraleja meridiana

Edoardo Leo y Ambra Angiolini, en la película.

Si han leído el título de la crítica y ahora se revela que estamos ante una historia de amor entre un cleptómano y una narcoléptica la consecuencia es clara: esto es un cuento. Lo es y va a por ello desde el inicio, sin vergüenza ni pudor, y con un interesante juego metalingüístico.

Eso sí, como buena parte de los cuentos, ¿Te acuerdas de mí?, segunda película como director del veterano actor italiano Rolando Ravello, es ñoña, meliflua y de moraleja meridiana. Dentro de su historia, Ravello juega a que su protagonista masculino escriba durísimos relatos para niños sobre temas r...

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Si han leído el título de la crítica y ahora se revela que estamos ante una historia de amor entre un cleptómano y una narcoléptica la consecuencia es clara: esto es un cuento. Lo es y va a por ello desde el inicio, sin vergüenza ni pudor, y con un interesante juego metalingüístico.

¿TE ACUERDAS DE MÍ?

Dirección: Rolando Ravello.

Intérpretes: Ambra Angiolini, Edoardo Leo, Paolo Calabresi, Susy Laude.

Género: romance. Italia, 2014.

Duración: 91 minutos.

Eso sí, como buena parte de los cuentos, ¿Te acuerdas de mí?, segunda película como director del veterano actor italiano Rolando Ravello, es ñoña, meliflua y de moraleja meridiana. Dentro de su historia, Ravello juega a que su protagonista masculino escriba durísimos relatos para niños sobre temas reales (la barca de los inmigrantes de Lampedusa, la abuela a la que metieron en un asilo y el nieto entristecido, al que se le olvidó el trauma cuando le regalaron una videoconsola...), pero la película no lo es; es conservador cine popular italiano (casi parece una película española de los 50), con unos diálogos de cierto ingenio, un cargamento de buenos sentimientos a cualquier precio y una factura técnica y musical que encaja bien con el azúcar y la amabilidad. Al menos es sincera y nunca miente. Y no como esas películas que van de necesarias, tolerantes y bienintencionadas, y son más mentirosas que una fábula con final feliz sobre inmigración y ancianos abandonados.

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