CRÍTICA | APRENDIENDO A CONDUCIR

La calma en la mirada

Que una autora como Isabel Coixet sea capaz de acoger una película de encargo y hacerla suya merece una celebración

Ben Kingsley y Patricia Clarkson, en 'Aprendiendo a vivir'.

Que una autora como Isabel Coixet, con un cine tan reconocible y tan personal, también tan alabado como discutido, sea capaz de acoger una película de encargo y hacerla suya sin querer imponer su sello, en un difícil equilibrio entre la artesanía, la profesionalidad y el buen gusto, supone un motivo de celebración. Aprendiendo a conducir, vehículo al servicio de los excelentes Patricia Clarkson y Ben Kingsley, entronca en ese sentido con la también notable Elegy (2008), ésta más trascendente, otra de las obras de la cineasta catalana con guion ajeno, con la que compa...

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Que una autora como Isabel Coixet, con un cine tan reconocible y tan personal, también tan alabado como discutido, sea capaz de acoger una película de encargo y hacerla suya sin querer imponer su sello, en un difícil equilibrio entre la artesanía, la profesionalidad y el buen gusto, supone un motivo de celebración. Aprendiendo a conducir, vehículo al servicio de los excelentes Patricia Clarkson y Ben Kingsley, entronca en ese sentido con la también notable Elegy (2008), ésta más trascendente, otra de las obras de la cineasta catalana con guion ajeno, con la que comparte incluso esa trama tan Philip Roth del escritor adúltero con sus alumnas.

APRENDIENDO A CONDUCIR

Dirección: Isabel Coixet.

Intérpretes: Patricia Clarkson, Ben Kingsley, Grace Gummer, Jake Weber.

Género: drama. EE UU, 2014.

Duración: 90 minutos.

Delicada en su puesta en escena, marcando sentimientos y sensaciones, aunque sin subrayarlos, dejando que fluyan las interpretaciones, y con un ajustadísimo montaje de Thelma Schoonmaker en las bellas transiciones entre secuencias, Aprendiendo a conducir apela al buen rollo desde un guion sin aspavientos en torno a la unión intercultural, que, sin inventar nada, tampoco resulta obvio en su desenlace y logra lo que pretende: un aquilatado trabajo de refinamiento emocional a base de miradas, sensibilidad, luz y calma.

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