crítica de 'todas las mujeres'

Eduard Fernández, actor

El texto está lleno de verborrea innecesaria y quizá sea lo peor de la película; a cambio hay un intérprete inmenso (casi) capaz de sostenerlo

Nathalie Poza y Eduard Fernández, en la película.

Si los cimientos de una película son inestables, poco pueden hacer los intérpretes para acabar sosteniéndola. Y, sin embargo, hay ocasiones en que casi lo logran. Casi. Como en Todas las mujeres, miniserie de seis episodios producida por el Canal TCM, reducida ahora al formato largometraje, en la que un crápula egoísta y manipulador se enfrenta a seis conversaciones con seis de las mujeres de su vida.

De la forma poco se puede decir salvo su sencillez: fotografía de grano duro provocado por la poca iluminación artificial, colores de tones ocres, funcionalidad en la puesta en es...

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Si los cimientos de una película son inestables, poco pueden hacer los intérpretes para acabar sosteniéndola. Y, sin embargo, hay ocasiones en que casi lo logran. Casi. Como en Todas las mujeres, miniserie de seis episodios producida por el Canal TCM, reducida ahora al formato largometraje, en la que un crápula egoísta y manipulador se enfrenta a seis conversaciones con seis de las mujeres de su vida.

De la forma poco se puede decir salvo su sencillez: fotografía de grano duro provocado por la poca iluminación artificial, colores de tones ocres, funcionalidad en la puesta en escena; nada más que reseñar. La idea estructural puede parecer original, pero en realidad está casi calcada de Flores rotas, de Jim Jarmusch, que no acudía tanto al valor del texto y sí más al simbolismo, a la elegancia en la puesta en escena y al triunfo del silencio.

TODAS LAS MUJERES

Dirección: Mariano Barroso.

Intérpretes: Eduard Fernández, Michelle Jenner, Marta Larralde, Petra Martínez, Nathalie Poza.

Género: tragicomedia. España, 2013.

Duración: 95 minutos.

Mientras, el texto, pretendida imitación de las señeras reiteraciones y diálogos de besugos de las piezas teatrales de David Mamet, está lleno de verborrea innecesaria y quizá sea lo peor de la película. Lugares comunes de vergüenza (cuántas veces hemos oído decir en una ruptura: “¿No podemos hacer esto de una forma civilizada?”). Frases de transición entre temas que no sirven para nada. Demasiado texto y tiempo para la historia de los novillos robados, cuando solo debe ser la excusa, el mcguffin que provoca a los personajes. Golpes de efecto que no vienen a cuento: la enfermedad pélvica de la cuñada. Sinsentidos de comportamiento: ¿está herido porque saltó del camión cuando vio que iba a volcar? Guiños culturetas que reflejan más los gustos de los autores que los de los personajes: Ben Harper aquí no pinta nada.

Y a pesar de todo, hay un intérprete inmenso (casi) capaz de sostener textos y situaciones indefendibles. Es Eduard Fernández, que, junto a un grupo de actrices excelentes, están a punto de tomar las riendas de una película que arranca fatal y mejora algo conforme avanza, sobre todo por la química con Marta Larralde y Nathalie Poza. A punto.

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