Microrrelatos para huir de los números

La autora barcelonesa juega con las palabras en historias fruto de sus emociones

Puig Ventura fotografiada recientemente en Sant Celoni, Barcelona.GIANLUCA BATTISTA

Puig Ventura es uno de esos nombres que marcan. Para empezar, por la confusión que provoca saber cuál de las dos palabras, perfectamente intercambiables, es el apellido. Suena a nombre de explorador intrépido, de pianista de jazz incorregible o de viajante escritor. O más bien, escritora. Porque Puig es nombre de mujer. Y Puig Ventura (Sant Celoni, 1982) es una mujer que, quién sabe si por la personalidad que imprime llamarse así, se apuntó voluntariamente hace tres meses al ERE de la ONG en la que trabajaba y decidió dedicarse a la comunicación de actividades culturales. Y a ...

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Puig Ventura es uno de esos nombres que marcan. Para empezar, por la confusión que provoca saber cuál de las dos palabras, perfectamente intercambiables, es el apellido. Suena a nombre de explorador intrépido, de pianista de jazz incorregible o de viajante escritor. O más bien, escritora. Porque Puig es nombre de mujer. Y Puig Ventura (Sant Celoni, 1982) es una mujer que, quién sabe si por la personalidad que imprime llamarse así, se apuntó voluntariamente hace tres meses al ERE de la ONG en la que trabajaba y decidió dedicarse a la comunicación de actividades culturales. Y a escribir microrrelatos.

La idea era huir de los números. “Les tengo fobia desde pequeña, no sé qué me pasa con ellos”, admite Ventura. En busca de una escapatoria, estudió Publicidad hasta 2006 y trabajó en varios departamentos de comunicación. “Allí redactaba notas de prensa, copies (pequeños textos publicitarios que llaman a comprar un producto), folletos…”, relata la escritora; “quizás fue esa vida rodeada de eslóganes y lenguaje publicitario lo que me llevó a elegir el microrrelato para expresarme”. En su obra, presente en dos antologías del grupo Colectivo Breve —que ha formado junto a sus compañeros de los tres cursos en los que aprendió el género, allá por 2010—, es fácil adivinar un fuerte vínculo entre las vivencias de la autora y su literatura.

En sus textos se transparentan las emociones, ideas, circunstancias y sucesos que accionan la imaginación de Ventura. “Tampoco es que cuando algo me pase tenga que escribir sobre ello, pero puede inspirarme algún detalle y acabar cristalizado en relato”, matiza.

La creación

Puig Ventura

Primero hubo una huelga de impares

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Seguida de una huelga de pares

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Y en el tercer día de negociaciones, el Sindicato, cansado de tanta rigidez numérica, creó las abcdefghijklmnñopqrstuvwxyz con la única e inquebrantable norma del libre albedrío.

Y así nació la literatura.

Ventura escribe con humor y juega a menudo con letras, palabras y estructuras sintácticas. Fabrica caligramas (figuras con el propio texto que complementan lo escrito) y pangramas (utilizar todas las letras del abecedario) con las iniciales de cada palabra. Técnicas habituales en la llamada microliteratura, y empleadas por los autores con más renombre de esta disciplina.

Varios de esos escritores forman parte de los preferidos de Ventura, especialmente los de la escuela latinoamericana: “Me encantan Monterroso, Cortázar y también Borges. Pero la verdad es que siempre he leído más novela que cuentos cortos”, reconoce la catalana, con marcado acento. En los bares barceloneses, donde presenta sus creaciones junto a su grupo, siempre le preguntan por qué no escribe en su lengua materna. “Nunca hablaba castellano, así que me compraba todos los libros en ese idioma para compensar, y por eso quizás ahora me resulta más natural utilizarlo para escribir", explica la cuentista.

Desde hace unos meses, Ventura realiza microrrelatos a la carta para amigos y conocidos. “Me gustaría seguir escribiendo y dedicarme a esto”, confirma. Esa es una de las razones por las que decidió presentarse a Se busca talento: “Me presenté para que alguien valorase cómo lo estoy haciendo, que es algo muy subjetivo. A lo mejor al salir publicada suena algo y surgen más encargos”.

Puig Ventura nunca ha acudido a una editorial a presentar sus trabajos. Lo encuentra “muy complicado”. “El microrrelato aún no está considerado un género. Puede que esté en cierta expansión, pero todavía parece un quiero y no puedo al lado del ensayo o la novela”, reflexiona tras meditarlo.

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