crítica de 'si fuera fácil'

La maldición de los 40

Cinco años después de 'Lío embarazoso', Judd Apatow vuelve a dos de los personajes de aquella su segunda película

¿Qué es la crisis de los cuarenta? ¿Dejar de empeñarse en el trabajo soñado para centrarse en el empleo posible? ¿Comer más tofu y lechuga sin aliñar en lugar de patatas fritas y pasteles? ¿Ver Bob Esponja con tus hijos, tirado en la cama un domingo por la mañana, en lugar de ir a un concierto de rock el sábado por la noche? ¿Fantasear, como un flash abominable pero placentero, con la posibilidad de que tu pareja pase a mejor vida, repentinamente y sin sufrimiento, para empezar a ser un viudo apetecible? Cinco años después de Lío embarazoso, Judd Apatow vuelve en ...

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¿Qué es la crisis de los cuarenta? ¿Dejar de empeñarse en el trabajo soñado para centrarse en el empleo posible? ¿Comer más tofu y lechuga sin aliñar en lugar de patatas fritas y pasteles? ¿Ver Bob Esponja con tus hijos, tirado en la cama un domingo por la mañana, en lugar de ir a un concierto de rock el sábado por la noche? ¿Fantasear, como un flash abominable pero placentero, con la posibilidad de que tu pareja pase a mejor vida, repentinamente y sin sufrimiento, para empezar a ser un viudo apetecible? Cinco años después de Lío embarazoso, Judd Apatow vuelve en Si fuera fácil a dos de los personajes de aquella su segunda película, precisamente tras Virgen a los 40, su debut. Como se ve, el director, de 46 años, habla de lo que sabe, y lo refleja con gracia, originalidad, insolencia y, como siempre, cierto conservadurismo.

SI FUERA FÁCIL

Dirección: Judd Apatow.

Intérpretes: Paul Rudd, Leslie Mann, John Lithgow, Megan Fox, Jason Segel, Maude Apatow, Iris Apatow.

Género: comedia. EE UU, 2012.

Duración: 134 minutos.

El matrimonio recién llegado a la cuarentena deambula entre las ansias de cambio y la pereza por el esfuerzo que ello supondría, lo que inevitablemente lleva al triunfo de la fuerza de la costumbre. Una situación, expuesta con simpatía, corazón y desazón que, aunque algo pasada de metraje, al menos no tiene la hipertrofia de Hazme reír, tan reiterativa y autocomplaciente que necesitaba dos horas y media para contar lo que Preston Sturges hubiera concebido en 85 minutos. Podría decirse que Apatow, también guionista, está reinventando la comedia familiar para, con sus mismos personajes, impregnarla de un atrevimiento temático y de una explicitud dialogal no aptos para niños, y además ha encontrado en el músico Jon Brion (habitual de la primera etapa de Paul Thomas Anderson) el colaborador ideal para su cine: alguien que otorga empaque y equilibrio en la forma, y turbiedad en el fondo.

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