CRÍTICA: 5 DÍAS SIN NORA

La gracia de los entierros

Desde su eslogan promocional apela a la comedia, pero la mezcla de géneros nunca acaba de conformarse por culpa de un constante desequilibrio formal

No hay mejor evento para la mezcla de géneros que un entierro y sus alrededores, circunstancia a la orden del día en la que a la gravedad y la trascendencia del acontecimiento se unen elementos con peligrosa tendencia al ridículo, como si en medio del llanto siempre estuviera al acecho un síncope de risa floja provocada por la rigidez de la parafernalia. Y hasta allí, hasta ese cuchillo tragicómico, parece dirigirse la mexicana Mariana Chenillo en su trabajo de debut, 5 días sin Nora, película que ya desde su eslogan promocional (algunos funerales vienen con instrucciones) apela a la ...

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No hay mejor evento para la mezcla de géneros que un entierro y sus alrededores, circunstancia a la orden del día en la que a la gravedad y la trascendencia del acontecimiento se unen elementos con peligrosa tendencia al ridículo, como si en medio del llanto siempre estuviera al acecho un síncope de risa floja provocada por la rigidez de la parafernalia. Y hasta allí, hasta ese cuchillo tragicómico, parece dirigirse la mexicana Mariana Chenillo en su trabajo de debut, 5 días sin Nora, película que ya desde su eslogan promocional (algunos funerales vienen con instrucciones) apela a la comedia, pero en la que la susodicha mezcla de géneros nunca acaba de conformarse por culpa de un constante desequilibrio formal.

5 DÍAS SIN NORA

Dirección: Mariana Chenillo.

Intérpretes: Fernando Luján, Cecilia Suárez, Ari Brickman, Verónica Langer, Enrique Arreola.

Género: comedia. México, 2008.

Duración: 92 minutos.

Ambientada casi exclusivamente en un par de habitaciones de un piso en el que entra y sale gente constantemente, en ocasiones la película parece querer circular por la senda Lubitsch de puertas que se abren y se cierran, pero para ello se hubieran necesitado unos ritmos de puesta en escena y/o de montaje muy distintos. Así, al no haber apenas movimiento externo ni tampoco en el interior del plano, la realización circula cojitranca de la mano del, eso sí, aprovechable texto y de una extraviada banda sonora: música melosa de piano cuando urgía la gracia y el hervor, culpa al alimón del compositor y de la directora; uno, por crearla, la otra, por aceptarla. De modo que, a pesar del excelente trabajo interpretativo de Fernando Luján, el único que ha entendido el tempo de la réplica, de la comedia negra, de la sal y de la pimienta, la película se debate entre la continua apertura de frentes que no se resuelven (la ruptura del matrimonio, las comidas del frigorífico, la personalidad de la suicida…) y las constantes ganas de agradar. Algo que, de todos modos, puede conseguir en determinado tipo de espectadores, pues viene avalada por premios en festivales de sitios tan dispares como Huelva, Austin, Biarritz o Moscú.

Ahora bien, abrir el féretro de la negritud para luego huir por el camino de rosas del melodrama, cuando en realidad lo que estaba pidiendo a gritos la película era incomodar, provoca que 5 días sin Nora se quede en terreno de nadie.

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