La industria musical, en el aula

La eterna pregunta: ¿un artista nace o se hace? “La preparación es muy importante, aunque lo de ser músico se basa en la experiencia”, responde Pedro Barceló, batería de sesión que ha trabajado con músicos como Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat o Ketama. Líder además de la banda Sweet Wasabi, suma tablas como para poder dar consejos. “Con mi proyecto veo que tengo que saber un poquito de todo para que llegue a la gente”.

Junto con el presidente de filial hispanolusa de la discográfica EMI Music, Simone Bosé; el director de la rama española del fabricante de instrumentos Yamaha, Félix H...

La eterna pregunta: ¿un artista nace o se hace? “La preparación es muy importante, aunque lo de ser músico se basa en la experiencia”, responde Pedro Barceló, batería de sesión que ha trabajado con músicos como Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat o Ketama. Líder además de la banda Sweet Wasabi, suma tablas como para poder dar consejos. “Con mi proyecto veo que tengo que saber un poquito de todo para que llegue a la gente”.

Junto con el presidente de filial hispanolusa de la discográfica EMI Music, Simone Bosé; el director de la rama española del fabricante de instrumentos Yamaha, Félix Hazen; y el compositor ganador de diez goyas Alberto Iglesias, Barceló presentó el pasado jueves en La Casa Encendida de Madrid la primera plataforma en España con vocación de tomar esa base de talento innato para modelarla en profesionales de la música del siglo XXI: el Grado en Creación Musical de la Universidad Europea de Madrid (UEM), de carácter privado, que arrancará el próximo curso 2012/13.

En un evento moderado por el músico y periodista musical Iñaki de la Torre, los cuatro profesionales, cada uno de un sector de la industria, ilustraron en sendas microconferencias la diversidad de las materias en las que cualquier aspirante a profesional de la melodía debe ser ducho si quiere abrirse camino en un entorno cada vez más competitivo y especializado: desde el pensamiento y la creación musical a la tecnología, la orquestación y los arreglos, el márketing y la comunicación o la ética y deontología del mundo de la música.

Al terminar los cuatro años que duran las enseñanzas, -a razón de 150 euros el crédito, 240 créditos el programa completo-, los graduados no solo serán capaces de grabar un disco o componer la melodía de un anuncio o la banda sonora de una película. También podrán dedicarse a la producción, a los arreglos o la dirección de orquesta, por ejemplo. “El plan de estudios es multidisciplinar”, señala Luis Calendre, decano de la Facultad de Artes y Comunicación de la UEM. “El estudiante adquirirá una formación integral y en competencias que le ayuden a mejorar su empleabilidad futura. Otro de los pilares del grado es la libertad creativa, formando en estilos contemporáneos pero sin olvidar los más tradicionales”.

Aunque ya existen estudios universitarios como los de musicología o historia de la música, y centros donde aprender composición como los conservatorios, ninguno de sus programas es tan integral ni abarcador, asegura Calendre. “En la UEM buscamos la innovación en las propuestas académicas”. Teniendo el Bachillerato o un Ciclo Formativo de Grado Superior en ramas afines, el único requisito para acceder a Grado en Creación Musical es “ser un apasionado de la música”.

Como el mundo se entrevera por momentos, el programa, cuyo claustro aún se encuentra en proceso de definición, también contempla la posibilidad de cursar semestres en cualquiera de las universidades de la Red Laureate, a la que pertenece la UEM, como la Santa Fe University of Art and Design en EE UU o la State University of New York –Oswego, entre otras. “Un artista nace pero luego necesita mucho trabajo y formación”, concluye Simone Bosé, el director de EMI Music. “Salir por generación espontánea es todavía posible, pero una estructura profesionalizada ayuda”.