Sparks conoce a Zac Efron

A Nicholas Sparks, el más exitoso practicante del nuevo romanticismo de telenovela adaptado a los nuevos tiempos, hay que saber entenderlo. Nick Cassavetes lo hizo en El diario de Noa, la mejor adaptación, con diferencia, de sus muy vendidos libros. Luis Mandoki, en Mensaje en una botella, Adam Shankman, en Un paseo para recordar, George C. Wolfe, en Noches de tormenta, Lasse Hallström, en Querido John, y Julie Anne Robinson, en La última canción añadieron azúcar a lo que ya tenía sacarina y llegó la inevitable sobredosis de ternur...

A Nicholas Sparks, el más exitoso practicante del nuevo romanticismo de telenovela adaptado a los nuevos tiempos, hay que saber entenderlo. Nick Cassavetes lo hizo en El diario de Noa, la mejor adaptación, con diferencia, de sus muy vendidos libros. Luis Mandoki, en Mensaje en una botella, Adam Shankman, en Un paseo para recordar, George C. Wolfe, en Noches de tormenta, Lasse Hallström, en Querido John, y Julie Anne Robinson, en La última canción añadieron azúcar a lo que ya tenía sacarina y llegó la inevitable sobredosis de ternurismo. Algo que también le ocurre en Cuando te encuentre a Scott Hicks, otro director acostumbrado al sentimentalismo (como Hallström, por ejemplo), en películas como Shine o Mientras nieva sobre los cedros.

Con un villano de opereta que da risa incluso en su redención de folletín, y una puesta en escena de anuncio de Tommy Hilfiger, con aspirantes a campesinos que no son más que pijos de revista con camisas a cuadros sin abotonar, Hicks practica el romanticismo de postalita, aunque en realidad esté hablando nada menos que de estrés postraumático tras la guerra de Irak y de muertos por fuego amigo. Claro que tampoco es fácil entender a Sparks si además tienes que bregar con la estrella juvenil del momento: aquí, Zac Efron, que confunde sentimiento con estreñimiento, y que, con su mirada al borde del estrabismo, y sin mover un músculo, provoca una continua sensación de que el sol le está cegando los ojos.