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El gran circo de la moda

El periódico entrega mañana por 1,95 euros ‘El diablo viste de Prada’ Es una adaptación de la novela que Lauren Weisberger escribió sobre su experiencia en 'Vogue'

AP

La incombustible fascinación del mito de Cenicienta explica en parte el éxito de El diablo viste de Prada. Esta película de 2006 contiene una de esas transformaciones en princesa que tan buen resultado proporcionó a Pretty woman. Se trata de un proceso doble, al que se somete el personaje y también la actriz que lo interpreta. Anne Hathaway, salida precisamente de Princesa por sorpresa, conseguía despojarse de la ceniza adolescente. En pantalla, Andy Sachs, la desgarbada aspirante a escritora que acaba trabajando en una revista femenina, conoce junto a Miranda Priest...

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La incombustible fascinación del mito de Cenicienta explica en parte el éxito de El diablo viste de Prada. Esta película de 2006 contiene una de esas transformaciones en princesa que tan buen resultado proporcionó a Pretty woman. Se trata de un proceso doble, al que se somete el personaje y también la actriz que lo interpreta. Anne Hathaway, salida precisamente de Princesa por sorpresa, conseguía despojarse de la ceniza adolescente. En pantalla, Andy Sachs, la desgarbada aspirante a escritora que acaba trabajando en una revista femenina, conoce junto a Miranda Priestly –temible directora encarnada por Meryl Streep– lo bello y lo siniestro que esconde el sistema de la moda.

Adaptación de la novela que Lauren Weisberger escribió a partir de su experiencia en Vogue, esta comedia propulsó la fama de la mujer que inspira el personaje de Streep: Anna Wintour, que acudió al estreno vestida de Prada. Pero muchos profesionales pusieron el grito en el cielo por la caricaturesca visión de la industria que ofrecía. Entre las dianas estaba el vestuario, concebido por Patricia Field. La estilista de Sexo en Nueva York contó con préstamos de las marcas por valor de un millón de dólares y obtuvo una nominación al Oscar, pero fue tachada de poco realista. “Mi trabajo es un entretenimiento. Si lo que quieren es un documental, pueden sintonizar History Channel”, declaró Field a The New York Times.

O buscar The September issue, el documental sobre Wintour que se estrenaría tres años después. Lo que El diablo… ofrece no es exactitud, sino convencional diversión. The New Yorker comparó la película con “la clase de entretenimiento comercial que Hollywood solía proporcionar en tiempos de George Cukor”. Cuando se proyectó en la Mostra de Venecia, Enric González predijo: “Una Meryl Streep muy Cruella en su papel de gurú suprema de la moda. Es una comedia chispeante, divertida y bien hecha. Ganará, sin duda, mucho dinero”. Acertó. La cinta recaudó más de 200 millones de euros y cimentó la conversión de Streep en una rentable actriz de comedia.

Le guste o no a la industria, El diablo viste de Prada es un efectivo retrato del poder transformador de la moda. Aunque solo sea por un memorable rapapolvo que Streep le dedica a Hathaway acerca de la cadena de transmisión de un determinado tono de azul. ¿Nunca se ha preguntado por qué, de repente, todos queremos ponernos lo mismo?

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