Entre la urgencia y la batalla cultural, la lucha climática global se adentra en su peor momento desde el Acuerdo de París en 2015
Las amenazas del negacionismo trumpista ganan terreno pese a la aceleración del calentamiento y el avance de las renovables y el coche eléctrico como alternativa a los combustibles fósiles
La Humanidad ha quedado atrapada en una peligrosa disonancia cognitiva: mientras el calentamiento global se acelera y ningún rincón del planeta escapa a sus ...
La Humanidad ha quedado atrapada en una peligrosa disonancia cognitiva: mientras el calentamiento global se acelera y ningún rincón del planeta escapa a sus destructivos zarpazos, la lucha internacional contra el cambio climático en el seno de la ONU atraviesa el peor momento desde, al menos, la firma del Acuerdo de París hace una década. La gran paradoja es que el mundo nunca ha estado mejor preparado que ahora para desplazar a los principales responsables del problema —los combustibles fósiles— gracias al avance de las renovables y de la movilidad eléctrica.
La economista Laurence Tubiana, considerada una de las arquitectas del Acuerdo de París, lleva tres décadas involucrada en la diplomacia climática. Pero admite que nunca había “visto tanta agresividad” contra las políticas frente al calentamiento como la que está ejerciendo el Gobierno de Donald Trump dentro y fuera de EE UU. “Nos enfrentamos a una batalla ideológica, una batalla cultural, donde el clima está en ese paquete que el Gobierno de Estados Unidos quiere derrotar”, advertía Tubiana hace unos días en una de las decenas de reuniones informativas que anteceden a cada cumbre climática anual.
Este lunes comienza en la ciudad brasileña de Belém la COP30. Lo hace con la constatación de un amplio incumplimiento de uno de los puntos del Acuerdo de París: todos sus miembros (195 países) deben presentar periódicamente planes de recorte de las emisiones de efecto invernadero. Este año se debía enviar a la ONU la tercera ronda de las NDC (las siglas con las que se conocen esos planes) con las metas nacionales de reducción para 2035. Pero solo 80 países lo han hecho hasta ahora, el 40%.
Cinco economías fueron responsables en 2024 del 60% de las emisiones de todo el mundo: China (30%), EE UU (11%), India (8%), la Unión Europea (6%) y Rusia (5%). De ellas, solo tres han presentado ante la ONU sus nuevos planes de recorte para 2035, y todas además fuera de plazo: China, la UE y Rusia.
En el caso de China y la UE —los 27 tras unas durísimas negociaciones cerraron un acuerdo esta semana—, sus objetivos se quedan por debajo de la senda que marcan las políticas que ya tienen en marcha, según el análisis del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Es decir, no reflejan un aumento de la ambición. En el caso de Rusia, la meta para 2035 está por encima de la tendencia de sus políticas vigentes. Es decir, pronostica más emisiones de las que resultarían de las medidas que tiene en marcha, principalmente, por su abierta apuesta por el gas natural.
Luego están los ausentes, como la India, que aún no ha presentado su plan de recorte. Y los que han dado directamente un portazo a la lucha contra el cambio climático: EE UU. Antes de salir de la Casa Blanca, cuando ya sabía que había perdido las elecciones, Joe Biden presentó a la ONU una nueva NDC con unos ambiciosos objetivos para 2035. Pero nada más volver al poder, en enero de este año, Trump firmó una orden ejecutiva para salir del Acuerdo de París, algo que se materializará a principios de 2026 debido a las reglas internas del tratado, que establecen que debe pasar un año para que se formalice un abandono.
Aunque estaba claro que París es papel mojado para Trump, el Departamento de Estado de EE UU exigió hace unos días a la ONU incluir una nota en el informe de análisis de los planes de recorte. En ese texto se aclara que EE UU se desvinculaba del tratado y de la NDC de Biden. Pese a todo, “se prevé que las emisiones de gases de efecto invernadero de EE UU sigan disminuyendo, pero en una proporción significativamente menor a la proyectada antes de los recientes cambios en sus políticas”, indica Anne Olhoff, directora del Centro del Clima de Copenhague y coordinadora de ese reciente informe de la ONU.
Pero la actitud hacia las políticas climáticas del equipo de Trump, encabezado por Marco Rubio, titular del Departamento de Estado, va más allá de situarse simplemente al margen. Tubiana habla de maneras de acoso o matonismo (bullying en inglés) hacia el resto de países. El episodio más sonado fue hace unas semanas cuando Rubio difundió un comunicado en el que amenazaba con sanciones y aranceles a los que apoyaran una tasa a las emisiones del transporte marítimo internacional. Ese impuesto no salió adelante.
Tubiana cree que el panorama ahora es completamente diferente a lo que pasó en 2017, después de que Trump ganara sus primeras presidenciales. Entonces sacó también a su país del Acuerdo de París, pero nadie siguió sus pasos. Lejos de retroceder, la UE reaccionó entonces lanzando el Pacto Verde, fruto del consenso entre los conservadores y socialdemócratas, además de formaciones de izquierdas y ecologistas.
Ahora dentro de la UE el avance de la ultraderecha ha llevado a muchos conservadores moderados a renegar también de las políticas medioambientales. Esto ha conducido a que se suavicen las medidas climáticas de la UE y a un bloqueo de la NDC europea hasta el último minuto.
Pep Canadell, director ejecutivo del Global Carbon Project, también considera que se está atravesando un momento “complicado” debido a Trump y a otros “Gobiernos de derechas con apetito por dejar atrás la lucha contra el cambio climático”. A ello Canadell añade la guerra en Ucrania, que ha cambiado los flujos del comercio de combustibles fósiles, particularmente con Europa, ahora mucho más dependiente del gas de EE UU.
El viernes, mientras en Belém se celebraba una conferencia de líderes previa a la COP30, Atenas acogía un encuentro sobre energía en el que participó Chris Wright, secretario de Estado de Energía de EE UU. Tomó la palabra para instar a Europa a importar más combustibles fósiles de su país porque la transición a las renovables “no ha funcionado”. Wright no es el observador más imparcial: además de ser un negacionista, hasta hace un año era el consejero delegado de Liberty Energy, uno de los gigantes del fracking, la técnica de extracción de gas que ha llevado a EE UU a ser el primer exportador del mundo de este combustible.
La transición a las renovables, sin embargo, sí está avanzando, aunque no a la velocidad que se necesita. “¿Está el mundo alejándose de los combustibles fósiles? Sí, pero todavía está en una etapa temprana”, apunta un reciente informe de la consultora Ember. Y añade: “En el primer semestre de 2025, el crecimiento de las energías renovables superó la demanda mundial de electricidad, lo que provocó una pequeña caída de la generación fósil”. El documento resalta que la “transición eléctrica mundial alcanzó un punto crítico de transición con las energías renovables generando más electricidad que el carbón, por primera vez en la historia, en los primeros seis meses de 2025″.
A ello se le une el avance de los coches eléctricos. Otro estudio del Centro de Gestión de la Automoción (CAM), radicado en Alemania, cifraba en un 30% el incremento de las ventas de eléctricos e híbridos enchufables en China, EE UU y la UE en los nueve primeros meses del año respecto al mismo periodo de 2024. En ambos casos, en la movilidad y en las renovables, China está tirando del carro.
Pero, pese a esas señales de cambio, grandes petroleras, bancos y fondos de inversión han dado marcha atrás a sus planes de transformación con la llegada de Trump. “Demasiados líderes siguen cautivos de los intereses de los combustibles fósiles, en lugar de proteger el interés público”, advertía el jueves desde Belém el secretario general de la ONU, António Guterres. Lo hacía justo después de resaltar que el “cambio climático se está acelerando”. Prueba de ello es que los tres últimos años —2023, 2024 y 2025— son los más cálidos en milenios, algo directamente vinculado a los gases de efecto invernadero, cuyos responsables principales son los combustibles fósiles.
Chiara Martinelli, de la coalición de organizaciones de activistas climáticos CAN Europa, apunta a un contradictorio contexto mundial dominado por “negacionistas climáticos” en el que cada vez son “más claras las señales científicas de esta crisis”. El científico Pep Canadell explica que “el calentamiento global sigue progresando” y lo hace en los márgenes más altos de las proyecciones que se habían realizado. Pero de todo lo que está ocurriendo resalta un aspecto: “Ahora, dos terceras partes del mundo han sufrido desastres climáticos que no habían experimentado nunca antes”. Eso ayuda, opina, a que exista esa “percepción de que el cambio climático se está acelerando”.
Pero, frente a este sombrío panorama, Canadell recuerda que “la ruta de la descarbonización es más clara que nunca, incluyendo la electrificación de una buena parte de la economía mundial”. “Estamos demostrando que es posible crecer mientras se reduce la emisión de gases invernadero. No queremos afrontar el debate desde el miedo, sino desde la esperanza, a la ofensiva, porque nuestro modelo funciona mejor”, afirmaba desde Belém Pedro Sánchez este viernes. El presidente español fue uno de los mandatarios que acudió a la reunión previa de líderes en la ciudad brasileña, que tuvo una baja participación si se compara con las citas recientes.