Ya vale de lamentos con Trump, hay que actuar

El antídoto contra el fanatismo negacionista de la emergencia climática es la cooperación y el compromiso en la transición ecológica

El fuego avanzaba sobre una casa, en Pacific Palisades, durante los incendios que azotaron la región de California en enero.Carlos Rosillo

En Aragón usamos la palabra ’apabilado’ para referirnos a alguien que está aturdido y sin capacidad para reaccionar. Millones de personas de todo el mundo estamos todavía digiriendo la toma de posesión de Donald Trump y sus primeras decisiones. Nos hemos quedado apabilados.

Hay muchas cosas que comentar de sus palabras y sus acciones. Yo sol...

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En Aragón usamos la palabra ’apabilado’ para referirnos a alguien que está aturdido y sin capacidad para reaccionar. Millones de personas de todo el mundo estamos todavía digiriendo la toma de posesión de Donald Trump y sus primeras decisiones. Nos hemos quedado apabilados.

Hay muchas cosas que comentar de sus palabras y sus acciones. Yo solo me voy a centrar en su empeño por volver a la era de los combustibles fósiles, en ignorar los hechos del calentamiento global y la voz de la ciencia.

Tenemos muchas razones para estar desconcertados, aturdidos y pasmados. Pero él está desencadenado, y no para de firmar y firmar nuevas órdenes. Por tanto, ya vale de aturdimiento, ya vale de estar pasmados o apabilados. Hay que hacer, hay que actuar.

Algunas de las cosas que podríamos hacer:

  1. Evidenciar el hecho de que la inmensa mayoría de la población mundial, también la de Estados Unidos, cree que hay cambio climático, cree que se debe a la acción humana y cree que podemos y debemos actuar para frenarlo y adaptarnos. La encuesta mundial de voces por el clima del año 2024 del PNUD (73.000 personas de 77 países entrevistadas) puso de manifiesto que el 89% de los preguntados quería mayor acción climática por parte de sus gobiernos. La política climática de Trump es el empecinamiento fanático de una minoría.
  2. Construir relaciones de cooperación y alianzas multiactor entre los agentes sociales, económicos e institucionales que están comprometidos con la acción climática. En los conflictos gana quien más aliados logra. Dado que el gobierno de Trump —salvo su corte de aduladores— se está enfrentando a la práctica totalidad de los gobiernos y sectores de la población del mundo, construir estas alianzas no es tarea difícil.
  3. Estrechar las relaciones con todas las empresas que están produciendo bienes y servicios beneficiosos para la transición ecológica. Son muchas y están creciendo de forma imparable. El interés general coincide con su interés particular. El futuro económico y la competitividad de las empresas europeas no está en volver la vista atrás, hacia las tecnologías de ayer.
  4. Hacer pedagogía masiva para mostrar que la salida verde es la que aporta más seguridad, más empleo y más bienestar a la humanidad y a Europa, huérfana de combustibles fósiles y muy dependiente y frágil en la economía del petróleo.
  5. Explicar más y mejor que no tendremos vida saludable en un planeta enfermo. El cambio climático, la contaminación, el daño suicida a la naturaleza tiene una gran víctima: las personas, nuestra salud.
  6. Explicar más y mejor que las energías renovables, como todo en la vida, tienen problemas, pero que los combustibles fósiles son EL problema.
  7. Promover la transición cultural. Todavía hay mucha gente que cree que la transición es un tema de cambiar el hardware de la era de los combustibles fósiles. Eso es insuficiente: es fundamental cambiar también el software, nuestro estilo de vida. Para eso hay que promover una seducción masiva de almas.
  8. Usar el dinero para reconocer a las empresas comprometidas con la causa climática (consumo responsable, compras públicas, inversión socialmente responsable). Si las empresas verdes florecen, las empresas “marrones” se agostarán.
  9. Lograr que quienes deniegan el auxilio a la humanidad ante esta emergencia climática de crecientes catástrofes ambientales paguen por su falta de acción a sabiendas del daño que su “pecado de omisión” comporta.
  10. Promover la colaboración entre territorios —regiones, provincias, municipios y biomas— que sí se corresponsabilizan de los problemas globales, como el cambio climático, y construyen relaciones de cooperación, intercambio y comercio internacional benéfico. Es necesario construir esas relaciones de colaboración mutua, especialmente con los territorios que están dentro de Estados-Nación que se niegan a asumir de forma corresponsable sus obligaciones como buenos vecinos del mundo. De hecho, hay que recordar que el 68% de la economía de Estados Unidos sigue comprometido con la acción climática global.
  11. Hacer más Europa. La Unión Europea no nace para fastidiar a Estados Unidos, como dice Trump. Nace como un antídoto para superar el sangriento enfrentamiento bélico entre europeos en el siglo XX. Tal y como está planteando las cosas la administración Trump, los europeos nos unimos o nos hundimos.
  12. Despolarizar y racionalizar el debate climático. El mundo de Trump y sus aduladores es un mundo de blanco y negro, de buenos y malos, de insultos y de mala educación. Hay que tener templanza y no contribuir a la polarización que practican. Los valores conservadores no son contradictorios con la acción climática. Hay que defender la transición justa hacia una economía neutra en carbono con las razones y las emociones adecuadas. Hay iniciativas para civilizar nuestras conversaciones sobre el cambio climático. Es el momento.
  13. Implicar a las religiones en esta transición cultural. Las principales religiones han dicho que hay que proteger la obra de Dios, la naturaleza. Es hora de que utilicen toda su capilaridad para explicar que los otros seres vivos son también nuestros hermanos y que debemos ser buenos antecesores de nuestros hijos y de los nietos de nuestros nietos.

Volver a la era de los combustibles fósiles, como afirmó recientemente Katharine Hayhoe, es como si, ante la aparición de los primeros automóviles, algunos países se hubieran propuesto volver a utilizar caballos como medio de transporte. La apuesta de Trump es una apuesta condenada al fracaso. La tarea es lograr que cause el menor daño posible.

Un gran signo de esperanza, y tenemos que entrenar la mirada para ver estos signos de esperanza, es que nunca en la historia de la humanidad ha habido tanto talento y tantas voluntades de acuerdo en que, al fin, hay que construir una economía que haga las paces con el planeta. Como dijo Virgilio, “pueden quienes creen que pueden”. La aparición de este fanatismo anticlimático no debe menguar nuestra determinación ni nuestra esperanza.

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