Cómo cambia el consumo de agua en casa durante una sequía: “Tiro de la cadena una de cada dos veces que voy al baño”

En España se gastan 133 litros de agua por persona al día, de los que la mayor parte se destina a la ducha, el lavabo y el inodoro. Las lavadoras más antiguas pueden gastar el triple por lavado que las más eficientes y es mejor el lavavajillas que fregar a mano

La grave sequía que padecen Barcelona y su zona metropolitana ya está cambiando los hábitos de los barceloneses. “Si veis que no he tirado de la cadena, es porque lo hago cada dos veces”, explica a sus nietas Ester Marcos, de 70 años. Lo mismo ocurre en la escuela Fort Pienc de la capital catalana: los profesores les han explicado a los alumnos de cinco años que cuando hacen pipí deben tirar de la cadena cada tres alumnos, cuenta Mar Malt...

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La grave sequía que padecen Barcelona y su zona metropolitana ya está cambiando los hábitos de los barceloneses. “Si veis que no he tirado de la cadena, es porque lo hago cada dos veces”, explica a sus nietas Ester Marcos, de 70 años. Lo mismo ocurre en la escuela Fort Pienc de la capital catalana: los profesores les han explicado a los alumnos de cinco años que cuando hacen pipí deben tirar de la cadena cada tres alumnos, cuenta Mar Maltas. Y es que vaciar una cisterna puede suponer unos 10 litros de agua, una cantidad nada desdeñable en un contexto de estrés hídrico. ¿Cuánta agua gastan los domicilios en España y qué otras cosas se podrían hacer para ahorrar?

El Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento en España 2022 señala que la dotación —cantidad— de agua urbana es de 245 litros por habitante y día. Sin embargo, alrededor del 20% es agua no registrada (la que se pierde o no se factura), con lo que la efectiva son unos 200 litros. De ellos, el 67% va a los domicilios, casi el 11,9% a consumo industrial y comercial, y el 20,7% a usos municipales, según datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS). Cataluña acaba de declarar la emergencia por sequía, lo que supone limitar la cantidad total a 200 litros por persona y día para seis millones de catalanes de Barcelona y Girona; pero hay que tener en cuenta que esa cantidad no va solo a los domicilios: ahí se incluyen tanto las pérdidas como el consumo comercial, industrial y municipal. Todos tendrán que reducir su uso. Andalucía también limitó el viernes el consumo en la provincia de Málaga y en ciertos municipios de Cádiz a 160 litros por persona y día, mientras que en algunas zonas de Almería y Granada se ha implantado un máximo de 200 litros.

AEAS aglutina a las empresas públicas y privadas que gestionan el agua urbana en más de 2.000 municipios (el 77% de la población española) y, mediante sus mediciones, calcula que la media de consumo urbano de agua fue de 131 litros por habitante y día en 2022. “Todavía no tenemos los datos definitivos de 2023, pero creemos que estará en torno a 125 litros. Y la tendencia es a la baja: en 2006 estábamos en 162 litros y desde entonces hemos reducido el despilfarro en más de un 20%”, señala Pascual Fernández, presidente de AEAS. El INE, por su parte, hace una encuesta a las empresas de distribución en la que obtiene una cifra similar: 133 litros por persona y día, que permite comparar el consumo por comunidades.

¿En qué se gastan esos 133 litros? David Saurí, catedrático de Geografía Humana de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y experto en gestión del agua, explica: “Donde más agua consumimos es en el cuarto de baño, porque reúne la ducha o bañera, el váter y el lavabo. Según el caso, puede representar hasta el 70% del consumo en el domicilio. El resto se va en lavadora, lavavajillas, y agua para cocinar y beber [esto último, un 5%]”. Curiosamente, prosigue Saurí, “en Barcelona, alrededor del 50% de los hogares bebe agua embotellada, en parte porque a veces tiene mucha cal o mal sabor, aunque es potable, y por otra por influencia turística: los visitantes compran agua mineral y producen un efecto imitación”.

Una ducha consume de 50 a 100 litros —según el tiempo y si hay un cabezal de reducción de caudal—, mientras que un baño necesita de 200 a 300. La cisterna del váter usa entre ocho y 10 litros cada vez, mientras que lavarse las manos pueden ser de dos a 18 litros (según cuánto rato esté el grifo abierto).

En cuanto a electrodomésticos, hay mucha variación entre los más y menos eficientes. “En las lavadoras, el consumo oscila entre los siete y los 20 litros por kilo de ropa, con lo que una lavadora de nueve kilos gasta entre 63 y 180 litros por lavado, según si es más o menos eficiente. Hemos hecho una encuesta que muestra que se usan tres veces por semana, lo que supone un gasto entre 756 y 2.160 litros mensuales. Además, el programa ECO reduce de media un 30% el consumo de agua en cada lavado”, explica Enrique García, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

El otro aparato que más agua necesita es el lavavajillas. “Un lavavajillas de 10 cubiertos, el más usual, gasta entre 8 y 16 litros por uso. La encuesta de OCU señala que de media se usa una vez al día, lo que supone un gasto de entre 240 y 480 litros de agua al mes. Los programas ECO gastan un 20% menos de agua”, prosigue García. Incluso el lavavajillas menos eficiente gasta menos que lavar los platos a mano: según el Institut Metropoli de Barcelona, fregar los platos con el fregadero lleno puede requerir hasta 60 litros.

Tanto la ONG Ecodes como el Ayuntamiento de Barcelona han editado guías para ayudar a los ciudadanos a ahorrar agua, con ideas como incorporar dispositivos reductores del caudal en los grifos, ducharse en vez de bañarse, o instalar cisternas con doble carga (o bien meter una botella de arena en su interior). Además, sugieren cerrar los grifos cuando no se usan (por ejemplo, al lavarse los dientes), no usar jamás el váter como papelera y no descongelar alimentos bajo el chorro del agua del grifo.

Medidas de ahorro

Con la grave sequía, los barceloneses ya lo están haciendo. Pepa Amado y Luis López, que pasan de los 50 y viven en el barrio de los Indians, siempre han tenido cuidado con el agua. Pero ahora más. Cuando cocinan pasta o verdura, no salan el agua y la aprovechan para regar las plantas. Aclaran todos los platos con el agua que cabe en un barreño. Tiran la cadena con el agua que recogen de la ducha antes de que salga caliente. Al lavarse las manos no abren el grifo a tope. Y, cuando llueve, sacan barreños a la azotea comunitaria para recoger el agua. “A veces hemos recogido 70 litros”, cuenta Amado, alarmada por la sequía: “Todas estas medidas son cosas que se habían hecho siempre y se abandonaron por comodidad y porque parece que nos sobre el dinero. El agua es un bien que se acaba y esta vez va en serio, la gente no es consciente de qué sería vivir sin agua”.

Desde el Gòtic, en pleno centro de Barcelona, Agnès Giner (56 años) resume así su ahorro: “Lavadoras a tope, antes no siempre la llenaba; duchas más cortas y aprovechando el agua fría, y un lavavajillas portátil que gasta cinco litros para los platos de todo el día”. Giner explica que siempre le ha dolido “pensar que el agua del WC es agua de boca”. “Somos un país de sequías, no entiendo cómo no se aprovechan las aguas grises para el váter”, dice.

En este sentido, el Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado una ordenanza para obligar a que los nuevos edificios tengan aprovechamiento de aguas grises. Giner se desesperó hace unos días cuando le dio por mirar Google: “No podía creer la de edificios de este barrio que tienen piscina”. Y sintetiza: “Las medidas de ahorro en el consumo privado sirven para concienciar, pero el problema es estructural y de modelo de crecimiento: no podemos tener hoteles con piscina, llenar bañeras o regar campos de golf y aguacates como si esto fuera Islandia”. Otros sistemas de ahorro de agua en casa que comienzan a correr de boca en boca son llenar un par de botellas de litro y medio y ponerlas en la cisterna del váter, para reducir su capacidad; utilizar el agua de limpiar la lechuga para fregar; o guardar en un cubo el agua de la ducha antes de que salga caliente.

Saurí, de la UAB, destaca que el consumo urbano lleva descendiendo dos décadas: “Por una parte, porque inodoros, duchas y electrodomésticos son cada vez más eficientes; en segundo lugar, el precio del agua ha ido aumentando, sobre todo en los tramos más altos, donde se dispara el precio; y tercero, la gente cada vez está más concienciada. La anterior gran sequía de Barcelona fue en 2008 y desde entonces la gente ha intentado mantener el consumo racional”. De hecho, el consumo doméstico en la capital catalana está en 105 litros por persona y día, según el Área Metropolitana de Barcelona. “La OCDE habla de que 100 litros por persona y día es el mínimo para nuestro nivel de desarrollo, y en algunas ciudades ya nos estamos acercando”, añade.

Sin embargo, hay muchas diferencias entre quien vive en un piso y en un chalet. “Las casas unifamiliares gastan mucho más porque tienen césped, jardín, piscina y pueden lavar el coche fuera. El riego del césped puede ser una tercera parte del consumo anual de agua de una casa”, continúa Saurí. El Instituto Metropoli de la Universidad Autónoma de Barcelona llevó a cabo un estudio para el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) que lo demostró con datos: en los chalets, el 62% se gasta en el interior, el 16% en riego y el 22% en piscinas. “Además, el número de personas que vive en un hogar hace caer el consumo por persona”, apunta Elena Domene, jefa del área de sostenibilidad urbana del instituto. Julio Barea, experto en agua de Greenpeace, tercia: “Si alguien llena su piscina en una alerta por sequía, habría que sancionarlo, pero no sabemos si se está haciendo. Además, se deberían publicar los grandes consumidores de agua, cosa que tampoco se está haciendo”.

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