Sus uñas permitieron a los roedores conquistar el planeta
La mayoría de los ‘Rodentia’ tienen una uña en el pulgar en vez de garras con la que consiguen manipular alimentos
Los tetrápodos, los seres vivos con cuatro extremidades entre los que están los humanos, usan sus patas y manos para relacionarse con el entorno. Con ellas se mueven, persiguen o escapan, se alimentan o pelean por reproducirse. En los mamíferos, reptiles, aves y en mucha menor medida los anfibios, sus extremos tienen estructuras ricas en queratina. Toman la forma final de garras, pezuñas o uñas. Se daba por hecho que los roedores tienen de las primeras. Pero no, un amplio estudio publicado en Science muestra que eso solo es cierto para cuatro de sus dedos. En el quinto, el pulgar, la mayoría tienen uña muy parecida a las humanas. Para los autores, ese dedo gordo diferente les ayudó a conquistar el planeta.
Los ratones y ratas pertenecen al orden de los Rodentia, como los castores, los topos o los hámsters. Con algo menos de 2.500 especies, suponen el 40% de los mamíferos. Los hay en todos los continentes, salvo la Antártida. Se han adaptado a todos los entornos, habiendo terrestres como las capibaras, acuáticos como la rata almizclera, arborícolas como las ardillas o subterráneos, como el ratopín. Los científicos siembre han señalado a sus poderosos incisivos, que nunca dejan de crecer, como claves de su éxito: les permitieron ocupan un nicho alimenticio que el resto de mamíferos desdeñaba o no podía comer, los frutos y semillas de cáscara dura. Pero algo faltaba en esa explicación y han resultado ser las uñas.
Un grupo de biólogos tenía la hipótesis de que, junto a los incisivos, la uña del pulgar les habría permitido manipular estos duros y pequeños alimentos. Para demostrarlo, se han paseado por algunos de los principales museos de ciencias naturales, como los de historia natural de Londres, Nueva York o Chicago buscando roedores en sus cajones. Encontraron representantes de 433 géneros de los 522 que hay entre los Rodentia. El género es una categoría superior a la de especie. En el caso de los humanos, somos la única especie que queda del género Homo. Al analizar las patas, comprobaron que el 86% de los roedores tiene uñas, pero con una particularidad, solo en el pulgar.
“Entre las especies analizadas, todas aquellas con uña en el pulgar presentan garras en los demás dedos”, dice la bióloga evolutiva del Laboratorio de Morfología Funcional y Macroevolución de la Universidad de São Paulo (Brasil) y primera autora del estudio, Rafaela Missagia. “Este patrón parece ser característico de los roedores, a diferencia de otros grupos de mamíferos, donde las especies suelen tener uñas en todos los dedos (como en los primates) o garras en todos los dedos (como en los conejos, los colugos y las musarañas arborícolas)”, detalla en un correo.
La clave está en cómo comen. Al repasar si se alimentan usando solo la boca o ayudados por las patas (oromanual). La mayoría de las especies que solo lo hacen oralmente resulta que en el pulgar tienen garra o nada. “A menudo, presentan el pulgar como una protuberancia redondeada. En algunas especies, puede estar completamente ausente, como en la capibara y el conejillo de Indias”, explica Missagia. Pero todos los que tiene uñas en sus pulgares, usan manos y boca para comer.
Todo apunta a que un pulgar con uña aporta destreza manual a los roedores, como un pulgar oponible se la da a los humanos y demás primates. “A diferencia de las garras, que son largas y se curvan sobre las puntas de los dedos, las uñas son más cortas y anchas, asentándose sobre las almohadillas sensibles y vascularizadas de las puntas de los dedos. Esto probablemente les permite un mejor agarre y una manipulación más precisa de objetos”, dice la científica brasileña, también investigadora del Museo Field de Chicago, que alberga una de las mayores colecciones de roedores actuales y extintos. Se da la circunstancia de que solo los primates y los roedores tienen uñas.
Para los estudiosos de los roedores, su éxito diversificador, su propagación por toda la Tierra, se debe a que supieron acceder a recursos que estaban ahí sin competencia, como las semillas y frutos secos. “Estos alimentos, como las bellotas, son difíciles de conseguir, y se sabe que los roedores los manipulan gracias a sus fuertes incisivos y músculos mandibulares. Pero creemos que esa no es la única razón. La presencia de la uña del pulgar puede mejorar el agarre, trabajando junto con los incisivos para que los roedores tengan un mejor acceso a estos recursos difíciles”, apunta Missagia.
Es solo una hipótesis, pero el hecho de que descubrieran que las especies sin uñas en los pulgares no manipulan alimentos apunta a una conexión funcional entre tener este apéndice y habilidad manual. Además, al revisar los ejemplares de roedores fósiles, comprobaron que los ejemplos más antiguos ya tenían esta particularidad del dedo gordo. De hecho, todo indica que en su evolución, primero fueron las uñas del pulgar y después llegaron las garras.
Gordon Shepherd, neurocientífico de la Universidad del Noroeste (Estados Unidos) y autor sénior de la investigación publicada en Science reconoce que, antes de realizar este estudio, se sabía que algunos tenían uñas, otros garras y otros no tenían pulgares". Pero lo que no esperaban es que la uña en el pulgar fuera casi la norma. “Mi laboratorio estudia cómo los ratones manipulan la comida, y me interesé por las relaciones estructura-función de las manos y los pulgares”, comenta en un correo.
Esa íntima conexión entre forma anatómica y función, clave en la evolución de los humanos y grandes simios, acerca a primates y roedores, pero hasta cierto punto: “Los primates, y especialmente los humanos, poseen una destreza manual excepcional para manipular objetos con los dedos de una mano, gracias al pulgar oponible”, recuerda. Pero, añade, “los roedores son bastante diferentes: su destreza manual, como la manipulación de alimentos, implica agarrar y manipular objetos con ambas manos, utilizando principalmente los pulgares”. De hecho, termina, “estudios recientes de la corteza motora revelan similitudes y diferencias en los circuitos cerebrales relacionados con la destreza de ratones y primates”.