Svetlana Mojsov, química: “No sé si me borraron de la historia del Ozempic por ser una mujer”
La científica, ignorada en anteriores galardones, ha ganado el Princesa de Asturias por su papel en la revolución de los medicamentos contra la obesidad y la diabetes
Millones de personas reciben fármacos superventas para tratar su obesidad o su diabetes, como Ozempic, un medicamento de la empresa danesa Novo Nordisk que desde su autorización en 2018 ha generado una expectación mundial que no se recordaba desde la Viagra. La química estadounidense Svetlana Mojsov, nacida hace 77 años en Skopje (en la antig...
Millones de personas reciben fármacos superventas para tratar su obesidad o su diabetes, como Ozempic, un medicamento de la empresa danesa Novo Nordisk que desde su autorización en 2018 ha generado una expectación mundial que no se recordaba desde la Viagra. La química estadounidense Svetlana Mojsov, nacida hace 77 años en Skopje (en la antigua Yugoslavia, hoy Macedonia del Norte), lideró algunas de las primeras investigaciones en la década de 1980. Mojsov descubrió la secuencia activa de una hormona intestinal, la GLP-1, que estimula al páncreas a liberar más insulina cuando el nivel de azúcar en la sangre es elevado. Aquel hallazgo posibilitó que Novo Nordisk desarrollase Ozempic y que otras farmacéuticas creasen medicamentos similares, en un mercado que hoy mueve miles de millones de euros cada año, pero el nombre de Mojsov se borró de la historia.
Otros tres científicos han acaparado desde entonces los galardones por el descubrimiento de la hormona GLP-1: los estadounidenses Joel Habener y Daniel Drucker y el danés Jens Juul Holst, que también tuvieron papeles valiosos en la investigación. Este miércoles, la Fundación Princesa de Asturias anunció que premiaba de nuevo a los tres, pero sumando esta vez a Svetlana Mojsov, de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, y al médico estadounidense Jeffrey M. Friedman, que en 1994 descubrió la leptina, otra hormona que regula el apetito. Tras décadas de olvido, Mojsov celebra en una entrevista telefónica con EL PAÍS que se recuerde su papel esencial en una de las revoluciones médicas del siglo XXI.
Pregunta. Usted ayudó a descubrir la hormona GLP-1. ¿Por qué ha sido borrada de su historia?
Respuesta. No lo sé, de verdad que no lo sé. Es una pregunta que siempre me hacía a mí misma y no tengo una respuesta, pero ahora estoy muy contenta. Había muchos artículos en revistas científicas que tergiversaron o minimizaron mi trabajo. Les escribí cartas para corregir esas informaciones. La primera fue a la revista Cell y publicaron una corrección inmediatamente, en apenas dos meses. También pedí una corrección a Nature, y también la publicaron en septiembre. Me sorprende que nadie se diese cuenta de esto, hasta que una periodista de la revista Science descubrió mi historia y escribió un artículo, así que estoy agradecida a los periodistas científicos.
P. ¿Cree que este borrado de la historia tiene algo que ver con que usted sea una mujer y los otros tres sean hombres?
R. Siempre me hacen esta pregunta y creo que no lo sé. Quizás. Nunca sentí que ser mujer fuera un obstáculo para conseguir éxito profesional. Cuando llegué a la Universidad Rockefeller nunca sentí eso. Tanto Bruce Merrifield, que dirigió mi tesis doctoral, como Ralph Steinman, en cuyo departamento trabajé 20 años, apoyaban a las mujeres científicas [ambos ganaron después el Nobel]. A mí me apoyaron mucho, así que no sé. De verdad que no lo sé, lo digo sinceramente. Pero también tengo que decir que me han escrito muchas mujeres contándome que se identifican con mi historia. Parece que hay un cierto porcentaje de mujeres que sienten que sus contribuciones también son minimizadas por hombres.
P. Usted se enteró en 1996 de que las patentes de GLP-1 se habían concedido a Joel Habener, del Hospital General de Massachusetts, como único inventor. ¿Qué sintió?
R. Me sorprendió mucho, pero no me enfadé. Simplemente, me sorprendió aquella omisión. La única manera de intentar corregir aquello era trabajar con un bufete de abogados, pero incluso así necesité 10 años. Me sorprendió mucho. La gente me preguntaba si lo hacía por dinero, pero no era por eso, de verdad. Yo ya sabía que Novo Nordisk estaba trabajando en ello y confiaba en que GLP-1 se convertiría en un nuevo medicamento en el futuro, pero nunca se me pasó por la cabeza que fuese a generar tanto dinero. Estos fármacos normalmente no eran superventas, así que no era una cuestión económica. De hecho, las patentes no generaron mucho dinero, porque el primer medicamento autorizado, la liraglutida o Victoza, se lanzó en 2010 y la patente expiró en 2012. Así que hubo solo dos años de derechos de explotación, al comienzo de todo, una época que no tenía nada que ver con lo que ocurre ahora.
P. Este año se esperan unas ventas de 24.000 millones de euros para Novo Nordisk por sus fármacos Ozempic y Wegovy. Ambos imitan la actividad de GLP-1. ¿Usted no obtiene un porcentaje?
R. No, no, nada, nada. La verdad es que no me metí en la ciencia para ganar dinero, solo quería hacer algún descubrimiento importante y cumplí mi objetivo, así que soy muy feliz. Si hubiese querido ganar dinero me habría dedicado a las finanzas.
P. En octubre usted vendrá a España a la ceremonia de entrega de los premios en Oviedo y allí estará Joel Habener. ¿Cómo es su relación?
R. No hemos hablado en 30 años, no tenemos relación. Cada uno fue por su lado. Ya veremos qué tal va.
P. ¿Ozempic existiría sin el trabajo pionero de Svetlana Mojsov?
R. La respuesta no es sí o no. Yo descubrí la secuencia activa de GLP-1, pero esta forma activa, GLP-1 (7-37), no era muy estable. En Novo Nordisk cogieron esta secuencia activa y la hicieron más estable en sangre. Primero tuvimos la liraglutida o Victoza, que se inyectaba una vez al día, y ahora tenemos Ozempic, que es todavía más estable. La contribución de Novo Nordisk fue muy importante y hay que darle el crédito. Creo que hay que verlo como un esfuerzo colaborativo.
P. El Premio Nobel admite un número máximo de tres ganadores. El Princesa de Asturias ha galardonado a cinco personas. ¿A qué dos quitaría usted?
R. No pienso en premios ni en el Nobel. Esa pregunta habría que hacérsela al Instituto Karolinska.
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