¿Cabeza de Vaca, Jedey o Cumbre Vieja? Cómo se nombra un nuevo volcán
Los volcanes suelen tomar prestado el nombre de la zona donde estalla la erupción
Los científicos no tienen un mecanismo reglado o acostumbrado para bautizar a cada volcán nuevo que surge, a diferencia de lo que sucede con los minerales, con las nuevas especies o los distintos periodos geológicos. Eso se lo dejan a los lugareños, que suelen ponerles el nombre con el que se conoce el punto donde la tierra se rompe. Esta vez ha ocurrido en el camino de Cabeza de Vaca, que parte de la carretera de San Nicolás y lleva hasta el Llano de Las Brujas, en la LP-301. No tiene más romanticismo.
El vulcanólogo Joan Martí, director del grupo Geociencias Barcelona, del CSIC, recue...
Los científicos no tienen un mecanismo reglado o acostumbrado para bautizar a cada volcán nuevo que surge, a diferencia de lo que sucede con los minerales, con las nuevas especies o los distintos periodos geológicos. Eso se lo dejan a los lugareños, que suelen ponerles el nombre con el que se conoce el punto donde la tierra se rompe. Esta vez ha ocurrido en el camino de Cabeza de Vaca, que parte de la carretera de San Nicolás y lleva hasta el Llano de Las Brujas, en la LP-301. No tiene más romanticismo.
El vulcanólogo Joan Martí, director del grupo Geociencias Barcelona, del CSIC, recuerda que ellos clasifican a los volcanes por sus características o por el tipo de sus erupciones, “pero el nombre suele ser algo local”. No existe un mecanismo científico para nombrar a cada volcán que surge. Igual se debe a que son miles los que habría que nombrar. Solo activos hay unos 1.500, según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos. E inactivos son aún muchos más. Solamente en Tenerife habría unos 300 volcanes.
En el caso del nuevo volcán de La Palma, ha surgido en un paraje de la Cumbre Vieja atravesado por el camino de Cabeza de Vaca y de ahí han tomado el nombre palmeros, periodistas y científicos. Como dice Francisco José Pérez Torrado, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, “no hay ninguna norma para nombrar un edificio volcánico nuevo, pero por la zona en que ha salido podría ser Cabeza de Vaca”.
El volcán Krakatoa toma el nombre del archipiélago que destrozó en su erupción de 1883
Hay otros casos de nombres prestados, como el del Krakatoa, que lo toma del archipiélago que destrozó en su erupción de 1883, haciendo desaparecer varias islas. Pero otras ocasiones, en especial con volcanes con historia, el nombre es una simple definición vernácula: describen lo que era o aparentaba ser para los humanos.
Así el Etna, en Sicilia, bien puede tomar su nombre de una ninfa llamada Aitna que, en la mitología griega (y Sicilia fue colonia helénica), era la madre de Palike, el dios de los géiseres y las aguas termales. Durante la dominación árabe de la isla, lo llamaron Gibel Uttamat, montaña de fuego.
Algo similar sucede con el otro gran volcán italiano, el Vesubio, Vesubius en latín. La raíz ves, en la lengua protoindoeuropea, significa montaña. Con el Pinatubo de Filipinas sucede lo mismo. En tagalo, la principal lengua del archipiélago, el término hace referencia a hacer crecer, como sucede con los volcanes y la lava que acumulan. Otro tanto sucede con el Popocatépetl mexicano. En lengua náhuatl quiere decir montaña que humea. Y la historia se repite con otro de esos volcanes cuyo nombre es familiar, el Kilauea. En hawaiano, viene a decir escupiendo.
“Esta vez se ha planteado que aquellos que están sufriendo la erupción sean los que le pongan nombre al volcán”Carmén López, responsable de vigilancia volcánica del Instituto Geográfico Nacional
Hay excepciones que incluso provocaron polémica. Cuando se produjo en 2011 la erupción en las costas de El Hierro, hace ahora justo 10 años, el nuevo volcán quedó sin nombrar. Cinco años más tarde el Instituto Español de Oceanografía (IEO) propuso al Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM) llamarlo Tagoro. La palabra significa, en lengua bereber, “recinto circular de piedras” o “lugar de reunión”. La entonces presidenta del cabildo herreño, Belén Allende, dijo que “El Hierro ha debido participar, a través de sus instituciones, en la toma en consideración del nombre de este volcán”. La excepción a la costumbre podría deberse al hecho de tratarse una erupción submarina. La zona donde ocurrió, al sur de la isla, no tenía un nombre específico y el encargado de ponerle nombre a la orografía marina es el IHM, que ya incluye el volcán Tagoro en sus en las cartas marinas número 618 y 61B.
En el caso de La Palma, “se ha planteado que sea el pueblo de la isla el que nombre este nuevo volcán”, dice Torrado, también coordinador del grupo de investigación de Geología de Terrenos Volcánicos (Geovol) de la universidad grancanaria. Se han propuesto ya varias alternativas. Una es la expuesta por el geólogo y paleontólogo tinerfeño Francisco García-Talavera en Twitter. Este experto en toponimia de los antiguos habitantes de las islas plantea que, “ya que las erupciones anteriores, como la del Teneguía, tienen nombre guanche, propongo que se le ponga uno guanche y ese debe ser Jedey”. El término hace referencia a un rey local y “coincide con la zona donde ha aflorado el volcán”.
Carmén López, responsable de vigilancia volcánica del Instituto Geográfico Nacional, recuerda que, “en general, se les suele nombrar por un elemento geográfico cercano o por el nombre del pueblo, pero esta vez se ha planteado que aquellos que están sufriendo la erupción sean los que le pongan nombre”.
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