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Pablo Longueira: “Si Chile Vamos no es bien liderado, puede ocurrirle lo mismo que a la Concertación: desaparecer”

Figura fundamental de la derecha chilena de las últimas décadas, hoy fuera de la primera línea, analiza la política. “Hasta ahora, el mayor legado del Gobierno de Boric es haber mantenido la Constitución de los cuatro generales”, dice

Pablo Longueira
Pablo Longueiro en la comuna de Vitacura, en Santiago de Chile.CRISTIAN SOTO QUIROZ
Rocío Montes

Una de las figuras icónicas de la UDI, un partido de la derecha tradicional que presidió, Pablo Longueira (Osorno, 65 años) ha jugado un papel clave en su sector político en las últimas décadas. Fue diputado, senador, ministro de Economía del primer Gobierno de Sebastián Piñera y candidato presidencial en 2013. Lleva una década fuera de la primera línea política, tras el caso SQM, y en 2020 renunció a la UDI. Pero aunque Longueira no está en la trinchera, su mirada sobre la contingencia se escucha con atención entre los dirigentes y los ciudadanos que siguen la actualidad.

En esta entrevista con EL PAÍS celebrada entre Navidad y Año Nuevo, Longueira aborda los cuatro años de proceso constitucional, el panorama tras el plebiscito del 17 de diciembre –donde se rechazó por un 55% una propuesta de las derechas–, el Gobierno de Gabriel Boric y su sector político, la derecha histórica agrupada en la coalición Chile Vamos, muy tensionada por Republicanos.

Pregunta. ¿Cómo influye el resultado del plebiscito en la política chilena?

Respuesta. Creo que no variará mucho. El problema político es estructural. No hay líderes para conducir un multipartidismo como el que tenemos. Estamos llenos de partidos solo con timbres y estampillas, pero sin militantes. No habrán buenos gobiernos ni buenas oposiciones con este nivel de partidos. Entiendo que en el Parlamento hay 23. Eso no tiene sentido. Esta reforma al sistema político es por lejos la más urgente e importante. Se requieren líderes potentes para conducirla. Mientras más se postergue, el país no retomará la senda de progreso y nuestra democracia estará expuesta a cualquier aventura populista.

P. ¿Y por qué ganó el en contra el 17 de diciembre?

R. Porque la gente se cansó del tema constitucional. En estos cuatro años a la gente le quedó claro que sus problemas no tienen nada que ver con la Constitución. Creo que también influyó mucho que este plebiscito para la derecha no era binario. La derecha perdió electoralmente, pero le propinó la mayor derrota intelectual a la izquierda que al menos yo recuerde. En ambas opciones la derecha se sentía ganadora.

P. “Si se impone el a favor o el en contra, el que gana por partida doble es Jaime Guzmán”, dijo usted.

R. Claro, Jaime Guzmán ganaba por partida doble. Ni en las mejores películas de Netflix se nos hubiera ocurrido hacer un guion donde la izquierda defendiera la Constitución de Pinochet. Debo decir eso sí, que creo que había un texto consensuado por la fuerzas democráticas que hubiese alcanzado el 65%, pero la misma noche en que Republicanos arrasó en la elección de los consejeros y que con Chile Vamos hacía mayoría para redactar un texto sin contrapeso el 7 de mayo, el Partido Comunista (PC) decidió que el proceso fracasara. Que no hubiese ningún acuerdo. Jamás hubo disposición del oficialismo a avalar una Constitución hecha democráticamente por la derecha. Se impusieron un sistema de vetos entre ellos donde finalmente el PC tenía la llave. Incluso llegaron a abstenerse y votar en contra de la norma que establecía el Estado social y democrático de derecho.

Plebiscito constitucional en Chile 2023
Ciudadanos por la opción 'en contra' festejan los resultados del plebiscito, el 17 de diciembre.cristobal venegas

P. ¿Y qué error político cometió la derecha?

R. Para mí el mayor error político de la derecha estuvo en autoimponerse un plebiscito en el Acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constitución de noviembre de 2019 que nadie se los pidió. Eso fue muy grave. Si uno exige una elección, es porque cree que la puede ganar. No sé en qué país pueden vivir para haber hecho eso. El resultado fue una derrota 80/20. Ese plebiscito –del 25 de octubre de 2020– era enteramente innecesario. Eso llevó a que la derecha no sacara ni siquiera el tercio en la elección siguiente de los convencionales. El circo de la Convención saturó. Después, se pasó a la euforia con el 62% [en el plebiscito de salida de septiembre de 2022] y ahora se sienten derrotados, porque se perdió el reciente plebiscito. Las derechas fueron las grandes ganadoras de todo el proceso constitucional, lograron evitar el derrocamiento del Gobierno de Piñera y, aunque hayan perdido electoralmente, lo más importante es que le propinaron a la izquierda una gran derrota política.

P. ¿A qué se refiere con derrota política?

R. A que hay derrotas electorales que se convierten en triunfos políticos, como también hay triunfos electorales que se convierten en derrotas. Por ejemplo, Pinochet perdió electoralmente el plebiscito del y el No del 88, pero ganó políticamente. La derecha ganó con Piñera un segundo Gobierno, pero perdió políticamente.

P. ¿Por qué piensa que la derecha perdió políticamente con ese segundo Gobierno?

R. Porque no hubo relato. Llegó a tener encuestas de aprobación del 7%. Porque Chile Vamos salió completamente debilitado después de su Gobierno. Me atrevería a decir que aún no saben qué derecha construir. El segundo Gobierno de Piñera se salvó por el acuerdo de noviembre de 2019, pero principalmente por el covid. Eso lo hicieron magistralmente bien y frenó el estallido. No tuvo contrapesos políticos como en su primer Gobierno. No gobernó una alianza política, gobernó solo.

P. Volviendo al último proceso constitucional. ¿Qué responsabilidad tiene Chile Vamos y el Partido Republicano, respectivamente, en cómo se desencadenó?

R. Este proceso quedó en estado fallido la misma noche en que eligieron los consejeros. Pero además, los republicanos no tenían mucho espacio para ceder.

P. ¿Por qué?

R. Porque se les habría abierto un forado muchísimo más grande por su derecha que el que hubo. Tal vez el resultado podría haber sido peor. Por lo tanto, los tironeos por la extrema derecha, más los de la extrema izquierda y un espectro político sin partidos fuertes de centro, hacía muy difícil que esta inédita experiencia democrática culminara con éxito.

P. Tras lo que ha pasado en estos cuatro años, ¿cree que fue correcta la salida constitucional en medio del estallido de 2019?

R. De eso no tengo ninguna duda. Sobran los antecedentes para demostrar que el intento del estallido terminó siendo botar a Piñera. Era una crisis democrática muy profunda ya que se buscaba tumbar a un Gobierno elegido democráticamente. Con un nivel de delincuencia y violencia muy bien organizado por estructuras vinculadas a los narcos. El acuerdo del 15 de noviembre del 2019 fue notable, porque logramos salir de esa crisis por la vía institucional. Que finalmente no se logró una nueva Constitución, me parece secundario a estas alturas. Está claro que cuando uno evita crisis institucionales, entre otras cosas evita derramamiento de sangre. Por cierto que el óptimo hubiese sido concluir con un texto constitucional con un buen nivel de apoyo, pero esta inédita experiencia pareciera ser más compleja de lo que todos suponíamos.

P. ¿Y en 2022 fue adecuado impulsar un segundo proceso tras el fiasco del primero?

R. Sí, porque había un mandato previo que no hay que olvidar: el plebiscito de entrada donde la derecha sacó el 20% oponiéndose a cambiar la actual Constitución. También hubo un compromiso claro de la derecha en el plebiscito de septiembre de 2022, donde se obtuvo el 62%, en el sentido de hacer una buena Constitución. Y presentó una que respetó íntegramente los 12 bordes que le impuso el Parlamento. Me parece notable políticamente que los partidos de derecha hayan sido capaces de ofrecer una Constitución alternativa a la del 80. Como ocurre siempre en política, como no se ganó, ahora muchos dicen que fue un error impulsarlo. Había que impulsarlo corriendo el riesgo de que no se alcanzara un nuevo texto. Era imposible prever que las derechas obtendrían esos niveles de mayoría en los consejeros.

La oposición: mayor unidad electoral y política

P. ¿Qué tipo de oposición debería configurarse tras el plebiscito, pensando en los dos años que vienen?

R. Después de estos cuatro años de discusión constitucional, la oposición debe concentrarse en los problemas de la gente. Buscar la mayor unidad electoral y política.

P. ¿A qué se refiere con mayor unidad electoral y política?¿Habla de Chile Vamos y Republicanos?

R. Por cierto, tiene que haber pactos por omisión que lleguen a incluir al Partido de la Gente, Amarillos y Demócratas. El año 2024 no será bueno económicamente. Es el año de las elecciones de alcaldes y gobernadores. Estas sí que son influyentes en la elección presidencial del 2025. Todos los plebiscitos y elecciones del proceso constitucional no tendrán ningún efecto en las elecciones que vienen. Un error muy común es proyectar resultados de elecciones que no son vinculantes. Ni el 20% del plebiscito de entrada, ni el 62% de salida, ni este último, son para sacar cuentas para las elecciones futuras.

P. A usted se le recuerda como un facilitador de los acuerdos en el Gobierno de Ricardo Lagos [2000-2006]. ¿Es posible replicar aquello en el momento actual?

R. Siempre se pueden replicar si es que hay legitimidad social para hacerlo. Esa legitimidad se perdió en los segundos gobiernos de Bachelet y Piñera. Eso fue lo que no supo leer la clase política. Hay que volver a construirla. Los acuerdos sin legitimidad social son percibidos como arreglines de los políticos. Esa legitimidad duró los primeros cinco gobiernos de la transición.

P. El Gobierno ha hecho reiterados llamados a los acuerdos, como el mismo presidente tras el plebiscito.

R. Ahora el Gobierno demanda acuerdos cuando consideró que los 30 años fueron los peores de la historia, porque la Concertación transó con la derecha. Como todos sabemos, fueron los mejores 30 años de nuestra vida republicana y eso se debe al nivel de acuerdos y consensos que se lograron. No concibo que los países avancen sin acuerdos. La derecha siempre tiene que estar disponible para buenos acuerdos. Buscar cualquier acuerdo con el solo propósito de diferenciarse de Republicanos me parece un error profundo.

P. En un análisis largo, ¿cómo se explica la irrupción del Partido Republicano liderado por José Antonio Kast, un ex militante UDI?

R. En gran medida a que la UDI a la que le dedicamos 30 años de nuestras vidas ya no existe. La UDI tenía un relato muy claro. Ese relato lo transpiramos en las poblaciones y campamentos. Fuimos un partido de inspiración cristiana, popular, comprometido con los pobres; partidario de la economía social de mercado, porque generaría la riqueza necesaria para superar la pobreza y un país de oportunidades y siempre agregábamos con un nuevo estilo nuevo de hacer política. Como siempre lo dije, “a la UDI no la destruyen sus adversarios políticos, la destruye la UDI”.

Integrantes del Partido Republicano con José Antonio Kast, el 17 de diciembre en Santiago.
Integrantes del Partido Republicano con José Antonio Kast, el 17 de diciembre en Santiago.CRISTIAN SOTO QUIROZ

P. ¿Y qué ha dejado de hacer Chile Vamos para permitir el surgimiento de una fuerza como Republicanos por la derecha?

R. La gente no percibe ninguna diferencia entre la UDI, RN y Evópoli. Son lo mismo. Creo que hoy incluso tiene mucho más identidad Chile Vamos que los partidos individualmente. Republicanos apareció con una mística política como la de los mejores años de la UDI. Principios claros, trabajo territorial, sintonía con los problemas reales de la gente, por mencionar algunos.

P. ¿Están interpretando mejor ellos a la sociedad que la derecha tradicional?

R. Creo que en algunas cosas, sí. Pero también hay un fenómeno que hay que hacerse cargo. Desapareció la Concertación. Triunfó la extrema izquierda por sobre la izquierda democrática. Eso también ayuda a fortalecer a Republicanos. Muchas veces leo que hay un símil muy grande entre la política española y la nuestra. Es obvio que existe.

P. ¿En qué sentido?

R. Si en España Podemos hubiese hecho desaparecer al PSOE y hubiese logrado el Gobierno, creo que Vox podría haber puesto al PP en jaque. En Chile esto es lo que está ocurriendo. Republicanos ha logrado una sintonía mayor con el mundo de la derecha, porque no es lo mismo haber hecho acuerdos con los gobiernos de la Concertación, que hacerlos con un Gobierno del FA-PC. Es como si el PP de España hiciera acuerdos con Podemos.

P. ¿De qué acuerdo usted es crítico?

R. No ha existido ningún acuerdo relevante aún, precisamente por lo que le he dicho. No se puede comparar llegar a acuerdos con lo que fueron los gobiernos de la Concertación, con uno liderado por jóvenes inexpertos al ritmo del PC. En la derecha no hay espacio para acuerdos malos, llegar a acuerdos por imagen. Lo relevante siempre son los contenidos. De lo contrario, Republicanos seguirá avanzando en el sector. Piense que ni siquiera llegan a acuerdos en los nombramientos que debe hacer el Senado. Hay algunos paralizados casi un año. Nadie respeta los acuerdos. Al final, tanto en el oficialismo como en la oposición cada parlamentario vota como quiere. En mi época, el gran capital de la UDI era que cualquiera de los innumerables acuerdos que alcanzamos en esos 30 años, nunca un parlamentario dejó de honrar la palabra. Incluso en los más impopulares.

Republicanos seduce a todo Chile Vamos

P. Como usted bien recuerda, alguna vez empujó la UDI Popular que llevó la derecha a los sectores menos acomodados. ¿Se perdió esa influencia de la UDI y Chile Vamos en las poblaciones?

R. Por cierto que se perdió. No hay un trabajo territorial permanente. Hoy eso está circunscrito a los lugares donde la derecha tiene alcaldes. Sobran candidatos en el barrio alto. Hoy todos piden encuestas para tomar la decisión de ir a zonas populares a competir con la izquierda. En nuestra época sobraban voluntarios para ir a perder a esos lugares. Todos los líderes de la UDI Popular fueron a zonas donde era muy difícil ganar, más bien era más alta la probabilidad de perder. Nadie hizo una encuesta para asumir su responsabilidad. Muchos sembraron perdiendo, para que después ganara otro. Había mística y compromiso público. Hoy hay muchos memes en los chat, pero nadie transpira. En la UDI Popular había una consigna que se repetía mucho, era una frase histórica de Jaime Guzmán: “La política es 90% transpiración y un 10% inspiración”. Me da la impresión que varios han invertido estos porcentajes.

P. ¿En qué se diferencia la UDI de Republicanos?¿Hay diferencias?

R. No lo sé. Hay discursos y votaciones de algunos UDI que me impresionan. Se ha desdibujado mucho. Es evidente que en las cúpulas hay más diferencias que en las bases. La UDI busca su identidad, pero no es fácil porque no existe una centroizquierda sólida. No hay interlocutor. Es demasiado fuerte la influencia del PC en el actual Gobierno. Eso dificulta las diferenciaciones.

P. ¿Y qué tan seducida está la militancia UDI con Republicanos?

R. Creo que la seducción de Republicanos cruza a todos los partidos de Chile Vamos. Obviamente afecta principalmente a la UDI porque todos sus líderes provienen de la UDI Popular.

P. ¿Es el momento de diferenciarse y disputar la hegemonía? El analista Cristóbal Rovira dice que cuando las derechas se mimetizan, gana la extrema.

R. Eso le ocurre tanto a la derecha, como a la izquierda. En el segundo Gobierno de Bachelet se mimetizó la Concertación con el Frente Amplio y el PC y terminó ganando la izquierda extrema. En la derecha este fenómeno está en proceso de ocurrir. Si Chile Vamos no es bien liderado, puede ocurrirle exactamente lo mismo que ocurrió con la Concertación, desaparecer.

P. ¿Y cómo evalúa los liderazgos actuales de Chile Vamos y, en especial, de la UDI?

R. Creo que Macaya lo ha hecho muy bien en la conducción de todos los procesos constitucionales. La UDI no influye como ayer. Esta totalmente mimetizada en Chile Vamos. Además, tiene muchos conflictos internos. RN también los ha tenido históricamente, pero creo que eligió una buena directiva que aún le falta más liderazgo e influencia política. Evópoli tiene una buena presidenta también, pero el partido muy poca adhesión pública. Evópoli ya no es la marca que fue en algún minuto. Entre los tres se diferencian a estas alturas tan poco que no me extrañaría empezar a escuchar voces que llamen a fusionarse.

P. ¿Y cómo ve al Gobierno de Gabriel Boric?

R. Hubo una respuesta en la campaña del diputado Boric que no hay que olvidar: “No estoy preparado para ser presidente”. Creo que eso ha quedado de manifiesto estos dos años. Hasta ahora su mayor legado es haber mantenido la Constitución de los cuatro generales. Políticamente, el Gobierno de Boric terminó cuando fue derrotado en el plebiscito de salida [del primer proceso, en septiembre de 2022]. El 62% rechazó los intentos refundacionales de esta generación que se creía superior moralmente a todos. Los escándalos de las fundaciones terminaron con esa supuesta superioridad. Creo que no se han saltado ninguno de los vicios que se suponían que iban a erradicar.

P. ¿Y cómo valora la evolución del Gobierno en su primera mitad?

R. El mayor error que observo en muchos análisis es que evalúan a Boric como si buscara hacer un buen Gobierno. Ese no es su objetivo. Él lo que busca es quedarse como el líder indiscutido de ese 28% que representa la izquierda dura del país. Esa izquierda que dice: “Este es un Gobierno de mierda, pero es mi Gobierno”. Boric sacó 28% en la primera vuelta y se mantiene sistemáticamente en eso. Lagos y Bachelet I [2006-2010] gozaron de otros niveles de popularidad, porque la Concertación buscó hacer buenos gobiernos como centroizquierda y por cierto que lo lograron. Fueron la coalición de Gobierno que ha obtenido más gobiernos seguidos.

P. ¿Qué diferencia observa entre esa centroizquierda y la coalición de origen del presidente?

R. Una de las grandes diferencias entre la socialdemocracia que lideró la Concertación y la coalición del FA-PC, es que estos últimos solo buscan permanecer de cualquier forma en el poder.

P. ¿Por qué piensa eso?

R. Eso quedó meridianamente claro con la intervención que hicieron para que se aprobara su texto constitucional en 2022, el aumento de 90.000 nuevos funcionarios públicos y el sistema que diseñaron y montaron para retirar platas públicas para financiar sus fundaciones truchas [de mentira]. Boric con 37 años solo piensa en volver a ser presidente y para ello tiene que quedar después de este Gobierno como el líder de esa izquierda. Creo que lo ha hecho muy bien. Usó los 50 años del golpe de Estado para dividirnos y polarizarnos. No dudó un minuto en entregar a su amigo Patricio Fernández cuando el PC se lo exigió. Los 50 años terminaron siendo más irrelevantes que los 10, 20, 30 y 40.

Carter: tanta o más posibilidades que Kast y Matthei

P. Hablemos de la presidencial 2025. ¿Cree usted que Evelyn Matthei tiene más posibilidades que Kast de llegar a La Moneda?

R. Creo que Carter puede llegar a tener tanta o más posibilidades que ellos dos. Dependerá de los escenarios que se vayan dando. Falta mucho aún. En todo caso, los tres se necesitan para llegar a la Moneda. Las probabilidades de éxito de cada uno dependerá principalmente de los candidatos de centro y la izquierda que finalmente compitan en primera y en la segunda vuelta presidencial. Aún no los conocemos.

P. Kast avisó que irá nuevamente a la primera vuelta, a diferencia de las presidenciales pasadas. ¿Qué le parece?

R. Me alegró leerlo. Porque si en esta ocasión hubiese acuerdo en que participe en la primaria de Chile Vamos, creo que la ganaría. De esta forma, creo que lo más probable que ocurra es que existan cuatro candidatos del mundo de la derecha en primera vuelta. Uno de extrema derecha –el sector Rojo Edwards–, Kast, un candidato de Chile Vamos y Franco Parisi.

P. ¿Ve a Piñera entusiasmado con una tercera postulación?

R. Obviamente. No tengo ninguna duda que lo intentará. Trabajará con ese objetivo y si se le dan las condiciones para ganar la primaria de Chile Vamos, se inscribirá. Si no quisiera intentarlo, bastaría con una declaración clara y contundente que no lo será. Como tampoco lo hará Michelle Bachelet. Creo que los dos expresidentes que podrían ser los únicos que hayan gobernado tres periodos, trabajarán para serlo diciendo que “no quieren…, pero si es necesario en el minuto final…, de ser necesario…, cuenten conmigo…”.

P. Parece increíble.

R. Esto refleja la crisis política del país. Por eso le dije que Carter puede tener una gran opción. Basta ya de los mismos. En el caso de Bachelet es más obvio que terminará siendo candidata, porque si no lo descarta tajantemente y lo más pronto posible, impedirá que surja alguien del mundo PPD-PS. Ella misma con su estrategia estará impidiendo que surjan presidenciales competitivos de lo que hoy se llama el socialismo democrático. La seguirán poniendo en las encuestas más influyentes y aparecerá como la más competitiva. Y si Bachelet va, ¿usted cree que Piñera duerme tranquilo? En todo caso, en Chile Vamos ya hay dos candidatos muy bien posicionados: Matthei y Carter. Por lo tanto, una posible candidatura de Piñera no opacará sus liderazgos, porque se los han construido ellos desde el mundo municipal.

P. Pensando en el largo plazo, ¿cree que Chile resista que se mantenga más años la Constitución vigente?

R. Por cierto. Además, creo que eso será lo que ocurrirá. Nadie puede negar que hoy la actual Constitución terminó más legitimada después de estos cuatro años de discusión.

Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.
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