Lucas Sierra y el secreto de la Comisión Valech: “Está la sensación de que es ahora o nunca para saber algo más”
El abogado, miembro de la comisión que recogió los testimonios de los torturados durante la dictadura en Chile, se plantea a favor de una fórmula en que la información sea accesible a la justicia
El abogado Lucas Sierra, fue uno de los miembros de la Comisión de Prisión Política y Tortura creada en Chile en el Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006) que recogió los testimonios de las víctimas durante la dictadura de Pinochet. El informe, liderado por el exobispo de Santiago, Sergio Valech –por lo que se conoce como Comisión Valech- fue dado a conocer en 2004 y en él se da cuenta de más de 30.000 víctimas, 28.459 por detenciones ilegales, tortura, ejecuciones y desapariciones y más de 800 centros de tortura.
Las historias recopiladas en ese documento fueron declaradas por ley bajo secreto por un periodo de 50 años para resguardar la privacidad y dignidad de las víctimas, según ha explicado el propio Lagos en reiteradas oportunidades. Hoy, cuando se cumplen 50 años del golpe de Estado en Chile, el Gobierno de izquierdas de Gabriel Boric ha anunciado que enviará una ley al Congreso para levantar el secreto en aquellos casos en que la víctima o sus herederos así lo consientan, como una manera de recabar mayores antecedentes del Plan de Búsqueda, Verdad y Justicia, lanzado por el Ejecutivo para dar con el paradero de más de 1.000 detenidos desaparecidos. Los detalles de la iniciativa, dada a conocer ayer por el ministro de Justicia, Luis Cordero, todavía no se conocen en profundidad. Por lo mismo, Sierra es cauto. Plantea que la conveniencia o corrección de esta medida dependerá de cómo se presente ante el Parlamento, pero plantea que, a la luz de los 50 años, puede ser “una manera sensata de abrir una fuente de investigación”.
Pregunta. ¿Qué le parece esta iniciativa anunciada por el Gobierno?
Respuesta. En términos generales, uno podría decir que aquí hay dos valores en juego. Primero, el de la protección de la privacidad y dignidad de las víctimas que concurrieron a la comisión Valech que estaba protegida por una promesa de secreto. Y el otro valor, es que van muriendo las fuentes posibles de información. En el marco de este Plan de Búsqueda anunciado por el Gobierno, hay un interés de los familiares de las víctimas, de la nación y de la sociedad chilena para intentar reducir los efectos maléficos de uno de los crímenes más terribles que es la desaparición forzada de personas. Cómo conjugamos esos dos valores, son detalles de la regulación que aún faltan, pero creo que se podría invertir la regla, en el sentido de que no se haga la publicidad completa, sino que los tribunales puedan tener acceso a estos antecedentes.
P. ¿Cómo podría resguardarse esa promesa de secreto?
R. Hoy, en el contexto de los 50 años y viendo que está pasando el tiempo y se están muriendo las generaciones que podrían tener información, se plantea este programa de búsqueda como una política de Estado. Y en este contexto toman una nueva luz los antecedentes Valech 1, porque las investigaciones judiciales han podido acceder a los antecedentes Valech 2. Lo que se podría hacer aquí es una fórmula que considere accesibles los antecedentes a las investigaciones judiciales respecto de los cuales las víctimas, o sus herederos o descendientes, dado un tiempo razonable, no se hayan opuesto. El registro de estas personas lo tiene el Gobierno y en la medida que la unidad ejecutiva de este Plan de Búsqueda se vaya institucionalizando, podría contactarlas individualmente a todas ellas y plantearles: “Existe esta prohibición que queremos levantar, a menos que usted en este plazo, 10 días, 15 días, expresamente diga que no”. Creo que esa es una manera sensata de abrir una fuente de investigación, sin vulnerar la promesa que hizo el Estado a las víctimas que es importante de mantener.
P. ¿Ve distinto el contexto hoy? Ya se han intentado iniciativas similares antes sin éxito...
R. El efecto de la sigla redonda del medio siglo tiene un efecto emocional y también racional en el sentido de que está la sensación de que es ahora o nunca para saber algo más.
P. ¿Cree que sea posible recabar información valiosa de esos testimonios para encontrar a los detenidos desaparecidos?
R. Creo que no se va a saber mucho más, lamentablemente. Pero un poco más, ya vale la pena. Son alrededor de 1.000 personas respecto de las cuales no se tiene idea de su paradero. Ha pasado la Mesa de Diálogo, dos comisiones. Tengo esperanza de que algo salga, pero no esperanza de que salga mucho más. Ojalá me equivoque.
P. El Gobierno no ha tenido una positiva recepción, en particular de parte de los partidos de Chile Vamos, frente a esta iniciativa. ¿Cree que podría tener la chance de ser aprobada en el Congreso?
R. Es que depende de cómo se plantee. Creo que puede haber una persuasión razonable si la fórmula es que se levantan todos aquellos antecedentes de las personas que no han dicho nada. Tiene que haber un oponerse informadamente. Depende de cómo se haga, pero esa razón que ha dado hoy Chile Vamos podría verse bajo otra luz, pero no se saben los detalles todavía. Si hay una fórmula razonable que combine esta idea de generar más justicia y la posibilidad de generar más conocimiento cuando pareciera que no hay más oportunidades para hacerlo, por una parte, y por otra, honrar la palabra del Estado para aquellas personas que así les interese. Me parece que uno podría conversar.
P. ¿Cree que las víctimas podrían levantar ese secreto? ¿Cómo ve la disposición por ese lado?
R. No tengo idea, debe haber víctimas y víctimas. Depende de los testimonios. Es posible que los herederos o descendientes a lo mejor tengan un criterio más abierto para hacerlo. Es mucha la gente, entonces es muy difícil establecer un criterio general: son casi 40.000 personas.
P. ¿Cómo observa el ambiente político en esta conmemoración de los 50 años del golpe de Estado?
R. Está crispada la cosa. Yo creo que tiene que ver con el hecho de tener el estallido tan cerca. El hecho de que fuerzas políticas que jugaron un papel especial en el estallido estén hoy día en el Gobierno, genera un cierto ruido que no alcanzo a definir muy bien, pero hay algo de eso. Estamos también en un proceso constituyente que está crispado, que no lo teníamos en los aniversarios anteriores. Y, esta es una hipótesis, creo que también complota el clima de inseguridad pública que se ha instalado, porque cambia erróneamente las percepciones de que se necesita un Gobierno fuerte. Me imagino que la demanda por orden y por salir a la calle tranquilo y que no te pase nada, puede generar una cierta idealización del orden impuesto por las bayonetas del 73. Debe haber algo de eso. Entonces, el escenario es muy poco proclive a una conmemoración sobria y sensata de los 50 años del golpe de Estado.
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