El paisaje como espejo de nuestra sociedad
Dos proyectos fotográficos analizan los distintos retos y conflictos medioambientales a los que nos enfrentamos a través de narrativas que aluden al concepto de propiedad y de frontera
Existe una vieja leyenda en el pueblo lakota acerca de una serpiente gigante negra que llegará un día por el rio Misuri para envenenar el agua y destruir la tierra tal y como la conocemos hoy. De ahí que, aquel reptil parecía haber cobrado forma en el oleoducto de casi 2.000 kilómetros de largo y 76 centímetros de diámetro impulsado por la empresa Energy Transfer: el Dakota Access. Fueron miles las personas, procedentes de cientos de tribus indígenas, así como otras de distintos lugares del mundo, l...
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Existe una vieja leyenda en el pueblo lakota acerca de una serpiente gigante negra que llegará un día por el rio Misuri para envenenar el agua y destruir la tierra tal y como la conocemos hoy. De ahí que, aquel reptil parecía haber cobrado forma en el oleoducto de casi 2.000 kilómetros de largo y 76 centímetros de diámetro impulsado por la empresa Energy Transfer: el Dakota Access. Fueron miles las personas, procedentes de cientos de tribus indígenas, así como otras de distintos lugares del mundo, las que acudieron a la protesta convocada en la reserva sioux de Standing Rock, en Dakota del Norte. La construcción no solo ponía en peligro el suministro de agua potable de la región y su ecosistema, profanaba tierra sagrada.
Mitch Epstein (Holyoke, Massachusetts, Estados Unidos, 1952) llegó a la reserva durante los últimos días de la acampada, en febrero de 2017, días después de que Trump, recientemente elegido, hubiese revocado la decisión del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE UU de paralizar temporalmente el proyecto (la administración Trump llevaría a cabo una revisión federal sin precedentes de 27 monumentos naturales, que liberaba tierras con el fin de ser explotadas para la extracción de fósiles combustibles, la minería y fines turísticos). Desde un primer momento al fotógrafo le impactó el espeluznante parecido visual que Standing Rock mantenía con las fotografías tomadas en el siglo XIX en Wounded Knee, escenario de uno de los actos de genocidio más sangrientos de la historia de EE UU. Si aquellas mostraban al Séptimo Regimiento de Caballería apostado en las colinas listo para ejercer la represión, esta vez eran los agentes de policía y los guardas privados de seguridad armados los que observaban a los activistas concentrados en el campamento. Así, de la oleada de actos de resistencia que provocó la llegada al poder de Trump surgió Property Rights, el último proyecto del artista. Junto con Family Business y American Power, cerraba este nuevo episodio una trilogía que profundiza en la naturaleza ilusoria del sueño americano, así como en las sempiternas cuestiones sobre el poder, el individualismo y la equidad.
“¿A quién pertenece la tierra?”, se pregunta el autor. “¿Qué derechos concede a sus propietarios y a qué coste?” Publicado por Steidl, el monográfico indaga a través de majestuosos paisajes y retratos, complementados por una serie de textos, en las distintas narrativas que se establecen sobre el conflicto de la propiedad. Fueron tres años los que el artista, pionero de la fotografía en color, dedicó a visitar las distintas zonas de América donde sus moradores llevaban a cabo una lucha contra el gobierno que evidenciaba el mal uso y maltrato de la tierra que habitan. Un reflejo de la disparidad que se establece entre la industria y la comunidad, como ocurría con las protestas organizadas por los vecinos del condado de Lancaster, Pensilvania, (cuya propiedad se veía amenazada por la construcción de un conducto de gas fabricado en Corea, que transportaría gas natural a través de sus tierras hasta un puerto en Baltimore, donde sería trasportado en barco a una fábrica de plástico en Escocia) o, incluso, entre la ciencia y la comunidad, como tenía lugar en el campamento de Mauna Kea, meca medioambiental y espiritual de Hawái, donde un consorcio de astrónomos planeaba construir el telescopio más grande del mundo.
“Los indios no creen en el concepto de la propiedad. Y, aunque peleen por los derechos que les conceden los tratados firmados en el siglo XIX con Estados Unidos, consideran que la tierra no nos pertenece, pertenece al conjunto de naturaleza, al universo”, subraya Epstein en una vídeo producido por Steidl, con motivo del lanzamiento del libro. De igual forma los vecinos de Lancaster actuaban como representantes de una porción de tierra que protegían para las futuras generaciones. “El paisaje es un espejo de la sociedad y también un deposito de nuestra acciones. La tierra tiene sus propios derechos, derechos que ignoramos aún a sabiendas de los enormes riesgos que esto supone”, subraya el autor.
A medida que el autor avanzaba en su exploración, iba expandiendo el significado del término derecho de propiedad de forma significativa, más allá de su estricto significado legal. Así, se refiere a otro tipo de disputa territorial como la generada el impacto de la construcción del muro de Trump en Nogales, Arizona, para acabar aludiendo a la vulnerabilidad y fragilidad de nuestra propiedad más sagrada: nuestro cuerpo, a través de los actos de protesta que generó el asesinato de George Floyd organizados por el movimiento Black Lives Matter en tiempos de pandemia.
En los paisajes de Epstein resuena el eco de la interminable espera que conlleva todo acto de resistencia. La determinación, el miedo, la rabia y el dolor se solapan con la silenciosa a la vez que majestuosa belleza que destila cada imagen. De ahí que la belleza actúe como una fuerza operativa que conduce al espectador al meollo de la cuestión. Un esplendor que proviene del poder del mundo natural. De la consciencia de su fuerza, que nos empequeñece como especie tanto como nos atrae de forma emocional. El autor hace un llamamiento a conceder al mundo natural la importancia y medida que le corresponde. “En realidad, no llegamos a comprender la naturaleza. Es mucho más sofisticada que el ser humano. No la conseguimos abarcar en su totalidad. De manera que, a medida que nos enfrentamos a los retos a los plantea, deberíamos reconocer que podemos aprender mucho con tan solo dejar de intervenir y respetar, al menos un porcentaje, del mundo natural”.
Entre la utopía y la distopía
Entre los proyectos llevados a cabo en Europa con el fin de detener la alarmante pérdida de biodiversidad, y asegurar la supervivencia de las especies y los distintos tipos de hábitat en Europa se encuentra Red Natura 2000, una red que establece puentes interterritoriales para la flora y la fauna. La iniciativa llamo la atención la Marina Caneve (Italia, 1988) cuando en 2015 recibió una propuesta para participar en una exposición colectiva agrupada bajo el título Paraíso. De ahí surgió Bridges are Beautiful, un proyecto en curso que reflexiona sobre contradicciones que surgen entre la construcción de infraestructuras, la libertad de movimiento y la preservación del medio ambiente. El trabajo puede verse dentro de la última edición de Getxophoto. Comisariado por Jon Uriarte, a su vez comisario digital de The Photographers Gallery de Londres, el festival explora las nuevas acepciones que la idea de compartir incorpora dentro del escenario actual condicionado por los cambios tecnológicos, sociales y medioambientales.
La fotógrafa se planteó analizar el diseño, la arquitectura y las funciones de la Red . “Este gran corredor ecológico surge como un paraíso natural creado por el hombre con el fin de proteger a los animales y a las plantas de las infraestructuras (carreteras y fronteras) introducidas con anterioridad por él mismo”, señala la autora. “La Red responde a una lógica que deriva del pensamiento ecológico, en teoría trata de la libertad. Sin embargo a medida que iba profundizando en su análisis me percaté de que estos corredores contienen barreras que fuerzan a los animales a permanecer en determinados territorios, que a su vez son monitorizados por sofisticadas tecnologías que nos permiten saber cómo se utilizan y quién los utiliza, como ocurre en las estructuras militares La línea que separa la utopía de la distopía es realmente fina”.
El montaje de la exposición combina la obra artística con la investigación teórica de la autora. Juega con la idea de movimiento que implica un corredor utilizando las leyendas de las imágenes de forma discontinua, de manera que guían el recorrido del espectador, aludiendo a conceptos como el de la libertad y la migración.
‘Property Rights’. Mitch Epstein. Steidl. 228 páginas. 65 euros.
‘Bridges are Beautiful’. Getxophoto. Playa de Ereaga. Vizcaya. Hasta el 28 de septiembre
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