Terror en la mesa de novedades
La recuperación de clásicos jamás o poco editados en español predomina entre los lanzamientos de este primer Halloween confinado
Con cualquier posibilidad de truco descartada por las circunstancias, unas circunstancias hasta cierto punto tan terroríficas e impensables el Halloween pasado como la existencia de, por qué no, fantasmas, vampiros y hombres lobo, el trato con tan complicada realidad bien puede pasar este año, toque de queda mediante, por la lectura. Y siendo así, los clásicos, más o menos fantasmagóricos, predominan en el estante de novedades de aquello que puede leerse si lo que se quiere es pasar miedo la víspera del Día de los Difuntos. Por...
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Con cualquier posibilidad de truco descartada por las circunstancias, unas circunstancias hasta cierto punto tan terroríficas e impensables el Halloween pasado como la existencia de, por qué no, fantasmas, vampiros y hombres lobo, el trato con tan complicada realidad bien puede pasar este año, toque de queda mediante, por la lectura. Y siendo así, los clásicos, más o menos fantasmagóricos, predominan en el estante de novedades de aquello que puede leerse si lo que se quiere es pasar miedo la víspera del Día de los Difuntos. Por ejemplo, podemos instalarnos en una de las muchísimas casas encantadas – hasta por fantasmas de niños tristes y melancólicos – que dibujó la Reina de los Relatos de Fantasmas, la británica Charlotte Riddell (1832-1906), una de las madres del terror victoriano. Hay una pequeña colección de ellas en la recién rescatada La vieja señora Jones y otros cuentos de fantasmas (Reino de Redonda).
Antecesora, sin duda, del terror cotidiano, no exento de un delicioso sentido del humor – y hasta de una pretendida oralidad que hace de sus relatos ideales para ser leídos ante una vela en petit comité –, de Shirley Jackson, Riddell se lanza, una y otra vez, a explorar las posibilidades del espectro, que a veces es, como en la también relanzada y famosísima Rebecca, de Daphne Du Maurier (Galaxia Gutenberg), uno que simplemente mora en la casa que dejó a su muerte – en su caso, la famosa y riddelliana mansión Mandereley –, y otras es una cuenta pendiente de aspecto ectoplásmico que espera ser saldada y, mientras espera, produce todo tipo de inquietantes fenómenos, como es el caso de La puerta abierta, uno de los relatos incluidos en el volumen, que da comienzo con una frescura así de envidiable: “Hay gente que no cree en los fantasmas. Ya puestos, algunas personas no creen en nada. Hay personas que hasta aparentan incredulidad en lo tocante a la puerta abierta de Ladlow Hall”.
Tal naturalidad es fruto de la necesidad. Riddell escribía casi un cuento al día. Colaboraba en una infinidad de publicaciones – era una de las pocas mujeres que vivía de lo que escribía en la época –, con tantos seudónimos que sus relatos son hoy en muchos casos inraestrables. De ahí que la edición de La vieja señora Jones sea un pequeño tesoro. Pero no es la única. Valdemar, sello al frente del terror escrito en España, acaba de lanzar un ómnibus terrorífico a la par que curiosísimo: El parásito y otros cuentos de terror, un volumen de casi 700 páginas que contiene todos los relatos de terror publicados por sir Arthur Conan Doyle, incluido el que da título a la colección y que anticipa la idea del vampiro psíquico que tan buen resultado – cómico esperpéntico – ha dado en ficciones posteriores como la reciente Lo que hacemos en las sombras, convertido aquí – o convertida, pues la pionera de Doyle es mujer, la señorita Penelosa – en un insufrible oficinista dedicado a monologar repelentemente ante sus compañeros.
Reino de Redonda rescata a la reina de los relatos de fantasmas, la británica Charlotte Riddell
En tiempos de Territorio Lovecraft (Destino), la novela de Matt Ruff en la que se basa la serie que produce J. J. Abrams para HBO, bastante más recomendable que aquella e incomprensiblemente no reeditada para la ocasión, Valdemar apuesta por Matthew Phipps Shiel (1865-1947), maestro indiscutible del de Providence. De él publica una colección de relatos, Xélucha, que contiene Vaila, la primera versión de The House of Sounds, un Lovecraft antes de Lovecraft – pensemos en una isla subártica, pensemos en un tipo construyendo en ella una aterradora torre de latón con quién sabe qué intenciones – tan adecuado para una noche como esta como cualquiera de los cuentos de la Reina del Terror patrio, Pilar Pedraza (Toledo, 69 años), de quien también Valdemar recupera Arcano Trece – título que alude al décimo tercer arcano del Tarot, esto es, la muerte –, antología canónica o vuelta de tuerca a los mitos del género: el vampiro, la mujer pantera, la aprendiza de bruja, y hasta el monstruo de laboratorio. Y volviendo a los fantasmas sin dejar los clásicos: Impedimenta rescata El fantasma y la señora Muir, de R. A. Dick, o la viuda con niños que encontró marido espectral y gruñón al mudarse a un viejo caserón.
Y así, mientras sellos infalibles en lo que a lo aterrador se refiere, como Carfax – los editores, en España, de, por ejemplo, Jack Ketchum, autor de los mejores slashers literarios de los últimos tiempos – o Dilatando Mentes, que en breve publicará a la ganadora del Bram Stoker de este año, Sarah Read, e incluso la dedicada al bizarro, Orciny Press – cualquiera de los libros de Carlton Mellick III es una buena elección para una noche como esta, especialmente si no se quiere pegar ojo –, se emplean a fondo todo el año, entre sus hermanas mayores sorprende que se posponga la edición de títulos claramente ideales para estas fechas a mediados del mes próximo, como ocurre en AdN con Los seres huecos, de Guillermo del Toro y Chuck Hogan. El que tampoco ha llegado a tiempo es el esperadísimo Meddling Kids, de Edgar Cantero (Insólita), fenómeno internacional antes que nacional, cruce perfecto entre Enid Blyton y, otra vez, Lovecraft.
Hablando de Lovecraft, Nórdica acierta al publicar precisamente un ilustrado del relato que el de Providence consideraba lo mejor que había escrito: El color que cayó del espacio, donde el monstruo es, sí, un color indefinido. Minotauro, además de por el terror victoriano, con En el bosque oscuro, de Dale Bailey, apuesta por brujas en el instituto, con la aspirante a best-seller Sanctuary. Para aquellos que quieran echar la vista atrás y acumular anecdótas que incluso telegramear durante esta noche, nada mejor que el hasta la fecha mejor ensayo jamás escrito sobre Halloween, el Halloween: La muerte sale de fiesta, de David J. Skal (Es Pop Ediciones). Una suerte de Hollywood Babilonia sobre tan señalada fecha en el que se detalla desde la importancia de Disney en la creación de tan llamativo imaginario hasta su papel en la lucha por los derechos civiles de la comunidad gay norteamericana. Y, por supuesto, hasta la última leyenda urbana al respecto, que, como Scooby Doo, demuestra que el único monstruo posible esa noche es el humano.
LECTURAS RECOMENDADAS
El parásito y otros cuentos de terror. Arthur Conan Doyle. Traducción de Amando Lázaro Ros, Diego Valverde Villena y José Luis Velázquez. Valdemar, 2020. 688 páginas. 30 euros.
Xélucha y otros relatos de terror, locura y muerte. M. P. Shield. Traducción de Marta Lila. Valdemar, 2020. 288 páginas. 22 euros.
Arcano trece. Pilar Pedraza. Valdemar, 2020. 368 página. 13,50 euros.
El fantasma y la señora Muir. R. A. Dick. Traducción de Alicia Frieyro. Impedimenta, 2020. 224 páginas. 20,50 euros.
Los seres huecos. Guillermo del Toro y Chuck Hogan. Traducción de Pilar de la Peña Minguell. AdN, 2020 (a partir del 12 de noviembre). 312 páginas. 19,90 euros.
El color que cayó del espacio. H. P. Lovecraft. Ilustrado por Albert Asensio. Traducción del Colectivo Lovecraft BdL. Nórdica, 2020. 88 páginas. 16,50 euros.