El “triángulo de hierro” de Milei cruje por el escándalo de $Libra
La difusión presidencial de una criptomoneda que fue una estafa golpea, por primera vez a Karina Milei, hermana del presidente argentino, y al asesor estrella del Gobierno ultra, Santiago Caputo
Cuando Javier Milei ganó las elecciones presidenciales el 19 de noviembre de 2023, subió al escenario de su comando de campaña y dedicó agradecimientos a solo dos personas. Nombró a su hermana Karina Milei, “el jefe”, como la llama; y a Santiago Caputo, “un gigante entre las sombras” y “el verdadero arquitecto” del triunfo. A partir del 10 de diciembre, ya con Milei en la Casa Rosada, pronto quedó claro que el poder en Argentina tendría un formato inédito y, a la luz de los primeros resultados, funcional a los objetivos de la gestión ultraderechista. El presidente, su hermana y Caputo conforman el llamado “triángulo de hierro” que toma todas las decisiones, nombra y expulsa funcionarios, elige amigos y enemigos y controla a las “fuerzas del cielo” que convertirán, está convencido de ello, a Argentina en una potencia mundial. Este tridente inquebrantable padeció en esta semana que pasó su primera gran crisis. Bastó un posteo de Milei en X promocionando $Libra, una criptomoneda que resultó ser un fraude, para que el Gobierno entrase en la crisis más grave en 14 meses de gestión.
En el triángulo de hierro cada vértice tiene una función. El presidente, un descreído de la política, se concentra en la economía, en la que se considera un experto merecedor del premio Nobel. Con evidentes limitaciones para establecer relaciones estables con el entorno, es la hermana, Karina, la que le sirve de puente con el exterior. Formada en relaciones públicas, habla en nombre del presidente y es ella, sin oposición, la que controla la estructura de La Libertad Avanza, el partido oficial. Caputo, de 39 años, es el ideólogo. Figura clave, controla al ejército de trolls que difunde y defiende la gestión oficial, además de los servicios de inteligencia del Estado y la oficina que recauda los impuestos nacionales —dos estructuras que lo alimentan día a día de información privilegiada, no siempre de manera legal—. Es también quien tiene claro el norte de la gestión y el único que le habla al oído al presidente. Como Karina, su verdadero poder está tras bambalinas, protegido, como dijo Milei el día de su triunfo, por “las sombras”.
Pese a su gran influencia, Caputo no tiene una designación como funcionario público y es probable que nunca la tenga. Su cargo de asesor externo le permite operar dentro del Gobierno sin las limitaciones éticas y legales que rigen para el resto de los miembros del Gabinete. No es, además, un pura sangre libertario. Tanto es así que Karina Milei tuvo que obligarlo a afiliarse a La Libertad Avanza el pasado 6 de febrero. “Él trabajaba en 2019 para una consultora [Move] que asesoraba las campañas de candidatos de todos los colores”, dice una fuente del entorno presidencial. “Caputo tuvo la visión de ver a un futuro presidente en Milei cuando nadie lo tomaba en serio, apostó por él y ganó. Hoy se lo respeta y también se le teme”, agrega. Otra fuente que ya está fuera del Gobierno considera a Caputo la pieza fundamental de la gestión, el encargado de cubrir las falencias de los hermanos Milei. “Karina no tiene formación, aunque siempre fue el sostén emocional de Javier. Santiago vino a poner un poco de orden” en un Gobierno disfuncional, que no confía en sus ministros y secretarios, y “ve enemigos por todos lados”, dice.
El viernes 14 de febrero, a las siete de la tarde, el hechizo que protegía al triángulo de hierro se rompió. Milei recomendó la compra de $Libra, un memecoin ―criptomoneda inspirada en memes o fenómenos virales de internet― que vendió como parte de un proyecto para financiar pequeñas y medianas empresas argentinas. Tras la disparada de la cotización que siguió al posteo presidencial, cinco billeteras que controlaban más del 80% del negocio huyeron con las ganancias de miles de inversores incautos. Milei desoyó durante cinco horas las advertencias en redes sociales de expertos que decían que $Libra era, claramente, una estafa. Cuando, finalmente, borró el tuit, el presidente argumentó que no se había “interiorizado lo suficiente” con el proyecto.
El escándalo estaba claro: en el mejor de los casos, el presidente había sido estafado por un grupo de pillos que lo convencieron de las bondades de $Libra; en el peor, estaba al tanto de todo y participó del negocio. La justicia argentina, y también la de Estados Unidos, ya investigan qué responsabilidades le caben a Milei y a los trader que están detrás de $Libra.
Las consecuencias judiciales, si las hubiere, ocultan otras de carácter político. Con el avance de la semana, quedó claro que los empresarios locales que acercaron el proyecto a la Casa Rosada eran viejos conocidos del presidente y
su hermana Karina. Sobre todo Mauricio Novelli, un trader de poca monta dueño de una escuela de negocios que tuvo a Milei como profesor hasta hace menos de tres años. Novelli fue quien conectó a Milei con el estadounidense Hayden Davis y el singapureño Julian Peh, desarrolladores de $Libra. Se supo también que Karina Milei, como secretaria de la Presidencia, había autorizado a los socios el ingreso a la residencia oficial de Olivos. El joven asesor Caputo, estaba, por el momento, limpio de culpas. Pero la bomba había estallado por primera vez en el corazón del triángulo de hierro y urgía poner en marcha un plan de control de daños.
El lunes, Milei concedió una entrevista grabada al canal de noticias TN. En su defensa, dijo que los afectados por $Libra se merecían las pérdidas sufridas porque comprar memeocoins era “como ir al casino”, donde no hay derecho al pataleo. Sin decirlo, Milei reconocía que $Libra ya no era un proyecto para financiar a pequeños empresarios argentinos, sino puro juego de azar. Cuando la entrevista estaba por terminar, Milei dijo que pediría asesoría legal al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. La evidencia de que semejante decisión suponía para Milei admitir que había impulsado la cripto “como presidente” y no como “ciudadano”, como sostenía, obligó a Caputo a intervenir. El asesor interrumpió la entrevista y, una vez más, susurró algo al oído de Milei. Lo que no estaba en los planes era que alguien difundiera en redes ese corte borrado de la versión que finalmente salió al aire. Era la segunda bomba que estallaba en el corazón del triángulo de hierro.
Caputo decidió inmolarse por la causa y asumió como propio el error con tal de proteger la caja de cristal que rodea al presidente. En una estrategia armada, el jefe de ministros, Guillermo Francos, fue el primero en disparar al asesor. “Lo que hizo fue una estupidez”, dijo. Luego se sumó Manuel Adorni, el vocero presidencial: “Al terminar la entrevista, Milei le dijo: ‘Santiago, eso fue innecesario”. La gravedad del asunto merecía el esfuerzo: el escándalo de $Libra golpea con especial virulencia porque, por primera vez, nació dentro del triángulo de hierro. Los hermanos Milei y Caputo son ahora vulnerables.
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