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Milei disuelve la agencia de Inteligencia heredada del kirchnerismo

En su lugar crea una nueva estructura de cuatro oficinas independientes que responderá al presidente

Javier Milei en Berlín, Alemania, en 2024.
Javier Milei en Berlín, Alemania, en 2024.Maryam Majd (Getty Images)
Federico Rivas Molina

El presidente de Argentina, Javier Milei, disolvió este lunes la estructura de espionaje que heredó del kirchnerismo. Puso fin por decreto a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y la reemplazó por una estructura de cuatro oficinas que responderán directamente al presidente y se llamará SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado), el nombre que los servicios secretos fundados en 1946 llevaron hasta 2015. El argumento de la Casa Rosada es que la AFI fue “utilizada para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica”.

El regreso de la SIDE es parte de la “guerra cultural” que ha emprendido Milei desde su llegada a la Casa Rosada en diciembre pasado. La agencia perdió el nombre en marzo de 2015, dos meses después de la muerte de Alberto Nisman, el fiscal a cargo de la investigación del atentado terrorista que en 1994 destruyó en Buenos Aires la sede de la mutual judía AMIA. La entonces presidenta, Cristina Kirchner, vio detrás de esa muerte nunca aclarada la mano negra de los servicios secretos. Su respuesta fue reestructurar todo el sistema para quitar poder a los espías: eliminó la SIDE y creó la AFI. Uno de los cambios fundamentales fue el traspaso a la Corte Suprema del control de las escuchas telefónicas, arma predilecta de la SIDE para espiar a políticos, periodistas y empresarios. El sucesor de Kirchner, Mauricio Macri, mantuvo la estructura kirchnerista. Milei ahora la ha desarmado porque, asegura, “la desnaturalización del rol de la agencia de inteligencia durante décadas fue total”.

La Casa Rosada ha promocionado la vuelta a la SIDE como un empezar de cero. Y eligió para ello una fecha significativa: el jueves próximo se cumplen 30 años del atentado a la AMIA, un ataque que causó 85 muertos y sigue impune gracias, en parte, al deplorable trabajo de los servicios de inteligencia. La Justicia incluso llevó a los tribunales por encubrimiento a quieren eran los responsables de la agencia durante el menemismo (1989-1999). La muerte del fiscal Nisman en enero de 2015 forma parte del mismo entramado oscuro: aún hoy no se sabe si fue un suicidio o un asesinato.

A cargo de la nueva SIDE seguirá el actual interventor de la ahora ex AFI, Sergio Neiffert. Antes de convertirse en el jefe de los espías argentinos, era productor de radio y televisión en una agencia de publicidad. Hoy responde sin intermediarios a Santiago Caputo, un asesor de Milei sin cargo que es el hombre más poderoso del Gobierno. De 38 años, es sobrino del actual ministro de Economía, Luis Caputo, y poco a poco ha ido ocupando espacios cada vez más relevantes en el entorno presidencial. Consumó el control de los servicios de inteligencia en junio pasado, cuando ubicó a Neiffert tras la renuncia del hombre elegido por Nicolás Posse, el jefe de Gabinete que fue eyectado de su cargo por Milei tras solo cinco meses de gestión.

Según el esquema ideado por el Gobierno de ultraderecha, de la SIDE dependerán cuatro oficinas independientes entre sí que tendrán sus propios jefes. Habrá un Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), que estará a cargo de promover la cooperación con otras agencias de inteligencia internacionales; una Agencia de Seguridad Nacional (ASN), responsable de anticipar e informar sobre delitos federales y terrorismo; una Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC), destinada a prevenir ataques a los archivos del Estado; y una nueva agencia de Asuntos Internos, que auditará el uso de los recursos de las tres restantes. La atomización de la estructura resta poder a los jefes intermedios y lo suma a Neiffert, es decir a Caputo, el asesor personal de Milei. Como director de la SIDE, Neiffert tendrá además el control de los fondos reservados, el dinero que financia las operaciones especiales sin necesidad de rendir cuentas. Estos son una tradicional caja negra de la política argentina.

Con la nueva SIDE, Milei pretende tomar el control del submundo de los espías, una estructura paralela al Estado que ha sido la pesadilla de todos los gobiernos desde el fin del dictadura, en 1983. Raúl Alfonsín, el primer presidente de la democracia, padeció una estructura contaminada por la herencia militar; Carlos Menem sufrió las consecuencias de atentado a la AMIA; Cristina Kirchner estuvo siempre convencida de que la muerte del fiscal Nisman fue una operación de la SIDE para perjudicarla; Mauricio Macri no pudo evitar que su Gobierno quedase envuelto en un escándalo de escuchas telefónicas a periodistas críticos; Milei intenta, una vez más, ponerle el cascabel al gato con un esquema que transfiere un enorme poder a su círculo más cercano.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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