Camila Sosa Villada: “Mi fantasía fue enorme en algún momento, pero se ha desmoronado”
La escritora argentina presenta una nueva edición de su novela ‘Tesis sobre una domesticación’ y protagoniza con el mexicano Alfonso Herrera la adaptación al cine
La actriz está sola sobre el escenario, en una habitación que huele a pachuli y a crema de mujer. La mujer que interpreta está desesperada, solloza, se ahoga; habla por teléfono con un hombre. En escena, se presenta La voz humana, de Jean Cocteau. La actriz termina la función, se dirige a su camarín, tiene sexo con el director y se sube a un taxi. “Es el momento en el que deja de ser la loca de Cocteau”, escribe la autora argentina Camila Sosa Villada en su novela Tesis sobre una domesticación (Tusquets, 2023), “para convertirse en esa travesti simplona y fóbica que va camino a su casa”.
Sosa Villada, que lo ha sido todo –vendedora en la calle, limpiadora de casas, prostituta, actriz, cantante–, está en Buenos Aires presentando la novela. El libro narra la historia de una actriz travesti casada con un hombre homosexual que es madre de un hijo adoptivo con VIH. Mientras los tres atraviesan la sierra de Córdoba para visitar a la familia de la actriz, ella siente que esa vida burguesa la asfixia y la aburre. El libro tuvo una primera edición de 5.000 ejemplares en 2019 y solo se repartió en kioskos de revistas. Cuando Tusquets le propuso reeditar la obra, la autora aceptó y, prácticamente, la reescribió.
“Pasaron un montón de cosas en mi vida y en mi cabeza [desde 2019]”, cuenta Sosa Villada (La Falda, 41 años) a EL PAÍS. Entre otras cosas, la escritora ganó fama internacional con su libro Las malas, que sigue a un grupo de travestis que se prostituye en un parque, y rodó la adaptación para cine de Tesis sobre una domesticación, dirigida por Javier Van de Couter, protagonizada por Sosa Villada y por el mexicano Alfonso Herrera y producida por La corriente del Golfo. “Tengo más conocimiento de cómo se trata a las actrices famosas, de cómo se las comen”, dice en una habitación reservada para la entrevista en el subsuelo de un hotel que huele a verbena y cedro.
Pregunta. ¿Qué es para usted la domesticación?
Respuesta. La familia. Esa es la domesticación más grande. Y el amor. Son las dos cosas que hacen que las personas renuncien a lo salvaje, a lo aterrador que es ser una persona en este mundo, en este tiempo. La actriz [la protagonista de Tesis sobre una domesticación] está todo el tiempo tratando de escaparse y no puede salir, está en una cárcel.
P. Hay algo también que le gusta.
R. ¡Es el amor! Él la acorrala cada vez más y lo hace con una herramienta con la que nos han domesticado a todas. En mi familia estaba mi tía Sara, que se sospecha que fue lesbiana. Se fue a vivir sola en la punta de una loma, se hizo su rancho y murió ahí a los ciento y pico de años. A todas las que somos un poco más locas en la familia nos dicen: “Vas a terminar como la tía Sara”. Era como una amenaza; ella se bancó su soledad.
P. La madre de la protagonista se lo señala. Le dice: “La soledad te quedaba estupenda. Siempre estás a tiempo de irte (...) Tenés que aceptar que para que no te manipulen tenés que estar sola”. En la novela, contrapone la familia y el amor a la carrera profesional y la soledad.
R. Yo ahora estoy atravesando una situación familiar un poco difícil. ¿Leíste Al pie de la escalera, de Lorrie Moore?
P. No.
R. Es sobre una chica que estudia en una universidad y trabaja de niñera para un matrimonio que está por adoptar un hijo. Ella es chef y él nunca está en la casa. Se van a encontrar para conocer al futuro hijo y el esposo nunca llega. Entonces, ella se apoya contra una pared y dice: “Para momentos como este Dios inventó la posición fetal”. Qué maravilla. Una pareja es para esos momentos, para cuando vos llegás a tu casa y estás tremendamente sola, con tu tristeza, con tu dolor y no tenés a nadie que te abrace. Si pudiéramos verlo así, el amor sería un poco más amable. Pero esta cosa que tienen ellos dos [los protagonistas de Tesis...] es insoportable.
P. El personaje principal es una actriz multimillonaria, casada, con un hijo... En Argentina, la realidad de las travestis no suele ser esa. ¿Por qué eligió que ella fuera la protagonista?
R. Cuando empecé a escribir sobre ella me sedujo, a pesar de que es un personaje más bien despreciable. La empecé a imaginar en el camarín sola o esperando al marido. Me sedujo por lo que yo imagino de mí, por las veces que yo he estado en camarines como en los que está ella, por los aplausos que yo he recibido... Te dicen “Te está yendo súper bien”, “Te aman, la gente te quiere”, “Te leen” o “La gente te va a ver al teatro”, etcétera, y yo ayer llegué a Aeroparque [uno de los aeropuertos de Buenos Aires] y no había nadie esperándome. Vengo acá y tampoco hay nadie esperándome. Hay algo de todo eso que no alcanza.
P. ¿Nunca se quita las gafas?
R. Yo estoy en mi casa con lentes. Yo soy Graciela Borges en La Ciénaga. Mecha, con la copita de vino [se refiere a la protagonista de la película La Ciénaga, de Lucrecia Martel, que interpreta la actriz Graciela Borges]. En Francia está la [Juliette] Binoche; en Estados Unidos está Meryl Streep o Jessica Lange. Pero en Argentina no hay otra igual, no ha nacido otra Borges.
P. La escritora Valeria Vegas escribe en el prólogo que las actrices y las travestis saben que “la realidad está sobrevalorada”. ¿Cuál es el tamaño de tu fantasía?
R. Ay, ahora es muy pequeña. Fue enorme en algún momento. Ahora es como si se hubiera reducido. Aparte la calidad de la fantasía no tiene que ver con su tamaño sino con su hermosura, con la belleza que puede llegar a generarte a vos como persona. Tengo la fantasía de una doble penetración anal, por ejemplo, te puedo decir. O tengo la fantasía de tomarme una semana de vacaciones en algún lugar con una amiga. En algún momento sí tenía otras fantasías, como tener una familia, tener un amor o mi casa... Pero se fueron desmoronando.
P. ¿Por qué?
R. Por la realidad, y porque ya no me interesa más eso. Prefiero una semana de vacaciones con un par de amigos en una playa. Es mucho más saludable que tener una casa y mucho más saludable que tener un esposo seguramente.
P. ¿Le gustaría protagonizar La voz humana?
R. Yo hice El bello indiferente de Jean Cocteau, que es la obra que él escribió para Édith Piaf y que es como una continuación de La voz humana. Lo bueno de actuar sola es que no te relacionás con actores, que no tenés que actuar con nadie. Yo hice 10 años obras así. Los actores siempre están actuando para ganarse un premio, para actuar mejor que la partenaire. El único que me gusta es Poncho Herrera, que es el protagonista de Tesis sobre una domesticación.
P. Escribió la novela y después escribió el guion para la película. ¿Cómo fue la adaptación al cine?
R. La adaptación estuvo bien. Tiene algunos desaciertos. Por ejemplo, [en la adaptación para cine] la actriz no hace La voz humana, hace otra obra porque cuando nosotros la estábamos adaptando [Pedro] Almodóvar estrenó ese corto aséptico con Tilda Swinton. Qué bodrio... A mí me pareció un error. Está bien adaptada y la elección del actor estuvo muy bien. No sé si hay en Argentina un tipo capaz de hacer lo que hace Poncho. Es una actorazo. Es todo generosidad y todo talento.
P. Ya acabó el rodaje.
R. Sí. Cuando terminó –yo la verdad no la pasé para nada bien en ese rodaje– es como si hubiera terminado de conocer a la protagonista de la novela.
P. ¿Qué pasó?
R. Es un tema del cine. La industria es muy machista, es muy cruel con las actrices. Que es algo que se dice en la novela: te come. ¿Cómo [la actriz argentina] María Onetto no se va a abrir las venas? ¿Cómo no se va a suicidar Verónica Forqué? Si te usan, te comen... Tu pelo te lo está analizando una persona, tu cara te la está analizando el maquillador, tu cuerpo te lo está analizando la vestuarista... Yo estaba 12 horas por día porque no había una sola escena de la película en la que yo no estuviera. Y cuando yo tenía que sufrir en alguna escena se repetía 20 veces. No podía descansar. Bajé cinco kilos. Estaba destruida y anímicamente cansada. Fue muy doloroso.
P. Decía que terminó de conocer a la protagonista. ¿Qué descubrió?
R. Que la protagonista está sola sobre la piedra del sacrificio y que es la única que hay para poner en ese lugar, que no tiene reemplazo. Eso es muy duro. Es como ser hija única, no hay nadie que te pueda reemplazar en eso. Como no había nadie que me pudiera reemplazar a mí en el rodaje y como no hay nadie que me pueda reemplazar a mí haciendo una gira de promoción.
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