Las horas en vela de Venezuela
En 30.026 mesas de votación se decidirá el futuro del país. En la calle hay expectativa sobre un cambio de Gobierno, ganas de votar y mucha incertidumbre sobre lo que viene
La expectativa sobre la posibilidad de un cambio político tras 25 años de chavismo es la mayor certeza con la que los venezolanos se despertaron, si es que durmieron algo, este domingo. En la calle, 8 de cada 10 lo dice, aunque por la propaganda que se cuela por todos lados pareciera que en estas elecciones solo estuviera compitiendo el presidente Nicolás Maduro, que está todo el día en la televisión, en vallas, en murales y en pendones infinitos colgados en cada poste de Caracas. Termina una semana en que el país ha estado a media máquina y frenético a la vez, atravesado por la incertidumbre. Lo que ya han diagnosticado en memes y conversaciones cotidianas como la ansiedad electoral en Venezuela apenas comienza y seguramente tendrá su pico en las horas que están por correr.
Gustavo Mendoza, de 64 años, trabajaba con mecánico hace años y tenía buenos clientes. Ahora se ha reconvertido a taxista. Es uno de esos ocho esperanzados con un nuevo Gobierno que recogen la mayor parte de las encuestas más fiables. “Quiero un cambio para bien, quiero una democracia como es, con poderes autónomos, en la que el Gobierno respete y no se viva siempre con tanta angustia”, comenta mientras espera pasajeros bajo un aguacero en una zona céntrica de Caracas. En la casa de Mendoza decidieron ir este domingo a votar antes de que amanezca, con la intención de ganarle al chavismo también en madrugar.
Luego de más de décadas bajo la revolución bolivariana, las ideas que Gustavo tenía de lo que sería su familia y su vida se desvanecieron. Sus hijos —entre los 33 y 22 años— no han migrado, pero se hicieron adultos y siguen en casa, ante la imposibilidad de independizarse. Son universitarios y están desempleados o con sueldos que no alcanzan para el día a día. A la menor de los tres no pudo seguir pagándole los estudios. Vive desde hace años con una dolencia en la cadera, con el fémur a punto de desencajarse que lo hace cojear y no ha podido operarse, sin un seguro médico privado y sin suerte en la sanidad pública. “En estos años mi vida cambió mucho, pero para mal. Ahora espero que vengan tiempos mejores”.
Los venezolanos sufragarán este domingo con la policía en la calle y en los centros de votación, más de 15.700 (con 30.026 mesas de votación) que estarán abiertos este domingo en todo el país. Además de los uniformados militares del Plan República, se activaron a los cuerpos policiales, una medida inusual en elecciones, cuando estos funcionarios solían tener orden de acuartelamiento y la seguridad ciudadana quedaba en manos de la Fuerzas Armadas, incluida la Milicia Bolivariana. María De Freitas lo notó en su centro, un colegio del centro de Caracas. La mujer dice que no hubo novedades en el proceso, salvo la presencia de policías acompañando a los efectivos del Plan República, que son los encargados de la custodia del material electoral y los únicos que deberían estar dentro de los centros de votación.
Desde el chavismo corre desde hace unas semanas una narrativa sobre supuestos planes de la oposición de generar disturbios durante las elecciones y boicotear el proceso. Esto ha llevado a un despliegue de 380 mil funcionarios militares y policiales para la elección, más reservas militares “para atender situaciones de restablecimiento y control del orden público”, según las autoridades de Interior y Defensa. Durante el fin de semana se han visto alcabalas de cuerpos policiales y oficiales de servicios de inteligencia, una escena que para algunos luce intimidatoria. Las horas se han vuelto espesas, llenas de denuncias de atropellos en el proceso de instalación de mesas, reubicaciones de centro, expulsiones de diputados, expresidentes y observadores y hostigamiento a dirigentes políticos a los que patrullas policiales se les han parado en la puerta de sus casas con las sirenas a todo volumen.
Con todas las trabas y las maniobras, estas elecciones están marcadas sobre todo por algo que también han recogido las encuestas. En la más reciente de la firma Delphos, el 63% de los venezolanos cree que quien tiene la capacidad para lograr un cambio político es la misma gente, los ciudadanos. Por eso, para Analesly Silva, de 29 años, las elecciones ya están ganadas por la oposición. Lo dice estacionada con su moto en el hombrillo de la autopista donde decenas de personas se pararon a mirar de lejos el cierre de campaña de la candidatura de Edmundo González, acompañado de la dirigente María Corina Machado. Esa era gente que no marchó, pero que se detuvo en su viaje, sacó banderas e hicieron sus análisis. “Siento mucha emoción al ver esto. Dios no nos puede fallar esta vez”, decía una mujer asomada sobre la defensa de la vía. “Esto está ganado, a menos que se lancen el fraude, pero ya son muy pocos”, respondía Analesly, una docente que trabaja por viajes y propina para una aplicación de delivery. “Soy licenciada y no ejerzo porque los sueldos de un maestro no sirven para nada. Si las cosas no cambian ya tengo todo listo para irme en enero para España”. Hace meses, el 28 de julio era una fecha improbable en Venezuela. No sin turbulencia, los venezolanos finalmente han aterrizado en los esperados comicios presidenciales, una parada en la ruta para resolver la prolongada crisis política que vive el país sudamericano, de la que todavía queda un largo trecho.
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