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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No permitamos que el país de las Luces caiga en mano de coaliciones extremistas

Estas elecciones del próximo domingo en Francia son uno de los desafíos más importantes que los ciudadanos tendrán que superar: por ello es vital un despertar de las consciencias políticas

Marine Le Pen, durante un acto en Francia.
Marine Le Pen, durante un acto en Francia.Artur Widak (NurPhoto/ Getty Images)

Como exdiputada y candidata a mi reelección, lanzo un llamado a que se escuchen las voces razonables y moderadas de los franceses que residen en el exterior en la elección más importante de la historia reciente de Francia.

Tras la disolución de la Asamblea Nacional francesa el pasado 9 de junio, se terminaron todos los mandatos de los diputados. Por esta razón, las francesas y los franceses, incluidos los de América latina y del Caribe, tendrán que votar una vez más para elegir a su representante. Esta disolución interviene en un contexto de crecimiento importante de las ideas de la extrema derecha francesa en las últimas elecciones del Parlamento europeo.

A lo largo de las últimas semanas, esta situación llevó a la formación de tres bloques políticos. Por una parte, el partido de derecha Les Républicains (LR) conoce la mayor crisis de su familia política con la declaración del actual presidente del partido, Eric Ciotti, de unión al Rassemblement National de Marine Le Pen (el principal partido de extrema derecha francés). Por otra parte, los partidos de izquierda se unieron una vez más en un Frente de izquierda liderado por el partido de extrema izquierda de Jean-Luc Melenchón, La France Insoumise (LFI). Finalmente, la coalición central se encuentra fragilizada debido a su débil resultado en las elecciones europeas y la crisis generada por la sucesión al presidente Macron, quien no puede volver a presentarse.

El escenario más probable es que ningún bloque obtenga la mayoría absoluta necesaria para formar un gobierno, y que tanto el bloque de izquierda como el conformado por los partidos de derecha y de extrema-derecha se disloquen. Si bien el Frente de izquierda se presenta como un bloque sólido y pretende ser la única alternativa ante la subida de la extrema derecha, hay que recordar que hace apenas unas semanas todos los partidos que lo componen presentaban listas opuestas en las elecciones del Parlamento europeo que estaban en desacuerdo frontal sobre temas tan importantes como la política económica, energética, internacional y europea de Francia.

En este contexto, estas elecciones son uno de los desafíos mas importantes que los franceses tendrán que superar: por ello es vital un despertar de las consciencias políticas.

Por mi parte, mi consciencia política nació en una familia dominicana que se opuso a la dictadura trujillista, y se consolidó en Francia frente al choque que representó la llegada de Jean-Marie Le Pen a la segunda vuelta de la elección presidencial en 2002. Toda mi vida he luchado y lucharé contra la extrema derecha, porque he podido ver que la llegada al poder de gobiernos populistas resulta en retrocesos inmensos de los derechos sociales, de los derechos de las mujeres, de las preocupaciones ambientales y ecológicas, y una división profunda de la sociedad.

Una victoria del partido de extrema derecha populista del Rassemblement Nacional en Francia tendría las mismas consecuencias. Con mucha preocupación observo que sus dirigentes defienden, entre otras medidas populistas, la supresión de la doble-nacionalidad, de las circunscripciones de los franceses en el extranjero, y sobre todo una “preferencia nacional” que consistiría en distinguir los “franceses de sangre” de los “franceses de papel”. Pero la extrema derecha no es la única amenaza a nuestros valores: los extremos tienen en común una forma de nacionalismo, proteccionismo y aislamiento de Francia sobre la escena internacional. Si bien es cierto que la extrema izquierda de Jean-Luc Melenchón no difunde el mismo discurso xenófobo, sí mantiene una ambigüedad con relación a los franceses que residen fuera de Francia. En efectos, estos franceses del exterior son muchas veces tildados de exilados fiscales, sobre los cuales la extrema izquierda ha indicado en repetidas ocasiones querer imponer un impuesto sobre la nacionalidad. Además, y de manera muy significativa, la extrema derecha francesa tanto como la extrema izquierda, se oponen a la conclusión de acuerdos de libre comercio, como fue el caso recientemente cuando se firmó el acuerdo de modernización del tratado entre la Unión Europea y Chile o durante el proceso de ratificación del acuerdo global entre la UE y México.

Como exdiputada representante de los franceses residentes en América latina y en el Caribe, considero determinante el rol y la influencia que pueden tener los franceses residentes en el extranjero en la vida política francesa. No es un azar si los escaños de los franceses en el extranjero fueron en los que se votó menos por los extremos. Y esta elección no debe ser una excepción.

Por eso, llamo a las francesas y los franceses residentes en el extranjero a participar activamente a la resolución de esta crisis institucional y a usar sus voces para garantizar la creación de un frente republicano, que abarque la coalición de centro de la que formo parte y a diputados moderados de diferentes formaciones políticas. La movilización de las francesas y los franceses residentes en el extranjero permitirá que este frente republicano se mantenga fuerte en la Asamblea Nacional. Solo así lograremos evitar que Francia se corte del mundo y de su diáspora.

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