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El secuestrador de un autobús en Río de Janeiro se entrega a la policía tres horas después y los rehenes son liberados

El hombre había disparado a dos pasajeros y se había atrincherado en un autobús en el estacionamiento de la terminal

Un policía monta guardia afuera de la estación de autobús en Río de Janeiro el 12 de marzo 2024.Foto: REUTERS | Vídeo: REUTERS

El secuestro que mantuvo en vilo a la ciudad de Río de Janeiro la tarde de este martes terminó tres horas después. El hombre que tomo como rehenes a 18 personas en la estación de autobuses del centro de la ciudad se entregó a la policía y todos fueron liberados.

“Anunciamos que el incidente está terminado; el secuestrador se entregó a la Policía Militar, está preso, todos los rehenes fueron liberados, están seguros y están siendo atendidos por los bomberos”, informó en declaraciones a la prensa el portavoz de la Policía Militar, Marcos Andrade. La policía movilizó al Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) y a un negociador.

Antes de que llegara la policía, el secuestrador efectuó varios disparos e hirió a dos personas. Un hombre de 34 años recibió varios balazos en el tórax y en el abdomen y está internado en estado grave en un hospital. La otra persona, no identificada, sufrió heridas leves y fue atendida en el propio centro médico de la estación.

Según relatos de los testigos, los rehenes estaban dentro de un autobús que se dirigía a la ciudad de Juiz de Fora, en el vecino estado de Minas Gerais, y que ya había salido de la estación. Después de recorrer unos 500 metros, el aire acondicionado dejó de funcionar, por lo que el conductor decidió regresar para arreglarlo. Al llegar a la estación, algunos pasajeros decidieron bajar por el calor, y fue entonces cuando el secuestrador, que ya estaría en el vehículo, realizó varios disparos.

En los alrededores de la estación, cientos de pasajeros esperaban resignados el desenlace del secuestro. Algunos presenciaron de cerca lo ocurrido, como Carlos Alberto, que estaba esperando para embarcar en el autobús justo al lado: “Disparó de repente, cuando le vi corriendo para el fondo del autobús miré al lateral y había siete u ocho agujeros de bala. Corrí hacia adelante y me escondí detrás de una columna. Después dio otros dos tiros y baleó a un chico en el pecho y a un señor mayor en el cuello”. Lo cuenta desde un bar enfrente de la estación, mientras hace tiempo para ver si la situación se normaliza y puede emprender viaje.

Sin saber muy bien qué hacer, esperando debajo de un viaducto, también estaban decenas de empleados, conductores y vendedores de billetes de bus. A Joas Mendes, por ejemplo, el secuestro le pilló trabajando en el piso de arriba de la estación, donde están las taquillas de todas las empresas: “Nadie podía bajar, al cabo de una hora la policía nos indicó por donde salir. Nosotros nos encerramos en el despacho de la gerencia. Los pasajeros estaban corriendo desesperados, con miedo”.

El secretario de Seguridad del estado de Río, Victor Cesar, informó que el secuestrador, identificado como Paulo Sérgio Lima, de 29 años, estaba planeado huir de Río. Vivía en la favela de Rocinha, controlada por el narcotráfico, y estaba involucrado en disputas territoriales en Muzema, una barriada en manos de la milicia. Según las autoridades, quería dejar Río por desavenencias dentro de la propia facción criminal a la que pertenece.

El gobernador del estado de Río, Claudio Castro felicitó a las fuerzas de seguridad por una actuación que definió como ejemplar. “Estuve en contacto directo con el comando de las policías, pasando dos determinaciones: resguardar la vida de los rehenes y ser implacable en las negociaciones”, escribió en sus redes sociales.

Los secuestros de este tipo, relativamente frecuentes en Río en los años noventa, hace tiempo que dejaron de formar parte de la rutina diaria de los cariocas. No obstante, en los últimos meses hubo varios incidentes similares. En enero, en la misma zona, un autobús fue secuestrado por un grupo que obligó al conductor a desviarse de su ruta 16 kilómetros. Le robaron todas las pertenencias al conductor y a otros 20 pasajeros.

A finales de diciembre, otros cinco hombres (la policía investiga si se trata de la misma cuadrilla) también entró en un autobús que estaba llegando a la estación y obligó al conductor a avanzar hasta el Complexo do Maré, un conjunto de favelas dominadas por el narcotráfico. Según la policía, al menos tres turistas chinos perdieron sus celulares, dinero y pasaportes.

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