Bukele se prepara para dar otra muestra de poder en las elecciones municipales de El Salvador
El partido del presidente, Nuevas Ideas, ganará en casi todos los municipios, según las encuestas
El Salvador va a celebrar este domingo sus segundas elecciones en apenas un mes. Como las primeras, las presidenciales, no existe incertidumbre de ningún tipo con el resultado. Nuevas Ideas, el partido de Nayib Bukele, ganará en la mayoría de los 44 municipios que están esta vez en juego, de acuerdo a todas las encuestas que se han hecho públicas durante la campaña electoral. No hay un solo sondeo que ofrezca algún tipo de esperanza a la oposición. Bukele demostrará una vez más que cuenta con el respaldo mayoritario de los salvadoreños, entusiasmados como están con la política de seguridad con la que ha logrado acabar en apenas dos años con las pandillas que hasta ese momento mantenían a El Salvador como uno de los países más peligrosos del mundo.
De ese país, de ese momento, no queda nada. Los barrios en manos de las maras los controlan ahora las fuerzas de seguridad. Se han acabado las extorsiones y el reclutamiento de menores. Se puede caminar por San Salvador a cualquier hora del día sin miedo a sufrir un robo. Antes se necesitaba subirse a un taxi para ir a un restaurante en la esquina. Bukele lo ha logrado con la imposición de un régimen de excepción que se ha renovado 27 veces en la Asamblea, donde también la formación que él mismo creó tiene una mayoría aplastante. Con ese estado de excepción ha desplegado el ejército en las calles y ha detenido a miles de jóvenes. La población carcelaria ha pasado de 30.000 a 90.000 en muy poco tiempo. Solo en el Cecot, la cárcel de máxima seguridad, se estima que hay encerrados unos 40.000 pandilleros. El Salvador tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, superando a Estados Unidos.
Las libertades civiles, con este régimen, han quedado suspendidas. Los detenidos no tienen garantías procesales y a la hora de ser encarcelados no reciben visitas ni de su familia ni de sus abogados. Las organizaciones de derechos humanos y las investigaciones periodísticas han documentado casos de inocentes que han quedado atrapados en este enjambre legal. Ha habido muertes misteriosas al interior de las prisiones que no han sido investigadas. Lo que ocurre no es ningún misterio para la mayoría de los salvadoreños, no son ciegos. El punto es que consideran que este es un mal menor con el que se ha conseguido acabar con una violencia sistémica que les había subyugado desde finales de los 70, cuando EE UU deportó a miles de jóvenes salvadoreños que habían creado las pandillas en los barrios de Los Ángeles. En su país de origen se reorganizaron e impusieron su voluntad hasta que Bukele les enfrentó con toda la capacidad de fuego del Estado.
El presidente no podía concurrir a las elecciones presidenciales de este año. La Constitución prohíbe expresamente la reelección inmediata, pero unos jueces del Tribunal Constitucional, nombrados por el propio Bukele, hicieron una interpretación laxa de los artículos en los que se menciona. El caso es que se volvió a presentar y no era tampoco ningún secreto que iba a ganar por aclamación el 4 de febrero. Recibió el 84,6% de los votos, como si se hubiera presentado en solitario. En el Congreso también cosechó una mayoría aplastante, con la elección de 54 de los 60 diputados. No solo eso, sino que otros dos partidos aliados obtuvieron otros tres. La oposición tiene tres diputados, entre ellos dos para Arena, la derecha tradicional.
El escenario se va a volver a repetir este fin de semana. 6,2 millones de salvadoreños están llamados a votar para elegir 44 concejos municipales y 20 diputados titulares y suplentes del Parlacen, una parlamento que trabaja por la integración de los países centroamericanos. En junio de 2023, Bukele redujo de 262 a 44 los municipios, pero mantuvo sus consejos locales. Algunos analistas han interpretado ese movimiento como una forma de controlar de forma más sencilla las localidades por parte del partido en el poder. Una encuesta de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), dirigida por jesuitas, le da a la derecha el 2,3% y al FMLN, el grupo político de izquierdas que surgió de una guerrilla legalizada, el 2,1. Básicamente, han quedado reducidos a cenizas. Por cierto, por influencia de su padre, Bukele empezó en el FMLN como un izquierdista convencido. Recientemente, el presidente, o su equipo de comunicaciones, ha borrado más de 100 mensajes de su cuenta de Twitter con citas arrobadas al Che Guevara, elogios al sandinismo en Nicaragua y agradecimientos a periodistas. Era otro Bukele. El de ahora coquetea con la alt right estadounidense y ataca frecuentemente a medios de comunicación, entre ellos a EL PAÍS, al que le ha dedicado continuos mensajes en las redes sociales. No importa lo que haga, nada le pasa factura. Su popularidad es incuestionable. Podría decir, como Donald Trump, que si disparara a alguien en mitad de la calle a su electorado le daría lo mismo. Le votarían en masa, exactamente lo mismo que va a pasar el domingo.
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