Brasil presiona al G-20 para lograr un impuesto global a las grandes fortunas
La reunión de los ministros de Economía de los países más ricos del mundo terminó en São Paulo con “diferencias geopolíticas” sobre Ucrania y Gaza
Brasil quiere que las mayores economías del mundo se pongan de acuerdo para que los más ricos paguen más impuestos. El país, que preside el G-20 este año, ha puesto la lucha contra la desigualdad en el centro de los debates del grupo, y los impuestos a los milmillonarios iban a ser la propuesta estrella del encuentro de ministros de Economía que se celebró esta semana en São Paulo. Al hacer balance este jueves, el anfitrión, el ministro brasileño del ramo, Fernando Haddad, calificó la cita como un éxito, aunque admitió que “las diferencias geopolíticas” y las diferentes visiones sobre lo que ocurre en Ucrania y en la Franja de Gaza impidieron divulgar una declaración conjunta.
La cita terminó con un texto resumen divulgado por la presidencia brasileña que asegura que los países estuvieron de acuerdo en “continuar fomentando el diálogo global sobre una tributación justa y progresiva”. A pesar de la tibieza de esta declaración de intenciones, Brasil celebra haber colocado el tema en la agenda, aunque las palabras del representante del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva al inicio de la reunión apuntan que esperaba algo más de ambición. Citó datos del EU Tax Observatory, que en un reciente informe señalaba que los milmillonarios (los que tienen 1.000 millones de dólares o más) pagan en impuestos como mucho entre el cero y el 0,5% de su riqueza. “Colegas, yo sinceramente me pregunto cómo permitimos que una situación como esa continúe”, dijo en su discurso al arrancar la sesión.
En Brasil, Francia, Italia, Reino Unido y EE UU los súper ricos pagan proporcionalmente menos impuestos que el trabajador medio, según un informe de Oxfam publicado esta semana al calor de la reunión. La organización estima que si se aplicara una tasa del 5% a la riqueza de los multimillonarios y milmillonarios del G-20, podrían recaudarse hasta 1,5 trillones de dólares al año, lo suficiente para acabar con el hambre en el mundo y ayudar a que los países en vías de desarrollo se adapten a los impactos del cambio climático.
En los debates de São Paulo, los ministros no entraron en concreciones, aunque sí escucharon a uno de los gurús del asunto, el economista francés Gabriel Zucman, que asesora al Gobierno brasileño a la hora de elaborar propuestas. En su opinión, una tasa de como mínimo un 2% sobre las fortunas de los milmillonarios (lo que afectaría a unas 3.000 personas en todo el mundo) ya sería un buen comienzo. Zucman aseguró en rueda de prensa que la idea fue acogida de forma positiva, especialmente por EE UU y Francia.
Consciente de que los paraísos fiscales aún tienen una larga vida por delante y que es muy difícil lograr un consenso planetario que evite que los más ricos vayan moviendo su dinero según les convenga, Zucman pidió evitar el derrotismo: “Es utópico pensar que tendremos un acuerdo con consenso total, pero es importante entender que no necesitamos un consenso global, puede haber progresos con una masa crítica de países que quieran ir en esa dirección”, afirmó. Puso como ejemplo el acuerdo alcanzado en 2021 por 136 países para aplicar un impuesto mínimo global del 15% a las grandes multinacionales. Sobre los impuestos a los milmillonarios, el Gobierno brasileño espera tener una propuesta concreta en otra reunión de ministros de Economía que se celebrará en julio.
Según el comunicado que Brasil difundió al final de la reunión de dos días, los ministros intercambiaron opiniones “sobre las guerras en curso, conflictos y crisis humanitarias, destacando Ucrania y Gaza”. La presidencia brasileña señaló que la cita “no es el foro más apropiado para resolver cuestiones geopolíticas”. El ministro alemán de finanzas, Christian Lindner, afirmó en rueda de prensa que sólo habría comunicado conjunto si se ponían esos conflictos en el centro.
Al margen de las diferencias finales, Ucrania también estuvo especialmente presente en las reuniones bilaterales y en las declaraciones públicas de las autoridades reunidas en la ciudad brasileña. La secretaria del Tesoro de EE UU, Janet Yellen, defendió confiscar los fondos rusos congelados en el mundo desde el inicio de la guerra, evaluados en unos 285.000 millones de dólares, y afirmó que los países del G7 estaban de acuerdo. No obstante, miembros de ese grupo, como Alemania y Francia, se desmarcaron de la propuesta.
Brasil también se esforzó en llevar los debates económicos al terreno ambiental. Cuando abrió la primera jornada de debates, el ministro brasileño recordó que los más privilegiados del mundo no sólo pagan menos impuestos que el resto, sino también son los que más contaminan. El 1% más rico tiene el 43% de activos financieros mundiales y emite la misma cantidad de carbono que los dos tercios más pobres de la humanidad, dijo. “Es una situación insostenible”. Brasil aprovechó las reuniones bilaterales para cerrar un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para proteger las inversiones verdes de las fluctuaciones del cambio. El banco también abrirá una línea de crédito de 2.000 millones de dólares para proyectos de reforestación y agricultura de bajo carbono.
Las reuniones ministeriales como la de esta semana en São Paulo se van sucediendo a lo largo del año. La cita más importante tendrá lugar a finales de noviembre, cuando los jefes de Estado y de Gobierno de los 20 países más ricos del mundo se reunirán en Río de Janeiro, poniendo fin a la presidencia brasileña del grupo.
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