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Las mujeres a las que no escucha Nayib Bukele

La exabogada del presidente, dos candidatas, una experta electoral, una economista y una periodista relatan a EL PAÍS el clima de violencia que viven bajo la “figura patriarcal” del mandatario salvadoreño

Claudia Ortiz, diputada y candidata a la reelección por el partido Vamos, en San Salvador.
Claudia Ortiz, diputada y candidata a la reelección por el partido Vamos, en San Salvador.Gladys Serrano
Beatriz Guillén

El último mensaje que Nayib Bukele envió a Bertha María Deleón decía: “Esto no te lo voy a perdonar nunca”. La que había sido su abogada durante cuatro años no pudo evitar reírse. Dice que le pareció una amenaza infantil. Era febrero de 2020, el presidente había entrado con los militares en la Asamblea Legislativa de El Salvador, un órgano que entonces no controlaba y no quería aprobarle un préstamo para tareas de seguridad. Antes de dar cualquier otro golpe se puso a rezar. Fue esa imagen la que Deleón compartió en su cuenta de Twitter, con el mensaje de que se trataba de un “berrinche” del mandatario. Él le escribió para que borrara la publicación y ella se negó. La bloqueó de las redes sociales y justo después la abogada empezó a recibir ataques digitales masivos y coordinados, la seguían con motos, la vigilaba un dron en el jardín de su casa, le abrieron el coche. Lo último fue el exilio. Deleón vive en Ciudad de México desde hace tres años, después de enterarse de que iban a detenerla: “Nunca dimensioné qué tanto podía escalar su nivel de represalia”. Lejos de su país, dice, hace lo que siempre hizo: seguir expresando hasta lo que no quiere escuchar el presidente.

Nayib Bukele se presenta este domingo a una reelección que prohíbe la Constitución de El Salvador, con unos sondeos que le dan hasta el 80% de intención de voto. El actual presidente, que ha acabado con las pandillas que atemorizaron al país durante años, no ha hecho ningún acto de campaña, pero sí suena su voz en la radio y en la televisión pidiendo el voto para los diputados de su partido, Nuevas Ideas. Después de arrasar en las elecciones legislativas de 2021, Bukele destituyó a jueces y magistrados para colocar a figuras de confianza y controlar la Corte Constitucional y la Fiscalía. Ahora aspira a hacer desaparecer cualquier oposición.

Frente a la concentración de poder, las voces de resistencia. “Las más numerosas y claras”, dice la experta electoral Ruth Eleonora López, “son las de las mujeres”. Son ellas quienes sufren la mayor carga económica, las que buscan a sus desaparecidos y detenidos, quienes ven cómo se hunde el presupuesto de combate a la violencia de género y cómo las diputadas oficialistas cambian su biografía en redes sociales de feminista a madre y esposa. “Bukele es una figura mesiánica, un líder patriarcal, un presidente padre que vela por nosotros y que se presenta ungido por Dios”, resume la activista en derechos humanos Celia Medrano, “es un hombre altamente conservador con una tendencia muy clara a manipular la religión hacia el mensaje de que las mujeres tenemos que estar en nuestra casa”. Ellas frente a la voz autoritaria y el castigo, frente al tono dominante y el bastón de mando. Ellas, convertidas en adversario. “Nuestro papel es combatir esa narrativa”.

Bertha María Deleón, en julio de 2022.
Bertha María Deleón, en julio de 2022.Iñaki Malvido

Claudia Ortiz llega corriendo al pequeño espacio que su partido, Vamos, ha alquilado dentro de una soleada casa de San Salvador. La diputada ha representado los últimos tres años una postura diferente al oficialismo y busca que el domingo la elijan para otros tres. Las opciones son pocas. Hasta ahora la Asamblea tenía 84 miembros y solo 20 pertenecían a otros partidos, pero el año pasado el Gobierno aprobó una reforma electoral que reduce a 60 los diputados para estas elecciones. El Ejecutivo aduce que es para ahorrar, pero los números apuntan a que el presupuesto solo pasa de 56 a 55 millones de dólares. Ruth López explica que es una maniobra más del presidente para monopolizar el poder. Cada vez más, ser la mano discordante en El Salvador tiene un precio.

El pasado 24 de enero, durante una discusión legislativa, Ernesto Castro, presidente de la Asamblea y uno de los hombres claves de Bukele, dejó claro lo que implica tener el poder. “Yo no estoy de acuerdo con nada de lo que usted diga”, le dijo a la diputada Claudia Ortiz, justo antes de apagarle el micrófono para que no pudiera contestar. “Fue un acto de violencia política, pero también sirvió para dejar explícito lo que ha sido esta legislatura, una legislatura donde el poder se expresa de la forma más brutal: ‘No te vamos a permitir que puedas trabajar ni representar a nadie porque los únicos que podemos representar al pueblo somos nosotros y tú eres un accidente”, dice la representante.

El patíbulo de las redes sociales

Bukele es un presidente tuitero. Desde el principio de su Gobierno quiso demostrar que se podía gobernar desde el móvil. Desde su cuenta de X alaba y castiga, reclama y premia. Detrás del reparto del presidente van los demás. Un estudio que el partido Nuestro Tiempo presentó ante el Tribunal Electoral evidenciaba que las políticas de la oposición están recibiendo casi 300 ataques diarios en redes sociales. “Pobre pendeja, la Constitución nos la pasamos por los huevos, busca quien te coja mejor”. “Siéntese señora y cállate”. “Vieja”. “Están muertos”. Son algunos de los mensajes que Celia Medrano, defensora de derechos humanos y candidata a vicepresidenta con Nuestro Tiempo, recopiló para urgir al tribunal a que defendiera unas elecciones libres de violencia de género. No quiere, dice a este periódico, que la política sea solo para “mujeres valientes”. “Lo que vemos a futuro es un país sometido, donde las mujeres estarán en una situación cada vez más restringida y las únicas mujeres que podrán estar ejerciendo la política son las que estén alineadas con el pensamiento del presidente”, dice Medrano.

Claudia Ortiz trabaja con su equipo en las oficinas del partido Vamos, en San Salvador.
Claudia Ortiz trabaja con su equipo en las oficinas del partido Vamos, en San Salvador.Gladys Serrano

Pero no son solo las políticas. “No hay mujer en El Salvador, abogada, defensora de los derechos humanos, que estudie temas de corrupción... que no haya sido víctima de muy fuertes ataques del Gobierno y sus redes, que se coordinan desde la más alta jerarquía”, apunta Ruth López, que es jefa de anticorrupción de la organización Cristosal, “se ha configurado como un mecanismo de desprestigio”.

La economista Tatiana Marroquín publicó un video en Tiktok sobre el aumento del precio de la canasta básica en El Salvador, porque la inflación de los alimentos ha llegado al 16%, y la respuesta fueron decenas de insultos a su físico. Su programa, La economía es en femenino, donde explica que la pobreza extrema en el país ha pasado del 4% al 8% durante el Gobierno de Bukele o que si desde 2006 al 2019 se utilizaban unos 400 millones de la reserva de pensiones al año, en 2023 se utilizaron 1.000, también ha tenido consecuencias: “Me pusieron Pegasus en el celular. Tú te enfocas en discutir cosas técnicas y lo que recibes son ataques violentos y masivos. Sí termina haciéndote dar un par de pasitos para atrás”.

No está mal reconocer el miedo, dice la periodista Clanci Rosa. “En este Gobierno hemos bajado bastante el activismo, no porque no se quiera hacer, sino porque el Gobierno ha configurado un aparato de represión que genera miedo. El régimen de excepción es tan ambiguo que da miedo que en una protesta puedas acabar presa”, apunta la fundadora de la revista feminista La Brújula: “es casi un crimen defender derechos”. Desde que entró en vigor el régimen de excepción hace 22 meses más de 76.000 personas han sido detenidas, sin orden judicial, sin posibilidad de un abogado, sin comunicación con su familia, sin investigación. La asociación Socorro Jurídico ha presentado más de 5.000 habeas corpus para pedir la liberación de presos sin ninguna vinculación con las pandillas, ha documentado 224 muertes dentro de las prisiones. Esas madres, hermanas y esposas de detenidos se han convertido sin buscarlo en la oposición al presidente.

“Como feministas reconocemos que nuestra agenda avanza en un contexto democrático. Antes la democracia no era completa, pero había un margen. Ahora nuestras posibilidades se están cerrando, la lucha se complica”, apunta Clanci Rosa. Eso no las desanima. Así lo resume Celia Medrano: “Para las mujeres en el Gobierno de Bukele hay tres opciones: te sometes, te vas o resistes. Nosotras hemos elegido resistir”.

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.

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