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Por qué importa reconocer el rol de los afrodescendientes en la conservación

Las tierras reconocidas de comunidades afro en Colombia, Brasil, Ecuador y Surinam ocupan solo el 1% de estos países, pero son esenciales para combatir la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Más del 70% de estas tierras están en zonas de alta biodiversidad

Mujeres afrocolombianas en la ceremonia de inauguración de la COP16 en Cali, Colombia, en octubre pasado.Luisa Gonzalez (Reuters)

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En la Cumbre de Biodiversidad de Cali (COP16), los casi 200 países que forman parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) dieron un paso significativo al reconocer a los pueblos afrodescendientes como actores clave en la conservación de la naturaleza. Esta decisión marca un momento crucial en el discurso global sobre la biodiversidad, que hasta ahora no los mencionaba explícitamente. Es un avance importante, porque lo que no se nombra no existe.

Este reconocimiento no se queda en el simbolismo: les permite tener acceso a recursos para financiar sus iniciativas enfocadas en la conservación y gestión sostenible de la biodiversidad, y a participar oficialmente en las Conferencias de las Partes (COP). Es decir, abre el camino a un modelo de conservación inclusivo, donde las poblaciones afro tienen voz y acceso a recursos, y el cual pone en valor las contribuciones y el conocimiento ancestral de las poblaciones afrodescendientes, poco visibilizadas y escuchadas hasta ahora.

Es urgente que su contribución reciba el reconocimiento y los recursos financieros que merece. Esto es clave para enfrentar de manera más efectiva la crisis de pérdida de biodiversidad y el cambio climático, que avanza rápidamente. Además, valorar el papel de las comunidades tradicionales en la conservación, como las afrodescendientes, también refuerza la defensa de sus derechos. Son caras de la misma moneda.

Un análisis de Conservación Internacional junto a científicos de la Universidad de Florida, el MIT, el Smithsonian y la Universidad de Nueva York muestra que las tierras reconocidas de comunidades afrodescendientes en Colombia, Brasil, Ecuador y Surinam ocupan solo el 1% de estos países, pero son esenciales para combatir la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Más del 70% de estas tierras están en zonas de alta biodiversidad, y almacenan alrededor de 80 millones de toneladas de carbono irrecuperable que, de liberarse por una mala gestión del territorio, agravaría el calentamiento global.

Desde hace varios años Conservación Internacional lidera, junto a organizaciones y comunidades afrodescendientes, proyectos innovadores para la conservación de manglares y la creación de mecanismos de financiamiento inclusivo. Ahora, desde el naciente Programa Afrodescendientes en la Conservación, apoyamos estrategias que fortalecen la autodeterminación del Pueblo Afro en tres países, asegurando que sus voces y conocimientos sean el motor de la conservación.

El programa fortalece iniciativas lideradas por Afro mujeres en la conservación, enfocadas en la bioeconomía y el bienestar social. En la Amazonía de Surinam, mujeres pertenecientes a los últimos sistemas tribales africanos en las Américas, rescatan prácticas agrícolas ancestrales y recuperan semillas de arroz de origen africano, contribuyendo tanto a la seguridad alimentaria como a la adaptación al cambio climático.

En la región del Chocó Biogeográfico, impulsamos proyectos de ecoturismo, uso de plantas medicinales y fortalecimiento de la identidad cultural en Colombia; y colaboramos con mujeres afrodescendientes en la Academia para unir saberes ancestrales y modernos, en Ecuador, generando conocimiento valioso sobre el papel de los Pueblos Afrodescendientes en el manejo sostenible de los recursos naturales.

La humanidad se ha propuesto como objetivo conservar el 30% del planeta para 2030 (meta 30x30). No lo lograremos sin reconocer el aporte de los afrodescendientes a la conservación y darles el lugar que merecen. Se ha dado un gran paso, pero necesitamos avanzar más rápido. Esto implica identificar dónde y cómo están, escuchar sus propuestas y asegurarles un financiamiento adecuado. Al fin y al cabo, los pueblos afrodescendientes han habitado y protegido durante siglos ecosistemas esenciales para toda la humanidad. No podemos seguir esperando; no repitamos los errores del pasado.

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