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Simuladores de vuelo en pistas clandestinas e IA: la batalla por las tierras indígenas de la Amazonia también es tecnológica

Mientras los mineros ilegales tratan de sacar provecho a la selva y las ONG de protegerla, los actores involucrados usan la tecnología para el bien y para el mal

Un soldado de las fuerzas especiales de la policía ambiental brasileña empuja una avioneta escondida por mineros furtivos.UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Hyury Potter (Dialogue Earth)
Florianópolis (Brasil) -

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Practicar aterrizajes arriesgados en pistas improvisadas desde detrás de una pantalla y acceder a internet de alta velocidad en las profundidades de la Amazonia: los mineros ilegales de Brasil aprovechan los avances tecnológicos para apoyar sus actividades, lo que plantea retos para la vigilancia y la protección de los bosques, sobre todo en zonas remotas, como el territorio de los indígenas yanomami, afectado por la crisis.

Sin embargo, estos mineros también ven frustrados sus esfuerzos por los organismos de inspección y las ONG, que contraatacan utilizando una tecnología igualmente nueva: la inteligencia artificial y un juego en línea que utiliza imágenes por satélite y multiplica los esfuerzos para vigilar la deforestación y la minería ilegal.

Una captura de pantalla del juego Flying Guardians, creado por Greenpeace.Greenpeace Brazil

En esta batalla tecnológica entre la preservación y la destrucción del medio ambiente está en juego una situación urgente: la vida de casi 30.000 yanomami, que sufren por el avance de los mineros de oro ilegales, o garimpeiros, en su territorio, incursiones que están trayendo enfermedades, desnutrición y violencia.

Una crisis humanitaria en curso

En enero de 2023, el Gobierno brasileño declaró una emergencia de salud pública en el territorio yanomami, un área de más de 9 millones de hectáreas en los estados de Amazonas y Roraima, en la frontera con Venezuela. La declaración se produjo tras descubrirse graves casos de desnutrición, malaria e infecciones respiratorias entre la población como consecuencia de la contaminación del agua y la deforestación provocadas por la actividad minera ilegal. El Gobierno creó un grupo de trabajo para expulsar a los mineros de las tierras yanomami y controlar la emergencia.

Una familia yanomami recibe alimentos y cuidados médicos, el 10 de enero de 2024.UESLEI MARCELINO (REUTERS)

Sin embargo, apenas unos meses después, los garimpeiros volvieron. En marzo de este año, el Ministerio de Pueblos Indígenas estimó que había 7.000 mineros activos en la zona. Como consecuencia, continúa la destrucción del ambiente.

Los datos de Deter, el sistema de alerta de deforestación del Gobierno federal, muestran que la minería causó la pérdida de 384 hectáreas de vegetación nativa en el territorio yanomami en 2023, más del doble de las 188 hectáreas registradas el año anterior.

En esta remota región de la selva amazónica, de difícil acceso y con ríos y carreteras a menudo intransitables, los buscadores utilizan principalmente aviones para desplazarse. Para ello, sus pilotos deben arriesgarse en precarias pistas de tierra, que a veces miden menos de 300 metros. Las del aeropuerto de Congonhas, en São Paulo, en comparación, se extienden más de 1.000 metros. Cualquier maniobra errónea puede costar la vida a la tripulación, así como la pérdida de cualquier cargamento explotado ilegalmente, por lo que es necesario practicar a fondo el aterrizaje y el despegue en estas condiciones.

Una pista de aterrizaje cerca de un yacimiento minero ilegal en el territorio yanomami.Bruno Kelly (Amazônia Real)

Han encontrado un hueco para esta práctica en el programa Flight Simulator de Microsoft. El software de pago del gigante tecnológico utiliza imágenes de satélite y la topografía del territorio para simular situaciones reales para su base de usuarios, que abarca desde curiosos entusiastas del vuelo hasta pilotos profesionales.

Paulo Figueiredo, con el nombre de usuario Chockozzo, afirma en un foro de simuladores de vuelo que es hijo de un piloto que, entre los años 70 y 90, aterrizó en varias de las desafiantes pistas abiertas por la minería en plena selva amazónica. Figueiredo creó paquetes de simulador de vuelo de estas pistas clandestinas para que los usuarios pudieran descargarlos y utilizarlos en el programa, y subió videotutoriales sobre la edición del software para añadir las pistas.

Microsoft Flight Simulator permite a los usuarios “descubrir y sentir realmente lo que se siente al volar” en estas zonas clandestinas, escribe en la descripción de su simulación. No está claro si la simulación de Figueiredo se ha utilizado para apoyar alguna actividad ilegal.

El medio Dialogue Earth cruzó las referencias de las simulaciones de preinstaladas en el programa de Microsoft con las 1.269 pistas de aterrizaje clandestinas identificadas en 2022 por una investigación conjunta de The Intercept Brasil y The New York Times. A partir de esto, descubrió al menos dos pistas de aterrizaje ilegales en tierras yanomami que se encuentran entre las disponibles para la formación dentro del programa de Microsoft.

En el programa también se podía encontrar una tercera pista, anteriormente legalizada, que perdió su registro en marzo de este año. La Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac) asegura que la pista de aterrizaje se había dado de baja debido a la falta de un plan de protección para su zona circundante. Sin embargo, las imágenes de satélite de abril de 2024, inspeccionadas por este medio, muestran una explotación minera a menos de un kilómetro de ella.

La pista está cerca de la aldea de Waikás, situada a orillas del río Uraricoera, uno de los principales objetivos de la minería ilegal en la zona yanomami. Anteriormente utilizada por la población, la pista fue tomada por los prospectores, según Júlio Ye’kwana, presidente de la Asociación Wanasseduume Ye’kwana, que representa a personas del territorio.

Júlio Ye'kwana, presidente de la Asociación Wanasseduume Ye'kwana.Fabio Bispo

Según Ye’kwana, los propios indígenas informan a las autoridades siempre que hay una pista ilegal recién abierta en medio del bosque. “Pero es un trabajo arriesgado porque los mineros podrían estar allí cuando vayamos a comprobar la pista”, dice.

Ye’kwana señala que la actividad podría mejorarse con ayuda tecnológica. “Queremos formar a jóvenes indígenas para que esta vigilancia pueda hacerse de forma más segura, quizá con el uso de drones”, afirma. La vigilancia mediante drones ya se está llevando a cabo en la tierra indígena Uru-Eu-Wau-Wau, en la Amazonia brasileña, en el estado de Rondônia, al sur del territorio yanomami.

Este medio se puso en contacto tanto con Microsoft como con Figueiredo para comentar las cuestiones planteadas en este artículo, pero no se había recibido respuesta en el momento de la publicación. En un comunicado, la Policía Federal reconoció que la sofisticación de las tecnologías utilizadas en las actividades delictivas exige que intensifique sus acciones de represión.

Un agente de la policía ambiental da de beber a un minero atrapado en una redada a una operación furtiva, en diciembre de 2023.UESLEI MARCELINO (REUTERS)

Starlink en alza

Viajar no es la única dificultad dentro de este remoto territorio: la comunicación también se ve obstaculizada y, durante mucho tiempo, se realizaba esencialmente a través de radioaficionados. Pero recientemente han empezado a aparecer antenas de Internet satélite en manos de los buscadores de oro en tierras yanomami y en otras reservas amazónicas.

Estevão Senra, investigador de la ONG Instituto Socioambiental (ISA) que trabaja con los yanomami, explica que internet es fundamental para la existencia de un garimpo, o campamento minero informal: “Sirve para reclutar gente, organizar la logística del garimpo, garantizar los suministros y eludir la inspección”.

Internet por satélite de alta velocidad mejora las capacidades de comunicación y coordinación de los mineros ilegales, en particular a través de grupos de WhatsApp. Esta mayor conectividad les permite eludir las fuerzas de seguridad con mayor eficacia, lo que puede aumentar los riesgos para los inspectores que trabajan para combatir estas actividades en regiones remotas.

La Policía Federal asegura que hasta 2023 había incautado a los garimpeiros más de 50 accesorios para permitir conexiones rápidas en territorio yanomami. Según la fuerza pública, el uso de esta tecnología “impone más desafíos” a los órganos de control y pone “en mayor riesgo a los servidores públicos”.

Integrantes de las fuerzas especiales de la policía ambiental brasileña utilizan equipo para buscar operaciones furtivas en la oscuridad.UESLEI MARCELINO (REUTERS)

En la actualidad, los buscadores acceden principalmente a Internet por satélite operado por Starlink, la empresa propiedad del multimillonario estadounidense Elon Musk, y el número de usuarios se ha disparado en Brasil. En enero de 2023, había 15.000 antenas Starlink registradas en el país; en marzo de 2024, la cifra había aumentado a más de 155.000, con más del 40% en los estados de la Amazonia, según un análisis de los datos de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel).

El Estado de Roraima, en el que se encuentra la mayor parte del territorio yanomami, registró un salto de 148 antenas Starlink activadas en enero de 2023 a 4.761 unidades en marzo de 2024, según los datos de Anatel, gestionada por el Gobierno federal. Amazonas, que también alberga parte de la reserva indígena, fue el Estado con mayor número de activaciones, con casi 19.000 nuevas antenas en funcionamiento hasta la fecha.

Senra señala que las operaciones de vigilancia dirigidas por la policía federal en el territorio ya habían encontrado dispositivos de internet por satélite conectados a garimpos en 2021, pero que el uso de Starlink ha ido superando a sus competidores. “Starlink ha reducido mucho el coste de este internet, y la calidad de la señal es mejor”, afirma el investigador.

Pero considera que el acceso a Internet de alta velocidad también ha aportado beneficios al pueblo yanomami. “Internet siempre ha sido un problema para la Amazonia en general”, señala Senra. “Esta conectividad tiene su lado bueno, porque hay escuelas indígenas que la utilizan para la enseñanza a distancia y equipos sanitarios para emergencias”.

IA y satélites contra la deforestación

Cuando eligió estudiar ingeniería informática, Stefany Pinheiro nunca imaginó que utilizaría sus habilidades trabajando con algoritmos para proteger el medio ambiente. Pero eso es exactamente lo que está haciendo esta joven de 25 años con PrevisIA, una plataforma lanzada en 2021 por su equipo en la ONG Imazon, que utiliza la inteligencia artificial para ayudar a combatir la deforestación.

“Estamos produciendo tecnología punta en nuestra región”, afirma Pinheiro, que vive en Belém, el municipio amazónico que acogerá la conferencia sobre el clima COP30 el año que viene.

Stefany Pinheiro utiliza una plataforma de inteligencia artificial para identificar las zonas de la Amazonía brasileña que están en riesgo.Hyury Potter

La organización calcula que la herramienta tiene un índice de precisión del 70% a la hora de identificar zonas con riesgo de ser deforestadas al año siguiente. Según Pinheiro, esta evaluación tiene en cuenta factores como la proximidad a las carreteras, en torno a las cuales se produce el 95% de la deforestación, y las tierras indígenas, que, por el contrario, contribuyen a proteger los bosques.

Mientras tanto, ahora existe una forma de que el público ayude a identificar pistas de aterrizaje clandestinas en el Amazonas. Greenpeace ha creado un juego llamado Flying Guardians, basado en una modificación independiente de Microsoft Flight Simulator, en el que se invita a los jugadores a localizar dichas pistas de aterrizaje en el Amazonas mediante imágenes por satélite actualizadas en tiempo real.

Un mes después del lanzamiento del juego en abril, los jugadores señalaron más de 250 de estas pistas en tierras indígenas yanomami y munduruku. La organización -que no revela otras estadísticas relacionadas con el juego, como los datos demográficos de los usuarios- afirma que está preparando informes basados en los descubrimientos de los jugadores para compartirlos con las autoridades.

“Creemos que es una forma de llamar la atención de un público diferente sobre cuestiones que dan prioridad al medio ambiente”, afirma Jorge Dantas, portavoz de Greenpeace. “De esta forma, nuestro mensaje llega más lejos”.

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