La voz de América Latina y el Caribe en la COP
La región se presenta en la COP28 como aliada imprescindible en la generación de soluciones y deberá reclamar su lugar en la negociación para hacer frente al cambio climático de forma eficaz y equitativa
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En la Cumbre del Clima de Dubái (COP28) necesitamos hacer un esfuerzo colectivo para que se escuche la voz de América Latina y el Caribe y para que se reconozca su papel protagonista como región de soluciones globales contra el cambio climático. Y tenemos que hacerlo por una simple razón: no será posible lograr la sostenibilidad del planeta sin tener en cuenta a esta región.
Con seis de los países más biodiversos del mundo, el 40% de la biodiversidad y más del 25% de los bosques a nivel mundial, América Latina y el Caribe es imprescindible para hacer frente al cambio climático. De la misma forma, por el papel clave que desempeña en el despliegue de las energías renovables y por su enorme potencial para una producción sostenible de alimentos, no es posible pensar en una solución a los retos globales que no cuente con la región.
Las circunstancias asimétricas del cambio climático tienen una importancia capital en la región que contribuye con menos del 10% a las emisiones globales de gases de efecto invernadero y que, sin embargo, sufre en gran medida sus efectos negativos, con daños y pérdidas que superan el 2% del PIB anual.
Por eso, uno de los asuntos más relevantes de la COP28 será la definición de un gran Objetivo Global de Adaptación, cuyo progreso sea medible, algo que siempre han reclamado los países en desarrollo. Este objetivo deberá vincularse a la capacidad de adaptación de los países, incorporando la evaluación y gestión de riesgos, así como la planificación y la implementación de medidas.
Tenemos que centrar la atención en los sectores clave para el desarrollo sostenible e inclusivo de América Latina y el Caribe, infraestructuras resilientes, especialmente en las islas y en las regiones costeras, agua y saneamiento, agricultura y pesca, salud, bosques; biodiversidad y turismo, entre otros.
Es necesario reclamar recursos para asegurar que el cambio climático no incremente las brechas de pobreza y desigualdad. Por ello, es importante exigir el cumplimiento del compromiso de los países desarrollados de duplicar en 2025 la financiación climática para adaptación respecto a los niveles de 2019. En este sentido, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-, ha aprobado en los últimos cinco años más de 5.000 millones de dólares en favor de la adaptación al cambio climático y la gestión de riesgo de desastres, siendo un actor clave en este tipo de financiamiento.
El segundo gran tema para la región en la COP 28 de Dubái es la transición energética. La contribución de la energía a las emisiones de gases de efecto invernadero de América Latina y el Caribe es del 44%, significativamente inferior al 73% global, siendo la región con mayor proporción de energías renovables en su matriz energética, superando el 30%, y con varios de sus países con más del 90% de su matriz eléctrica basadas en renovables. Al mismo tiempo, existe una dependencia fiscal de los ingresos que provienen de los combustibles fósiles, así como grandes brechas sociales que requieren de un importante esfuerzo presupuestario en un momento en que la situación de endeudamiento es muy grave.
La transición energética exige tiempo y una elevada inversión, por ello, en Dubái los países de América Latina y el Caribe deben defender una justa e inclusiva, que garantice el acceso universal a la energía, permita la continuidad de los ingresos fiscales y tome en consideración a los trabajadores y comunidades que dependen de industrias intensivas en combustibles fósiles. Existe un desfase entre los compromisos y la disponibilidad de recursos tecnológicos y financieros en la región, siendo así importante que los países de América Latina y el Caribe demuestren su compromiso con la descarbonización reduciendo los subsidios a los combustibles fósiles y avanzando en la fijación de precios al carbono. Al mismo tiempo, cabe resaltar que los objetivos fijados en materia de cambio climático cuadruplicarán las necesidades minerales críticos y que América Latina y el Caribe tiene la mitad de las reservas de litio mundial, reafirmándose como una región de soluciones.
En Dubái también se negociará uno de los temas más controvertidos de los últimos años: la operacionalización de un fondo para abordar las pérdidas y daños producidos por el cambio climático. América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo más propensa a los desastres naturales, registrándose desde el año 2000 más de 1.500 que han afectado a 190 millones de personas. Por ello, es necesaria su participación destacada en la gobernanza del nuevo fondo y en la definición de los criterios de elegibilidad, de forma que no deje fuera a los colectivos más vulnerables.
La COP 28 también va a suponer un hito fundamental en el debate sobre la necesidad de transformar el sistema financiero global para responder con justicia y equidad a la emergencia climática y a la conservación de la biodiversidad. La región viene liderando esta reflexión, especialmente desde el lanzamiento en 2022 de la Iniciativa de Bridgetown, presentada por Barbados, que pone el foco en la renovación del orden económico y político internacional y de sus principales instituciones. En Dubái, los países de América Latina y el Caribe deben contribuir a este debate para asegurar una mayor influencia de los países en desarrollo en la gestión de los recursos para el financiamiento climático.
En suma, América Latina y el Caribe se presenta en la COP28 como un aliado imprescindible en la generación de soluciones y deberá reclamar su lugar en la negociación para hacer frente al cambio climático de forma eficaz y equitativa. El éxito de la COP depende en buena parte del reconocimiento del papel clave de la región “de soluciones”, y CAF quiere contribuir a ello generando espacios de diálogo en el Pabellón de América Latina y el Caribe que, por primera vez, existirá en la Cumbre del Clima.